sábado, 14 de octubre de 2017

Análisis Transaccional y Gestalt dos herramientas trabajando juntas

Dos escuelas de psicología humanista que hoy gozan de gran popularidad son el Análisis Transaccional y la Terapia Gestalt, la primera asociada con Eric Berne (1961, 1964, 1972) y Thomas Harris (1969), y la última con Fritz y Laura Perls (Perls, 1969a, 1969b). Gran parte del éxito del Análisis Transaccional parece residir en su absoluta simplicidad y en lo directo y básico de su enfoque, mientras que el éxito de la Gestalt deriva de los poderosos y fundamentales cambios para el crecimiento que facilita.

El Análisis Transaccional y la Terapia Gestalt coinciden en que la estructura de la personalidad del individuo contiene tres subpersonalidades más o menos distintas. El Análisis Transaccional se refiere a ellas como el Padre, el Adulto y el Niño; mientras que para la Terapia Gestalt son el Perro de arriba, el yo centrado y el Perro de abajo. El propio Freud había propuesto una división estructural tridireccional de la psique: el superyó (con subdivisiones de ego-ideal y conciencia); el ego propiamente dicho; y el Ello, estrechamente asociado con el ego infantil (Blum, 7953, Fenichel, 7972). Así pues, tenemos el superyó, el Padre, el Perro de arriba, cuyo núcleo está compuesto por las demandas internalizadas y los juicios de los padres y otras figuras de autoridad. Tenemos también el Ello, el Niño, el Perro de abajo, que consiste en todos los sentimientos de impotencia y dependencia que la persona sentía como un niño. Finalmente, y afortunadamente, tenemos el ego, el Adulto, el yo auténtico, capaz de ver la realidad presente y capaz de basar sus decisiones en hechos objetivos y no en las amenazas del Padre / Perro de arriba, ni en los temores arcaicos del Niño / Perro de abajo.

Pero para sacar a este Adulto y establecerlo firmemente, la persona tiene que liberarse de la opción automática de operar en sus modos de Padre o Niño, y este es el objetivo de la terapia.

En el Análisis Transaccional, esta "liberación del Adulto" se basa en un principio simple, ya que los mensajes del Padre y del Niño están grabados permanentemente en tu cerebro, no puedes borrarlas, pero sí puedes aprender a detectarlas y reconocerlas claramente en ti mismo y puedes optar por aprender a desactivarlas. En resumen, se puede aprender a "permanecer en el Adulto".

Así, a medida que una persona comienza a estudiar el Análisis Transaccional, aprende los fundamentos del esquema Padre-Adulto-Niño y luego los aplica a sus transacciones habituales. A medida que el individuo comienza a tener una sensación real de su Padre y Niño, descubrirá además que tanto el Padre como el Niño pueden ser "señalados" en una de dos direcciones básicas. El Padre, por ejemplo, puede dirigir sus demandas y pronunciamientos hacia los demás, pero también puede dirigir sus amenazas y castigos hacia su propio Niño Interno. Del mismo modo, el Niño puede ser dirigido hacia dentro respondiendo a las amenazas de su propio Padre o hacia fuera hacia las amenazas de los Padres de los otros. Y en general, esto da a los individuos cuatro patrones básicos en los que pueden operar si se niegan a permanecer en el Adulto.

El hecho de que los individuos puedan reflexionar sobre qué papeles están jugando y en qué dirección se dirigen les servirá de gran ayuda. Porque al identificar objetiva y racionalmente al Padre y al Niño en sí mismos y en los demás, necesariamente estarán operando desde el Adulto. Con el fortalecimiento del Adulto se produce un silenciamiento del Niño y del Padre Arcaico.

Los principales mecanismos que una persona utiliza para ahogar, evitar y entregar sus propios potenciales son los de introyección, retroflexión y proyección, mecanismos que ahora explicaremos en detalle. Es precisamente trabajando con estos "mecanismos de evitación" que la Terapia Gestalt restaura en el individuo sus potencialidades de crecimiento, liberando así sus energías de las garras del Perro de arriba y Perro de abajo.

