lunes, 2 de noviembre de 2020

Atención plena y los Estados del Yo

La realidad que percibimos no está determinada externamente por las personas, situaciones, objetos o ambientes; sino por la manera en que nos hablamos de esas personas situaciones, objetos y ambientes.

 Cada vez que nos hablamos de manera negativa y reactiva, no importa que creamos que estamos utilizando nuestra mente para racionalizar y justificar la negatividad, estaremos creamos sufrimiento innecesario para nosotros mismos; y, en algún momento, utilizaremos ese sufrimiento innecesario para proyectarlo de alguna forma sobre otras personas, situaciones, sobre el entorno e incluso sobre objetos. Esta consecuencia de la ideación negativista es inconsciente e inevitable. 

 A lo largo de la historia, importantes maestros han declarado y demostrado que la vida, para bien o para mal, es la creación de nuestros pensamientos tal como se expresan en nuestros diálogos internos. Albert Ellis, uno de los fundadores de la terapia cognitiva conductual, declaró que: “Las emociones dolorosas provienen más de los sistemas de creencias de las personas que de la realidad.”

 Sin embargo, tenemos una opción para poder evitar la reacción automática dirigida por el subconsciente. Es posible llevar el diálogo interno desde el preconsciente a la conciencia, y aprender a dirigir ese diálogo interno para que su contenido nos sirva y poder crear una vida que sea significativa, feliz y con relaciones de intimidad.

La neurociencia está proporcionando pruebas sólidas de la plasticidad cerebral, de que nuestro cerebro está dotado de una capacidad de por vida para reorganizarse con cada nueva experiencia.  Se sabe que la activación neuronal puede provocar cambios en las conexiones neuronales y la experiencia conduce a un cambio en la activación neuronal, a través de la práctica repetida en el enfoque atención [podemos fortalecer] los circuitos neuronales involucrados en el control voluntario de [conciencia]”(Ellison, 2006, p. 74)

Muchos trabajos de investigación han encontrado una relación entre el bienestar y un atributo particular de la conciencia, llamado atención plena. La atención plena se describe como "el estado de estar atento y consciente de lo que está sucediendo en el presente”(Brown & Ryan, 2003, p. 822)

Cuando está practicando la atención plena, uno no dirige la atención hacia adentro sobre el yo, ni intenta evaluar, construir o elaborar representaciones mentales del yo. Más que percibir a través de la lente autoenfocada, el objetivo es mantener o prolongar ese “momento fugaz de conciencia pura” (Gunaratana, 2002, p.138) donde uno observa el presente como es antes de proyectar sus categorizaciones, concepciones, expectativas, deseos y prejuicios (Baer, ​​Smith & Allen, 2004; Bishop, Lau, Shapiro, Carlson, Anderson, Carmondy, et al., 2004; Brown y col., 2007a; Dimidjian y Linehan, 2003; Kabat-Zinn, 1990; Lau, obispo, Segal, Buis, Anderson, Carlson y col., 2006; Teasdale, 1999)

En un estado de atención plena, no se propone ni se intenta lograr ningún objetivo aparte de mantener la conciencia más clara del momento presente (Gunaratana, 2002). Por lo tanto, se entiende que la atención plena fomenta una "receptividad imparcial" (Brown et al., 2007a, p. 213), "conciencia no colaborativa" (Bishop et al., 2004, p. 234) o "estado de alerta sin ego" (Gunaratana , 2002, p. 152), resultando en una visión más empírica hacia los datos de la experiencia inmediata (Brown et al., 2007a). Con el tiempo, es menos probable que los pensamientos de una persona consciente sean alterados por creencias personales y prejuicios que no están respaldados por evidencias objetivas.

 En términos generales, la atención plena consiste en:

(1) una mayor capacidad para desplegar, mantener y reorientar la atención y la conciencia al desarrollo de las experiencias presentes, y

(2) cambios sistemáticos en las tendencias psicológicas que alteran la naturaleza de la experiencia subjetiva de uno.

