viernes, 5 de noviembre de 2021

El prejuicio y el cambio

Nos cuesta contactar con nuestros patrones mentales desadaptativos o no funcionales. Solo algunas dificultades  emocionales o físicas ( ansiedad, preocupaciones, inquietudes) nos hacen intuir que algo no va bien.

Incluso aunque seamos conscientes, nos cuesta cambiar patrones desadaptativos, en el aquí y ahora, que nos impiden avanzar o que directamente nos meten en problemas una y otra vez.

El cerebro humano está formado por patrones neuronales, reforzados por la repetición y que predicen y nos preparan para actuar de la misma forma la próxima vez. Estos patrones harán que nos enfoquemos en seleccionar de la realidad aquello que encaja con ellos.

Si de niña tuve un padre con conductas autoritarias y críticas y mis respuestas era de miedo y sobreadaptación, mis reacciones de adulta ante cualquier comportamiento autoritario y crítico serán las mismas que durante mi infancia, descontando la posibilidad de afrontar dicha experiencia desde el poder personal y la asertividad. Y probablemente, cuando me sienta en una posición de autoridad, repetiré aquellos comportamientos autoritarios y críticos de mi padre. De esta manera el original patrón construido en la niñez se irá reforzando por la repetición automática que se dará a lo largo de la vida, salvo que cambios externos o internos nos impulsen a cambiar ese viejo patrón a través de la repetición de nuevas conductas.

Nótese que hablamos de conductas, no de personas. Las personas no son desadaptativas, solo algunas de sus conductas. La mayoría de nosotros confundimos las conductas con la persona que las ejecuta, perdiendo la capacidad de ver, detrás de esa conducta, todo un mundo oculto de motivos y necesidades  genuinas que todas las personas pretendemos satisfacer aunque para ello no dispongamos de la conducta adecuada.

Las experiencias infantiles se graban neuronalmente. El diseño y la estructura de nuestro mundo interno se creó en nuestra primera etapa vital. A partir de esa estructura vamos incorporando nuevas experiencias interpretándola con aquellos viejos patrones infantiles, reforzándolos o confirmándolos, configurando lo que lo que Berne llamó Guión de Vida.

En esos viejos patrones se encontrarán las emociones, pensamientos y conductas propias y de nuestro entorno más cercano que configurarán nuestra manera de vernos y de ver el mundo.

Gracias a nuestros padres o figuras parentales (padres, cuidadores, etc) pudimos sobrevivir. Nuestra vida psíquica y física dependió de los estímulos recibidos que nos permitieron construir esas sinapsis que estructuraron nuestro cerebro y nos dieron un marco para situarnos el mundo. Si al niño no se le estimula, no desarrollará adecuadamente sus capacidades intelectuales. Por otro lado, la familia solo reforzará aquellas las conductas, pensamientos y emociones del niño que encajen dentro de su esquema. De esta manera, el niño necesitará adaptarse de la mejor forma a esos esquemas previos para obtener los máximos beneficios o evitar problemas.

Tan responsable es el adulto del presente de su personalidad en el aquí y ahora, como lo fueron sus padres o figuras parentales de las que mostraron. Dieron lo que tenían, de donde no hay, no se espere recibir.

Acabo de leer un artículo de un periódico digital en el que se promociona un libro titulado 'El hijo del capitán trueno' que Miguel Bosé va a publicar este mes. En el artículo se extraen algunos episodios que Bosé recuerda de su niñez. Me ha sorprendido un relato muy duro sobre cómo su padre rechazaba su afición a leer porque creía que eso le iba a impedir desarrollarse como un “hombre” y le haría una “Mariquita Pérez”. En aras de hacerle un "hombre" y de que aprendiera “las cosas de hombres” como la caza, se lo llevó durante un mes a un safari a África. El médico, antes de partir, entregó un frasquito al padre con unas píldoras diciendo: “que no se te olvide, que no se te olvide Luis Miguel, son contra el paludismo, y me da igual si tú no te las tomas, pero al niño se las das religiosamente o te mato”. Por supuesto, el padre que rechazaba el poder o la utilidad del conocimiento y la lectura, confiando ciegamente en la fuerza bruta, no le protegió con las píldoras de quinina, argumentando que “eso era una mariconada que no servía para nada” y el niño volvió sufriendo los efectos del paludismo que le provocaron un gran deterioro y una recuperación difícil.

El extracto del libro termina con la frase: “El bicho que se me había instalado en el hígado, bien al reparo, fue otra de las desgraciadas herencias que recibí de mi padre”.

Esta frase me ha llevado a pensar en el posicionamiento acérrimo que ha liderado Miguel Bosé contra la medicación para evitar otra amenaza vírica, descontando la peligrosidad  de la Covid19 y negando cualquier beneficio de la vacuna, tomando una posición tan cerrada y absoluta como su padre, que se describe como impertérrito ante los hechos que mostraban el riesgo de muerte de su hijo. En el pasado el padre enfrentaba prejuicios sobre hombría e intelecto, como si la hombría impidiera lo intelectual o la racionalidad. En el presente, el hijo, enfrenta ciencia y libertad, como si la investigación científica impidiera el disfrute de la libertad personal o como si responsabilidad personal fuera en contra de libertad ¿Se trata quizás de otra desgraciada herencia que recibió? Lo dejo a vuestra reflexión.