Habiendo revisado brevemente la estructura de la personalidad, ahora centraremos nuestra atención en su dinámica, pues es en esta esfera donde se libran las batallas neuróticas y, por tanto, es justo aquí donde debemos buscar nuestra síntesis para ser valioso el proceso terapéutico.

Comencemos por mirar más de cerca al Niño / Oprimido. Según el Análisis Transaccional, los sentimientos predominantes que residen en el Niño de todos son la frustración, la ansiedad y el miedo. Y puesto que las cintas grabadas en el Niño son permanentes, pueden reproducirse casi en cualquier momento en las transacciones actuales de una persona, ante un estímulo adecuado. Una persona podría, por ejemplo, estar en medio de una crisis económica, o alguien podría hacerle un comentario sarcástico, o en caso similares, y estas situaciones enganchan al Niño " y le provocan una repetición de los sentimientos originales de frustración, rechazo o abandono que le llevarán a revivir una versión de la depresión primaria del su infancia. Por lo tanto, cuando una persona está en manos de los sentimientos, decimos que su Niño se ha hecho cargo "(Harris, 1969, pp. 48-49).

Pero recuerda que, de acuerdo con la Terapia Gestalt, el Niño / Perro de abajo es simplemente una posición que tomamos hoy en tiempos de estrés o impasse, donde el apoyo medioambiental no es próximo y el auto-apoyo auténtico aún no se ha realizado. Debido a que este auto-apoyo aún no se ha logrado, la persona se siente totalmente sin recursos, carente de potencial, indefensa, en resumen, ella siente que NO ESTÁ BIEN. Y en un intento de calmar sus sentimientos NO ACEPTABLES, se lanza a un frenesí manipulador, tratando de movilizar en otros lo que ella no encuentra en sí misma. Por lo tanto, en vez de utilizar sus propios recursos, ella busca encontrarlos en su entorno. Sin embargo, es importante darse cuenta de que cuando el Niño está enganchado, los potenciales de una persona no desaparecen o se pierden, sólo se abandonan, se ignoran, se proyectan. En otras palabras, según Gestalt, los potenciales de la persona están definitivamente disponibles, ¡pero sólo en forma de proyecciones!

Así llegamos a nuestra primera regla en la síntesis de las dos teorías: Cuando el Niño está enganchado, buscamos proyecciones.

La proyección es el mecanismo básico asociado con el Niño. No importa que los datos fundamentales que maneja el Niño hayan sido registrados cuando la persona tenía tres años de edad –la realidad es que si el Niño está enganchado ahora, el individuo siente que carece del potencial y de los recursos necesarios para la tarea. Pero ese potencial no está ausente ni borrado, es simplemente proyectado y existe exclusivamente en las proyecciones. Como Perls (1969b) explica: " Mediante la actitud fóbica y el rehuir al darse cuenta darse cuenta, mucho material que es nuestro, que es parte nuestra, ha sido disociado, alienado, desposeído, desechado. El resto de nuestro potencialidad no nos es asequible. Sin embargo, creo que en gran medida "está" disponible, pero como proyecciones. Comencemos con la suposición imposible de que cualquier cosa que pudiéramos ver en otro y en el mundo, no es más que una proyección. Podrá ser una aberración decir esto, pero es increíble cuánto proyectamos y cuán ciegos y sordos somos a lo que realmente transcurre."

Así pues, el potencial está realmente presente, pero como proyecciones, y al redescubrir nuestros recursos "perdidos" -y por lo tanto facilitar el permanecer en el Adulto- nos reapropiamos de nuestras proyecciones. La persona cuyo Niño está enganchado se siente impotente, no porque carezca de los recursos necesarios, sino porque los proyecta, los atribuye a todos los demás. Por lo tanto, cuando el Niño está enganchado, buscamos sólo esas proyecciones. En esta área de la terapia, el Análisis Transaccional nos ayuda mucho con la facilidad con la que se distingue al Niño; y la Gestalt nos ayudará para descubrir las proyecciones. El terapeuta sabio usará ambas herramientas para desenganchar al Niño y revertir la proyección de los potenciales.

