domingo, 10 de enero de 2021

Teoría de los apegos desde el Análisis Transaccional



“Al igual que la forma de la joya no afecta al oro, así permanece inafectada la esencia del hombre. Donde falta este sentido de ecuanimidad eso significa que la realidad no ha sido captada. El simple conocimiento no basta; debe conocerse al conocedor.”

Sri Nisargadatta

 

Los estilos de apego se caracterizan por diferentes formas de interactuar y comportarse en las relaciones. Durante la primera infancia, estos estilos de apego se centran en cómo interactúan los niños y sus figuras parentales.

El concepto de estilos de apego surgió de la teoría y las investigaciones sobre el apego que se dieron a lo largo de las décadas de 1960 y 1970. Hoy en día, los psicólogos suelen reconocer cuatro estilos principales de apego.

El comportamiento de apego es la búsqueda de proximidad física a un cuidador importante cuando se siente angustia, con el objetivo de "sentir seguridad". La angustia se produce generalmente cuando un niño está asustado, enfermo o cansado. En la búsqueda de la proximidad y las respuestas que el niño experimenta de su cuidador se desarrolla un vínculo. El apego seguro es una relación emocional especial que implica un intercambio de comodidad, cuidado y placer.

Bowlby sugiere que el comportamiento de apego está genéticamente predeterminado con el objetivo de preservación de la especie. Esto proporcionará seguridad frente a los depredadores: de ahí el objetivo del comportamiento de apego es sentir seguridad. El apego, según Bowlby, tiene un componente evolutivo; ayuda a la supervivencia. El comportamiento exploratorio se desarrolla a partir del establecimiento de este vínculo. En consecuencia, esta clase de comportamientos es tan necesaria como el alimento y la sexualidad. Así pues, el sistema de apego en un mamífero es una respuesta a la angustia.

Bowlby también hizo tres proposiciones clave sobre la teoría del apego:

Primero, sugirió que cuando los niños se crían con la confianza de que su cuidador principal estará disponible para ellos, es menos probable que experimenten miedo que aquellos que se crían sin tal convicción. 

En segundo lugar, creía que esta confianza se forja durante un período crítico de desarrollo, durante los años de la infancia, la niñez y la adolescencia. Las expectativas que se forman durante ese período tienden a permanecer relativamente sin cambios durante el resto de la vida de la persona.

Finalmente, sugirió que estas expectativas que se forman están directamente ligadas a la experiencia. En otras palabras, las personas desarrollan expectativas de cómo otros responderán a sus necesidades de vulnerabiliad porque, en su experiencia, sus cuidadores ya han respondido en el pasado.

Los niños desarrollarían modelos internos de apego con los que predecir el comportamiento futuro de los demás y, en consecuencia, organizan su propia respuesta a estos.

Bowlby creía que hay cuatro características distintivas del apego:

Mantenimiento de la proximidad: El deseo de estar cerca de las personas a las que nos apegamos.

Refugio seguro: volver a la figura de apego en busca de comodidad y seguridad frente a un miedo o una amenaza.

Base segura: la figura de apego actúa como una base de seguridad desde la cual el niño puede explorar el entorno circundante.

Angustia por separación: ansiedad que se produce en ausencia de la figura de apego.

La investigación de Ainsworth mostró que la hipótesis de Bowlby no era precisa. Aunque la mayoría de los niños en su experimento buscaban la proximidad de su adulto significativo después de experimentar la angustia de la separación, hubo una proporción significativa que no lo hizo.

El experimento se hizo con niños de con 12 a 18 meses y la secuencia era la siguiente:

1. Padre e hijo están solos en una habitación.
2. El niño explora la habitación con la supervisión de sus padres. 
3. Un extraño entra en la habitación, habla con los padres y se acerca al niño.
4. El padre sale silenciosamente de la habitación.
5. El padre regresa y consuela al niño.

Basándose en estas observaciones, Ainsworth concluyó que había tres estilos principales de apego: apego seguro, apego inseguro ambivalente y apego inseguro evitativo.

