En España la ley reconoce el derecho de los padres a educar a sus hijos y garantiza la libertad que tienen en la educación de sus hijos en conciencia según sus valores. La Constitución Española reconoce el derecho de todos los españoles a la educación y a la libertad de enseñanza.
“En conciencia según sus valores” y aquí tenemos lo que nos une y, a la vez, lo que nos hace diferentes a cada uno de nosotros, nuestros valores. La mayoría de “nuestros valores” no son nuestros. La mayoría son adquiridos a través de nuestra cultura, de nuestro grupo, de nuestra familia. Son asumidos por “contagio”, sin pasar por el filtro de una "conciencia" que nos permita elegirlos. Cada padre/madre viene con una carga que va a condicionar mucho su legado. En ocasiones no somos conscientes de las normas y valores que seguimos, o dicho de otra manera, no somos conscientes de si determinadas normas y valores que seguimos son razonables y sanas para nuestros hijos, ni siquiera nos planteamos si lo fueron para nosotros. Nos resulta más fácil ver en otros los fallos en esa transmisión de valores y en la educación de sus hijos, pero muy difícil cuestionar nuestras “creencias”.
Traducido en términos de Análisis Transaccional, nuestros valores estarían fijados en el Estado del Yo Padre sin haber sido decididos por el Estado del Yo Adulto (conciencia). Si los valores no han sido pasados por el filtro de la conciencia difícilmente se puede garantizar una educación buena o adecuada.
Vamos a ver un ejemplo lejano a nuestra cultura en el que nos será fácil descubrir la contaminación del Estado Adulto o la falta de conciencia.
Aproximadamente 125 millones de niñas y mujeres son sometidas a la mutilación genital a pesar de que les produce graves problemas de salud durante toda la vida (Dolor intenso, hemorragia. shock / muerte, dificultades para orinar, infecciones, consecuencias psicológicas, lesión en órganos cercanos, problemas urinarios, afectación de la salud sexual y reproductiva como complicaciones en el parto/ recién nacido/a, problemas menstruales y genitales, disminución del deseo sexual por la asociación del sexo a dolor intenso). El Estado Adulto de los individuos que aplican o admiten estas practicas ignora o descuentan (a pesar de tenerlos delante o sufrirlos) estos datos/hechos y sólo esperan con fe (creer sin ver) los beneficios que reportará tal absurdo acto: asegurar que sus hijas puedan contraer matrimonio cuando sean mayores. Estas creencias y mitos son mantenidos generación tras generación.
Tampoco importan los datos oficiales que se manejan,por ejemplo, en un país como El Chad, a nivel nacional más de un tercio de las mujeres de 15 a 49 años casadas (35%) fueron víctimas de violencia física, psicológica y / o sexual, causada por su cónyuge al menos una vez en su vida (EDS-MICS, 2015), esto también quizás sería un dato a tener en cuenta por su Estado Adulto para advertir que quizás no es tan buen negocio para sus hijas el matrimonio.
En principio parece que estos datos no sirven para informar al estado del yo Adulto para que éste, a su vez, decida cuestionar a su Estado del Yo Padre y actualizar sus valores a la luz de los nuevos datos. Al contrario, el Estado del Yo Padre, tanto del hombre cómo el de la mujer, contamina a su Adulto y creen firmemente que todo esto se hace por su bien y que son maltratadas porque es lo normal cuando no obedecen o que se lo han merecido.
De esta manera la educación puede anular la capacidad crítica del educando e incapacitar al Estado del yo Adulto para interpretar los datos de manera adecuada y, por tanto, de tomar las mejores decisiones. En el caso anterior, la educación crea una relación en la que el marido puede relacionarse con la mujer desde cualquier Estado del Yo, pero ella sólo lo puede hacer desde el Estado del Yo Niño Adaptado.
La Convención de Estambul reconoce que la violencia contra las mujeres es uno de los mecanismos sociales por los cuales las mujeres se mantienen en una posición de subordinación a los hombres (Consejo de Europa, 2011). Sin embargo, seguramente los padres de esas mujeres sólo buscan “el bien de ellas” y su adecuación a los valores del grupo cuando las someten a ese destino cruel.
Y es que la mente humana trabaja con hipótesis, construimos hipótesis para alcanzar nuestros objetivos o evitar nuestros miedos. Si “hago.....me pasará esto”, “si no hago …...me pasará lo otro”. Estas hipótesis se unen a las creencias que nos han sido transmitidas como “verdades absolutas”, normas o “comportamientos que tienes que hacer o tener” para ser admitido en el grupo social. De esta manera verdaderos disparates pueden formar parte de “creencias y tradiciones” durante muchas generaciones.
Sólo desde un Estado del Yo Adulto bien informado, con un Estado del Yo Padre Crítico y Nutritivo positivo, que cuida y ama al Estado del Yo Niño, y estos tres estados trabajando en armonía, sólo entonces, podemos disfrutar del bienestar y desarrollar nuestras mejores capacidades humanas.
Así podemos encontrar creencias tan futíles como “si comes por la calle no encontrarás novio” hasta la aberración de la ablación sexual, o creencias tan compasivas como “si contribuyo a que te sientas mejor, yo ganaré también” y altruistas como “Dar es mejor que recibir”.
Pero también nuestro Estado del Yo Padre puede someternos con violencia o sabotearnos provocando gran sufrimiento. O protegernos con límites sanos y cuidándonos para mantener nuestras salud física y psicológica.
- ¿Has pensado alguna vez cómo te tratas a ti mismo, cómo te cuidas y te proteges?
- ¿Cómo son tus creencias?
- ¿Qué valores o creencias hacen que no o si cuides de las necesidades de tu Estado del Yo Niño/a Interno?
- ¿Qué tipo de violencia o sufrimiento te autoinflinges?
- ¿Tus creencias sobre ti mismo hacen sentir bien y segura/o a tu Estado del Yo Niño/a Interno?
- ¿Como es tu diálogo interno cuando estás sufriendo?
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