La atención plena tiene una calidad prerreflexiva, de modo que los contenidos de la conciencia no se interpretan inicialmente a través del marco de la experiencia personal y las representaciones mentales bien establecidas (Brown y Ryan, 2007a; 2007b; 2003; Levesque  y Brown, 2007).

Este cambio del procesamiento reflexivo hacia un enfoque centrado en el presente de la experiencia cambia la forma en que uno se relaciona con sus percepciones, emociones y pensamientos. Esencialmente, uno se identifica menos personalmente con sus experiencias. Por ejemplo, cuando surge un pensamiento negativo, en lugar de experimentarlo como un hecho ineludible de un estado del yo fijo, estático (“Soy un perdedor”), o de la realidad, uno es capaz de observarlo con cierta distancia mental y ver los pensamientos como pensamientos, eventos mentales transitorios que pueden o no ser correctos.

La atención plena también se ha caracterizado por aportar una “claridad de conciencia” a las propias experiencias tal como existen de momento a momento (Brown et al., 2007a, p. 213). Esta orientación a menudo se llama shoshin, o mente de principiante (Suzuki y Dixon, 1999) porque los contenidos de la conciencia se examinan con un sentido de curiosidad, como si fueran completamente nuevos y se examinaran por primera vez con menos confianza en las interpretaciones hechas en el pasado.

Existen muchos beneficios cuando uno aleja su atención del pasado y el futuro para enfocarse en el presente con atención plena, y por esta razón, la capacitación en mindfulness tiene como objetivo habituar a las personas a adoptar esta perspectiva. Muchos de los estados negativos, destructivos y contraproducentes asociados con las preocupaciones personales (vergüenza, culpa, vergüenza, miedo, ansiedad, ira, odio, incertidumbre) surgen cuando se aplica una perspectiva temporal (pasada o futura) o desde el AT se activa el Padre o el Niño.

Esto no quiere decir que las personas conscientes nunca experimenten preocupaciones por sí mismas, sino que cuando surgen, una persona con una orientación consciente no se siente tan encantada o amenazada. 

Es cierto, por otra parte, que nuestra consideración sobre el pasado y el futuro sirve para propósitos de adaptación, por ejemplo, para proteger y mejorar la identidad personal, pero este tipo de cogniciones filtran y obstruyen nuestra experiencia del presente y distorsionan nuestra perspectiva de la realidad mientras está sucediendo. Las personas estamos enfocadas en mantener autopercepciones positivas y descartar y refutar las autopercepciones negativas de una forma automática.

La atención plena puede integrarse fácilmente con la teoría de los estados del yo. Ser consciente se asocia con el estado del yo Adulto (Žvelc, 2010; Žvelc, Černetič y Košak, 2011).

En Psicoterapia Integrativa y Análisis Transaccional, el estado del yo Adulto se describe como una persona que está en el aquí y ahora, es consciente de la realidad presente funcionando de acuerdo con ella y es autónoma de las influencias intrapsíquicas de material rígido y obsoleto que reside en el arqueopsique y exteropsique (Berne, 1961; Erskine, 1991; Tudor, 2003).

 El estado del yo Adulto es el nivel en el que actuamos, pensamos y sentimos dependiendo de la realidad inmediata del aquí y ahora, utilizando todos los recursos que tenemos como individuos maduros. Estructuralmente, el estado Adulto contiene técnicas y estrategias, aprendidas por la experiencia, para resolver la problemas. Se utilizan en circunstancias apropiadas elegidas de acuerdo con los factores ambientales. Estar consciente es similar a estar en el estado del yo Adulto. Una persona consciente está en pleno contacto interno y externo, sin suprimir o evitar sus propios pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales desagradables. Están dispuestos a actuar de acuerdo con esa situación y no sentirse dirigido por las introyecciones del estado del yo Padre o el sentimiento y / o pensamiento del estado del yo Niño. Según Žvelc y sus colegas (Žvelc et al., 2011), la atención plena puede estar en el corazón del proceso de integración del estado del yo Adulto.

 Tanto la atención plena como el estado del yo Adulto se centran en el aquí y ahora, siendo desligados del material que pertenece al pasado o al futuro, como las introyecciones en el estado del yo  del Padre y experiencias traumáticas en el estado del yo del Niño.