Ella notó tres patrones distintos de comportamientos de apego en el grupo experiencial. Un grupo (el mayor), al que ella llamó seguro, se acercó a la madre con diferente intensidad, según el grado de angustia que hubieran tenido en su ausencia. El nivel de angustia determinaba el nivel de contacto físico buscado por el niño. Se vio que los niños se consolaban con este contacto y luego llevaban a cabo cualquier actividad en la que estuvieran involucrados anteriormente. Un segundo grupo, al que ella llamó inseguro evitativo, ignoró a la madre a su regreso independientemente del estrés que hubiera sentido en su ausencia. El grupo final, inseguro ambivalente, mostró respuestas de enojo al cuidador junto con conductas de apego y resistencia a ser consolado.

Mucha más investigación ha respaldado estos hallazgos y estudios longitudinales han demostrado la persistencia de estos patrones a lo largo del tiempo. Recientemente, dos investigadores independientes han identificado un cuarto patrón. Esto es descrito como un patrón inseguro desorganizado. Aquí los niños tendrían conductas de evitación, aferramiento y resistencia. Alternarían rápidamente entre las tres, a menudo mostrándose aturdidos, confusos y apáticos.

Antes de que empieces a culpar a tus padres de los problemas de tus relaciones, es importante tener en cuenta que los estilos de apego formados durante la primera infancia no son necesariamente idénticos a los demostrados en las relaciones de adultos. Ha transcurrido una gran cantidad de tiempo entre la infancia y la edad adulta, por lo que las experiencias intermedias también juegan un papel importante en los estilos de apego de los adultos. La neurociencia, hoy en día, nos habla de la neuro-plasticidad, que es la flexibilidad que tiene el cerebro para adaptarse a los cambios a través de redes neuronales.

Aquellos descritos como ambivalentes o evitativos durante la niñez pueden llegar a tener un apego seguro en la edad adulta, mientras que aquellos con un apego seguro en la niñez pueden mostrar patrones de apego inseguros después. También se cree que el temperamento básico juega un papel parcial en el apego.

Entonces, ¿Qué papel podrían jugar factores como el divorcio o la discordia entre los padres en la formación de estilos de apego? En un estudio, Hazan y Shaver encontraron que el divorcio de los padres parecía no estar relacionado con el estilo de apego.

En cambio, su investigación indicó que el mejor predictor del estilo de apego de los adultos eran las percepciones que las personas tienen sobre la calidad de sus relaciones con sus padres, así como la relación de sus padres entre sí.

Pero la investigación en esta área indica que los patrones establecidos en la niñez tienen un impacto importante en las relaciones posteriores. Hazan y Shaver también encontraron creencias variadas sobre las relaciones entre adultos con diferentes estilos de apego. Los adultos con apego seguro tienden a creer que el amor romántico es duradero. Los adultos con apego ambivalente informan que se enamora con frecuencia, mientras que aquellos con estilos de apego evitativo describen el amor como algo raro y temporal.

Si bien no podemos decir que los estilos de apego tempranos sean idénticos al apego romántico de los adultos, las investigaciones han demostrado que los estilos de apego tempranos pueden ayudar a predecir patrones de comportamiento en la edad adulta.

Las similitudes entre la teoría del apego y el análisis transaccional son muy interesantes. En particular, las posiciones de vida o existenciales como patrones de apego.

Según Berne, las personas adoptan una posición de vida: "una visión del mundo y de todas las personas que lo integran, que son amigos o enemigos".

Berne sugiere que hay cuatro posiciones básicas:

Posición existencial

Apego

SEGURA

Yo estoy bien, Tú estás bien

Seguro

PARANOIDE

Yo estoy bien, Tú no estás bien

Inseguro - Evitativo

DEPRESIVA

Yo no estoy bien, Tú estás bien

Inseguro  Ambivalente

FUTIL

Yo no estoy bien, Tú no estás bien

Inseguro  Desorganizado

 Estos patrones son las cuatro formas que las personas utilizan para “sentir seguridad”. A veces utilizamos los cuatro patrones, pero la mayoría de nosotros parece tener un patrón de apego favorito o una posición de vida a la que regresamos en momentos de estrés. Si el patrón de apego es uno de los tipos inseguros, es probable que la seguridad sea un tema clave en la vida de esta persona, ya que ese patrón es desadaptativo para lograr una sensación de seguridad, por lo cual siempre estará buscándola sin encontrarla.