Las personas que se autocompadecen o se sienten resentidos por no haber recibido de sus figuras parentales la ternura y el cariño que hubieran deseado, suelen perdonar con facilidad y agradecer a sus cuidadores lo recibido, cuando comprenden que aquello que experimentaron, tanto lo negativo como positivo, le permitieron desarrollarse hasta alcanzar la edad adulta. De no haber recibido esos estímulos, incluso los negativos, les hubiera supuesto su muerte psíquica.

Es curioso, en general,  como vemos los defectos de nuestros padres sin ser capaces de ver como los reproducimos también nosotros. A consecuencia de esto, las virtudes y defectos familiares siguen cultivándose en las siguientes generaciones, aunque las nuevas circunstancias vitales las revistan de nuevos ropajes. Podemos entonces hablar de “en mi familia somos así”, “soy como mi padre”, “los Pérez somos tozudos”, o “no quiero ser como mi madre” (implica que queremos ser lo contrario de lo que tememos que podamos estar siendo y por tanto nos polarizamos), etc; asumiremos las creencias que el niño decidió adoptar influidos por ese entorno y que incorporamos como propias: No puedo equivocarme, debo hacerlo perfecto, los cambios son dolorosos o peligrosos, si no hago lo que los demás quieren no me van a querer, tengo que ser fuerte, etc.

Y así, estaremos viviendo bajo un corsé mental más o menos rígido del que solo lograremos escapar si nos enfrentamos al cambio. En ese cambio estaremos solos, con la plena responsabilidad de la reparación o modificación de aquellos patrones disfuncionales que no deseamos.

Eso o lamentarnos eternamente.

Un cambio que será más fácil desearlo que conseguirlo y que requerirá de la conciencia del prejuicio, esfuerzo y regularidad.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Abrazar el sufrimiento: la sabiduría del Padre Nutritivo

 


El desarrollo de un Padre Nutritivo Positivo interno es tan importante para la autogestión emocional como el Adulto. Un Padre Nutritivo Positivo interno que cumple con las funciones de permiso y protección del Niño interno nos proporciona una base segura interna necesaria para enfrentarnos a todas las adversidades inevitables de la vida y también para sortear las evitables. 

Ante estas adversidades, el PNPi nos ayuda a atravesar con el menor coste posible los eventos dolorosos externos, las frustraciones y las emociones "negativas"  internas. Es nuestro padre emocional, como buen padre su objetivo es el máximo beneficio con el menor coste posible, donde el beneficio es el bienestar y el coste es el sufrimiento. El PNPi hace suya la afirmación de Buda: «El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional».

El Padre Nutritivo sabe que un espacio seguro interno nos permite tomar mejores decisiones, mantener los proyectos y descubrir oportunidades; puede seleccionar que críticas aceptamos adecuadas en el  camino de crecimiento, nos garantiza la coherencia y nos permite la creatividad. También conoce que cuando el estado interno es inseguro nos focalizamos en el problema y en sus pequeños detalles, alejándonos de las soluciones, haciendo más profundo el hoyo del que pretendemos salir. Y sobre todo que, fuera de una base segura, perdemos el sentido de lo importante, nuestra salud física y mental y calidad de nuestras relaciones con los demás, con comportamientos de evitación, de agresión o de pasividad (internos o externos).

El Padre Nutritivo Positivo interno comprende las necesidades del Niño interno y las cubre. Por eso no reprime las emociones del Niño ni las evita o ignora, si no que escucha sus mensajes y le ofrece salidas nutritivas. Sabe que detrás de la inquietud, el Niño busca la claridad, detrás de la cólera busca ser protegido y defendido, que con la tristeza el Niño expresa su necesidad de tiempo para la introspección, con la desesperación indica su pérdida de sentido y su necesidad de recuperarlo, que con la culpa señala su necesidad de replantearse creencias y comportamientos; el PNPi conoce el proceso que necesita cada emoción, un proceso interno de reconocimiento de la situación emocional y de búsqueda e implementación de las acciones dirigidas a encontrar o crear las soluciones.

Cuando el PNPi acepta los estados emocionales del Niño interno el sufrimiento es menor y la información que le aporta es esencial para nuestra calidad de vida y nuestro desarrollo personal. El PNPi acoge la emoción del Niño con amor, ternura y compasión. Empatizando con su dolor y aportándole vías de salida, de superación y de reparación. A veces, no se puede hacer nada más que aceptar el dolor del Niño y nutrirlo acompañándole, otras le puede señalar acciones adecuadas y claras para atravesarlo.

El PNPi “abraza los sufrimientos”, más que “los acepta” pues la aceptación puede ser asociada fácilmente a la resignación del Niño Sumiso, asustado y confuso. El Padre Nutritivo sigue activo, cuidando, protegiendo y filtrando o reformulando aquello que está acogiendo del dolor emocional, separando el dolor real del sufrimiento erróneo.