Uno de los objetivos del Análisis Transaccional es aprender a reconocer cada señal y grabación del Niño no OK para poder desactivar esas grabaciones. Si, por ejemplo, estoy muy molesto y herido "debido a" algún comentario aparentemente cruel que me han hecho, puedo aprender a hacer una pausa y darme cuenta, "Oh, esos sentimientos de dolor y vergüenza son simplemente mi Niño no OK". Este darse cuenta por sí mismo, a menudo, trae alivio inmediato. También es importante el reconocimiento de mis sentimientos incómodos como las repeticiones de algunas grabaciones de niño no OK, y descubrir que no estoy atrapado en ellos, no estoy abrumado por ellos. En otras palabras, estoy aprendiendo a simplemente cerrarlos.

Pero -como muchos analistas transaccionales están de acuerdo- a veces las grabaciones simplemente no se quieren apagar. Y en esas circunstancias es casi imposible permanecer en el Adulto. La razón por la que la persona se niega a quedarse en el Adulto es que no ve cómo va a reunir el potencial, los recursos, la fuerza para hacerlo. En cierto sentido, él se aferra activamente a la posición del Niño NO OK, porque es la única manera que sabe hacer frente a su día a día.

Este es el punto en el que se manifiesta la fuerza de la Gestalt, por lo que podemos buscar en la Gestalt algunas ideas complementarias. Las grabaciones del Niño no OK no se apagarán porque están asociadas con una proyección, un "asunto inconcluso" que llamará la atención hasta que la gestalt se cierre y el asunto termine. Al asimilar esa proyección se arranca el soporte que sustenta la posición del Niño. Además, para integrar las proyecciones no es necesario preguntarse por qué se proyecta, sino más bien descubrir cómo se proyecta. Si recuperas la simple conciencia de cómo proyectas ahora, entonces eres libre inmediatamente de dejar de hacerlo. En términos de Análisis transaccional, no es necesario descubrir por qué has activado las grabaciones, sino cómo las has activado, y así estarás en condiciones de desactivarlas. Es casi como si hubieras, en la oscuridad, sin querer encendido la radio mientras que estabas tratando de dormir, y la radio está ahora sonando a toda velocidad. Hacer una pausa, reflexionar y buscar posibles razones por las que la encendiste no te sirve de nada, puedes sentarte y teorizar para siempre con la radio que te acompaña. Por otro lado, si puedes averiguar dónde está el interruptor y cómo funciona, entonces, sólo entonces puedes apagarla fácilmente.

Reapropiarse de las proyecciones es precisamente lo que ocurre en el Análisis Transaccional cuando la persona aprende a detectar al Niño y luego a permanecer en el Adulto . La persona que logra esto siente un descubrimiento gradual de su fuerza, de su potencial y de sus recursos, recursos que no creía que poseía cuando operaba desde el Niño. Aprendiendo continuamente a permanecer en el Adulto, ella simplemente está aprendiendo a descubrir y actuar desde sus propios potenciales, y no a rendirse y a caer de nuevo en los circuitos arcaicos del Niño indefectible, sin recursos y desvalido.

Pero este es precisamente el punto en el que la Terapia Gestalt es tan útil, pues la Gestalt detecta con precisión ante qué poderes la persona se rinde cuando se activa su Niño. Estos potenciales están presentes como proyecciones, y así las proyecciones del Niño señalan exactamente qué poderes necesitan ser recuperados por la persona a medida que aprende a permanecer en el Adulto.

En resumen, la activación del Adulto es el retorno del potencial proyectado. El Análisis Transaccional procede a través de la primera, la Gestalt a través lo segundo, pero ciertamente pueden ser usados conjuntamente. Aprendiendo a localizar al Niño, y luego las proyecciones, la habilidad de la persona para cambiar a la posición de Adulto se facilita enormemente, porque ella entiende exactamente qué potenciales puede movilizar con el Adulto. Ella sabe qué buscar. Comienza a ver cómo se activa el Niño. Y así comienza a entender el corolario de la primera regla de síntesis básica: permanecer en el Adulto es negarse a proyectar.