Berne describió la posición de Yo+ Tú+ como saludable y un lugar de “héroes, príncipes, heroínas y princesas”. Esta posición equivaldría al apego seguro.

A la posición Yo- Tú+ Berne la llama posición “DEPRESIVA” y aquí, como Ainsworth se habla del patrón inseguro ambivalente, enfatiza la emoción de enojo que subyace al verse a uno mismo en una posición de Yo- ante una relación en el que se percibe al otro como OK. Berne dice que les gusta "hacer que el otro pague tanto como sea posible por... (sus) ... cupones OK".

Se describe la posición Yo+ Tú- como la posición "PARANOICA" en la que "Defecto" se juega como un pasatiempo que se entendería un intento de alejar sus sentimientos de miedo. El juego de Defecto “es la fuente de una gran cantidad de desavenencias en la vida diaria; se juega desde la posición depresiva de Niño: "Soy Malo o estoy mal", que es transformada a la protectora posición Paternal de "Ellos son Malos o están mal". La intención del jugador, entonces, es probar esto último. Así, los jugadores de "Defecto" no se sienten a gusto con una persona, hasta que no descubren su defecto o falta.

En su forma más inflexible puede convertirse en un juego político totalitario jugado por personalidades "autoritarias", y entonces puede tener graves repercusiones históricas.

En las relaciones románticas, aparentemente muestran una atenta vigilancia y curiosidad por el otro, con el Padre o Adulto, enmascarando caritativamente la satisfacción del Niño por encontrar el defecto. Tiene la ventaja sicológica interna de alejar la depresión, y la ventaja sicológica externa de evitar la intimidad que podría hacer notorias las propias faltas o defectos. Así pueden sentirse justificados rechazando a una mujer falta de elegancia, a un hombre sin estabilidad monetaria, a uno que no es ario, a un cateto, a un impotente, etc. La ventaja social externa es de la familia "No es Terrible", del Tipo Amigable.

Un detalle interesante es que sus conclusiones y premisas son independientes de su capacidad intelectual o de sus conocimientos aparentes. Así, un diplomático de su país, dijo en público que otro país era inferior porque, entre otras cosas, los hombres usaban las mangas de los abrigos demasiado largas. En su estado Adulto del yo, este hombre era muy competente. Sólo cuando jugaba algún juego parental como "Defecto", decía semejantes desatinos (Juegos en los que participamos, pag. 50).

Finalmente, Berne describe el Yo- Tú - como el lugar de la “futilidad” donde no se logra nada. Es la posición "NIHILISTA" Los niños con apego desorganizado muestran en su manifestación externa elementos de los otros apegos inseguros (ambivalente y evitativo) sólo que no son capaces de organizar sus relaciones en una estrategia coherente y organizada. Tienen una imagen del mundo como algo inseguro, impredecible y dañino, por tanto sufren de alta ansiedad ante el abandono y una alta evitación al contacto.

Es fácil ver cómo estos patrones experimentados por Berne en su consultorio fueron confirmados por Mary Ainsworth y Mary Main en sus observaciones.

Las posiciones de vida ahora se pueden entender en relación con la seguridad. La adopción de una posición de vida nos dirá mucho sobre cómo responderá alguien cuando su necesidad de seguridad esté en primer plano. Además, la suposición en la teoría del análisis transaccional de que existe una posición vital básica resulta ser precisa y está respaldada por la investigación de los patrones de apego.

El antídoto para los apegos no seguros es la identidad, conocer que yo soy único y también un yo que comparte. Las personas con apego evitativo, no son capaces de unirse y de tener experiencias compartidas debido al miedo a dejar de ser uno mismo, pero cuando comprenden que pueden vivir las dos experiencias sin temor a desaparecer, pueden empezar a experimentar un apego seguro. Por ello suelen buscar parejas con las que no se sienten vulnerables aunque no puedan tampoco experimenten bienestar.