Nuestra vida interna puede considerarse como una lucha continua entre lo que sentimos que queremos hacer: esto emana en el estado del yo Niño, y lo que creemos que deberíamos hacer, esto recae en el estado del yo Padre. El conflicto puede resolverse con la acción del Adulto, que se ocupa por lo que sucede aquí y ahora. El Adulto también es responsable de la forma de hacer lo que se ha decidido hacer. (Stewart y Vann, 2007; Midgley, 1999; Rusu, 2010)

Al estar atento, un individuo puede observar y luego abandonar sus pensamientos y sentimientos agradables o desagradables. Esto no se puede lograr en el estado del yo del Niño o del Padre debido a la rigidez de estos dos estados del yo, que por definición carecen de conciencia, porque han surgido como consecuencia de las interrupciones del contacto (Erskine et al., 1998).

Otro paralelismo más entre la atención plena y el estado del yo Adulto se puede observar en el nivel neuropsicológico. Parece que estar atento y estar en el estado del yo Adulto se caracterizan por la activación de las funciones ejecutivas del individuo. Estas funciones, que incluyen el manejo de la atención y la memoria de trabajo, la flexibilidad mental y el cambio de tareas, el inicio y el monitoreo de acciones, se han asociado con la corteza prefrontal del cerebro (Miller y Cohen, 2001).

 Según Berne (1964/1975), el objetivo final de la psicoterapia para un individuo es lograr la autonomía, que comprende la conciencia, la espontaneidad y la capacidad de intimidad. Para alcanzar la autonomía, una persona debe "curarse", en la medida de lo posible, del control intrapsíquico ejercido por sus patrones de guión. El guión limita su espontaneidad y flexibilidad en la resolución de problemas y en la relación con las personas, porque la historia de la vida de uno, incluido el final y todos los eventos principales, ya está escrita, generalmente en la primera infancia (Erskine y Moursund, 1998).

 Uno de los mecanismos clave de cómo funciona la atención plena es atenuar la naturaleza automática de las reacciones de una persona. En el campo de la atención plena, reaccionar de forma automática se denomina estar en "piloto automático". Significa hacer algo con poca o ninguna conciencia, de una manera predeterminada por patrones de pensamiento, sentimiento y comportamiento viejos, rígidos y, en general, no adaptativos. El concepto de estar en piloto automático, o actuar incoherentemente, y el concepto del Guión se superpone en gran medida. En ambos casos, la persona carece de autonomía, tal como la define Berne (1964/1975), que supone ser verdaderamente consciente de las cosas como son, ser espontáneo en todas las formas de comportamiento y, por tanto, capaz de una intimidad real en las relaciones con otras personas.

 La atención plena, que es un proceso de desautomatización y de aumento de la conciencia, puede, por tanto, ayudar a una persona a lograr flexibilidad y libertad para responder. Les ayuda a pensar, sentir y comportarse de una manera relevante para el situación específica en el aquí y ahora, libre de "las cosas viejas", tales como introyecciones y otros materiales de los estados del ego Padre y Niño.

 Vivir conscientemente significa estar en contacto, y si una persona está en contacto, no hay necesidad de seguir un Guión. Como explican Erskine y Moursund (1998), la historia de los guiones de vida es la historia del contacto y la distorsión de contacto entre un individuo y el mundo exterior de las personas y las cosas. Cuando el contacto se distorsiona o se niega, las necesidades no se satisfacen. Dado que la experiencia no se cierra de forma natural, busca un cierre artificial. Estos cierres artificiales son la sustancia de las reacciones y decisiones infantiles (Erskine y Moursund, 1998).

 Por el contrario, las necesidades de un individuo se procesan de forma espontánea y natural cuando la persona se encuentra en el estado de atención plena. Ser consciente de la propia necesidad y estar en contacto con ella permite a una persona satisfacer la necesidad más fácilmente, o al menos cerrar la Gestalt a través de la conciencia de que la necesidad no se puede satisfacer por el momento.