La seguridad es una experiencia interna que está influenciada por eventos y personas externas, pero que no se encuentra afuera de nosotros. Se dice "que se encuentra en la cueva del corazón" (Swartz). La seguridad proviene de nuestro núcleo y se expande hacia afuera desde nuestro centro con calidez, equilibrio y facilidad.

La seguridad se encuentra en el presente. Mantener un sentido de conciencia física o conexión a tierra (Ken Mellor) permite que la seguridad se revele. Ser consciente del mundo externo a través de los sentidos y cultivar una conciencia física interna permite experimentar plenamente todo lo que está allí. Esta puede ser una experiencia intensa. Nos llevará a una rápida disolución de pensamientos y sentimientos y un emergente sentido cada vez más profundo de seguridad interna.

La seguridad solo se encuentra en el cuerpo por eso es necesario cuidar de él, comer una dieta balanceada, hacer ejercicio regularmente, practicar la relajación,  cuidar el jardín de la seguridad.

Pensar en la seguridad desarrolla la seguridad, en lo que nos enfocamos nos convertimos (Ken Mellor). 


Estructuras del estado del Yo de los grupos inseguros

Inseguro Ambivalente

Generalmente en su infancia ha tenido un cuidador primario sobreprotector cuya principal motivación era sentirse seguro a través de la presencia del niño. El niño lo introyecta en su estado del yo Padre produciéndose una falta de respuesta a las señales de búsqueda de seguridad en otros y una expectativa de que sean los demás los que les brinden seguridad.

El niño pequeño se adapta a este estilo de crianza con enojo apegándose a la figura parental. El estado del yo Niño contiene una doble fijación a este estilo de crianza. En primer lugar, una expresión abierta de inseguridad y, en segundo lugar, una respuesta airada a las "figuras parentales" con la que intenta responder a esta expresión de inseguridad.


Inseguro Evitativo

Su infancia pudo involucrar a un cuidador distante que se era insensible a cualquier signo de vulnerabilidad en el niño. De hecho, es muy probable que el cuidador principal encontrase la expresión de vulnerabilidad en el niño como bastante inquietante. Esto se introyecta en el estado del yo Padre como indisponibilidad y descuento de todo comportamiento sano de búsqueda de seguridad.

El niño pequeño se adaptó a este estilo experimentando su vulnerabilidad pero decidiendo no expresarla. El estado del yo del Niño contiene este conflicto psíquico entre la experiencia de la vulnerabilidad y la decisión de intentar otra vez y no necesitar nada. A menudo, este conflicto se resuelve mediante la identificación con el estado del yo Padre, que niega el conflicto.


Inseguro Desorganizado

La respuesta parental hacia la expresión de inseguridad en el niño ha sido de marcada inconsistencia. Este estilo de crianza ha sido incoscientemente inconsistentemente, por lo que en un momento el padre puede haber sido muy sensible a la angustia en el niño y el minuto siguiente desdeñoso y avergonzado de las mismas señales de inseguridad. Esto se introyecta en el estado del yo Padre como una intensa inconsistencia en relación con su búsqueda de seguridad que puede oscilar rápidamente entre las respuestas "cariñosas" y "avergonzantes". El niño pequeño se adaptó a estas respuestas intentando adquirir seguridad "sin hacer nada, sobreadaptandose, agitándose, con violencia y con incapacitación" (Schiff).

El estado del yo Niño contiene tantas experiencias intensas de miedo como una gama de respuestas conductuales pasivas a ese miedo.


Es posible que en la edad adulta las relaciones estén marcadas por estas adaptaciones tempranas. La persona podrá transferir al otro su propio estado del yo Padre y por tanto esperar una respuesta similar a sus necesidades de seguridad como las experimentó cuando era niño. Otra posibilidad es que proyecte su estado del yo Niño inseguro en el otro y se relacione con él desde su introyección de Padre. Esto podrá llevarle a sentirse una y otra vez recorriendo los mismos patrones de pensamiento, sentimientos y conductas infantiles.

Para salir de estos patrones desadaptativos a la realidad actual, la persona debería identificar sus introyectos parentales y su adaptación del estado del yo Niño que no ha sido adecuada para responder a su necesidad de seguridad.

 A medida que se toma conciencia se debe hacer una elaboración de este material a nivel afectivo. Esto a menudo desencadenará una respuesta de duelo que implica muchos sentimientos como tristeza, entumecimiento, ira, culpa y autorreproche, ansiedad, soledad, fatiga, desamparo, conmoción y anhelo. (Worden). Los sentimientos negativos son naturales y sanos en este proceso, por ello es bueno poder aceptarlos y expresarlos. Es importante que la persona encuentre el sentido del dolor, de las lágrimas, de la culpa, de la rabia o de cualquier otro sentimiento que sabemos que está presente en todo duelo normal.

Worden nos habla de cuatro tareas a realizar durante el duelo ante un fallecimiento, vamos a readaptarlo a la pérdida de nuestros patrones aprendidos:

TAREA 1: Aceptar la realidad de la inadecuación al aquí y ahora de nuestros viejos patrones.

TAREA 2: Elaborar el dolor del duelo (rabia, tristeza, culpa, etc.)

TAREA 3: Adaptarse a un nuevo mundo, con nuevos aprendizajes, conceptos, emociones, etc.

TAREA 4: Reubicarnos emocionalmente con respecto a nosotros y nuestras relaciones significativas. 



 

Hacia la seguridad

Los inseguros ambivalentes.

Este grupo está demasiado atento a los demás para sentirse seguro y, por tanto, es muy sensible a las respuestas de los otros ante sus necesidades de seguridad.

En este caso, podemos ir descubriendo de qué manera activamos a nuestro Padre Nutritivo "sobreprotector" y a nuestro estado del yo Niño adaptado para que los demás se sientan seguros, con la esperanza de que nosotros mismos, finalmente, podamos experimentar esa seguridad anhelada. 

A medida que tomemos consciencia de estas experiencias, estaremos activando el estado del yo Adulto que podrá integrar experiencias pasadas en el presente, que es el único lugar donde realmente podemos experimentar la seguridad. En estos casos podemos darnos cuenta de que la experiencia de seguridad nunca está afuera, sólo puede provenir de nuestro estado interno.


Los inseguros Evitativos

Este grupo no estará atento a los otros para sentirse seguros y experimentará la necesidad de seguridad como algo que no se puede poseer ni expresar, por tanto niegan sus necesidades de seguridad.

Su estado del yo Padre introyectado, niega las necesidades del Niño. Le cuesta conectar con sus emociones en el ámbito relacional.

Aquí se trabajará para reconocer y responder a las necesidades del Niño, esto será la puerta de entrada para construir un bienestar interno y externo.


Los inseguros desorganizados

Este grupo es muy vulnerable y experimenta fácilmente la necesidad de seguridad, pero no tiene un modelo interno para actuar de una manera que pueda experimentarla. Tienen tendencia a experimentar el miedo en un intento recobrar la seguridad. Main y Solomon (1990) han acuñado la expresión “miedo sin solución” para reflejar lo que experimentan los niños/as con apego desorganizado.  Es probable que cuanto más confiable se comporte el otro, éste responda más desorganizadamente a sus necesidades de seguridad. Es posible que sienta que se le invita a sentirse seguro y a la vez se le impide alcanzarlo. Se encontrará muchas veces en un doble vínculo de Bateson: “Haga lo que haga me siento inseguro”.

En estos casos el trabajo consistirá en desarrollar la capacidad de sentirse relajado con el otro, mientras desarrolla un modelo interno de comportamiento de búsqueda de seguridad adecuado que le permita experimentar relaciones predecibles y seguras. Se trata de romper la parálisis del miedo y experimentar una confianza básica en sí mismo y en los demás, algo que no tuvieron, porque estaban paralizados por el miedo.

Desarrollar la seguridad interna es la tarea más importante en nuestra vida. Es una experiencia en constante evolución. La psicoterapia puede facilitar un impulso hacia la consecución de la seguridad. Pero también se conseguir a través de un trabajo personal.

Suelo decir que nosotros somos un jardín, podemos contratar a alguien que nos ayude a cuidarlo o aprender a hacerlo nosotros mismos. Será mucho más cómodo que nos ayuden, aunque finalmente la tarea tendremos que continuarla nosotros mismos.