Acoger, nutrir y asegurar al Niño que sufre es la acción necesaria para mantener el equilibrio interno.

Veamos cómo esto sucede en la práctica cotidiana desde una perspectiva interpersonal, que puede representar a la relación de nuestros estados del yo internos:

Un niño jugando con la pelota tropieza y cae al suelo, se tuerce un tobillo, no puede apenas caminar hasta su casa, el dolor es muy fuerte. Al llegar a casa, su madre le reprocha su torpeza, también su afición por la pelota, le dice que al día siguiente no podrá ir al campo a jugar con sus primos, como a él tanto le gusta, que todo es por ser tan bruto y que va a tener que estar encerrado todo el tiempo por culpa de su inutilidad, que ella ahora no va a poder ir a la boda de su mejor amiga, cuando ya había comprado un vestido que le había costado un dineral. 

Claramente comprenderás que al dolor físico se sumará todo un sufrimiento emocional y relacional que persistirá incluso cuando el pie se haya recuperado. 

Veamos como de opcional es el sufrimiento cuando un Padre Nutritivo, en este caso hacia el otro, actúa:. 

Imaginemos al mismo niño con el mismo dolor en el tobillo después de su accidente. Al llegar a casa su madre lo abraza, le pregunta cómo se siente, qué le ha pasado, donde le duele y lo escucha atentamente, le tranquiliza con palabras tiernas y serenas, empatiza con su dolor y con sus necesidades de ser calmado y cuidado. Mientras le lava y le aplica un antinflamatorio le dice que ahora tiene que estar unos días con el pie en reposo,  que al día siguiente podrá ir al campo a ver a sus primos y que podrá seguir su reposo viendo sus programas favoritos en la casa, que ella organizará un juego de mesa muy divertido para que todos lo puedan pasar bien juntos y él pueda estar participando. Le cuenta que ella también se cayó de pequeña cuando jugaba con su prima a subirse a caballito en sus hombros y se rompió un brazo, que se lo escayolaron y estuvo todo el verano utilizando una aguja de tricotar para introducirla en el hueco de la escayola poder calmar sus picores. Qué suerte, le dice, si no te tienen que escayolar, no tendrás esa incomodidad! Le prepara una silla cómoda y un taburete para poner su pie en reposo y después le dice que le va a preparar una sopa caliente que le va a sentar muy bien. Siguen hablando de su día y de sus cotidianidades con la serenidad del vínculo seguro. Él le pregunta por la boda de su amiga, si ella podrá ir. Ella le responde que todavía hay tiempo, que decidirán como lo harán cuando llegue el momento, que todo irá bien, mirándolo a los ojos con todo su amor le dice que lo importante ahora es que él esté tranquilo y que su pie se recupere.

Apenas que te pongas en el lugar del niño podrás notar nítidamente las diferencias de su dolor en ambos casos. 

Y si bien no elegimos a nuestros padres y sus capacidades para asegurarnos el cuidado y la protección ante el dolor, sí tenemos la capacidad de aprenderlas si no han sido modeladas adecuadamente durante la infancia.

Cuál es tu primer reflejo ante el dolor físico o emocional: ¿perseguirte o perseguir a otro? o ¿Cuidarte? ¿Qué hacían contigo ante el dolor físico? y ¿ante el dolor emocional? Quizás hacían lo mismo ante los dos tipos de dolor, descontarlos, hacerte culpable o hacerse las víctimas, o reaccionaban de forma diferente, cuidando uno y rechazando el otro. O tuviste suerte y te sentías arropado y cuidado en ambos casos. 

En cualquier caso ahora, ya adulto, eres tú el que respondes a tus dolores físicos y emocionales. Quizás sería bueno preguntarte si sigues aquellos patrones vividos o has ido aprendiendo gracias a nuevas experiencias o por un “darse cuenta” a evitar y modificar la parte que añade sufrimiento. 

Desarrollar nuestro Padre Nutritivo Positivo Interno  consiste en estar atento a los propios sufrimientos en lugar de evitarlos u ocultarlos con actos distractorios, es conectarnos con ellos para aliviarlos en lugar de castigarnos o perseguirnos, es ser amable y comprensivo con uno mismo.

Darnos cuenta de cómo distorsionamos el dolor añadiéndole sufrimiento con nuestros diálogos internos durante las pequeñas cosas en el día a día, en los pequeños detalles, incluso en los insignificantes, nos ayudará a prepararnos para atravesar los grandes dolores.

martes, 2 de noviembre de 2021

Recalculando: sentido de la vida, meditación y análisis transaccional

 


En busca del sentido de la vida vamos construyendo nuestra vida. Incluso aquellos que nunca se plantean la cuestión, lo buscan cada día de manera inconsciente, con más o menos acierto. Es nuestro motor desde que nacemos, primero lo hacemos con un sentido prestado, aquel que la sociedad y nuestra familia nos facilita: si haces esto, obtendrás esto, debes de ser, sentir, hacer…, tendrías que….indicaciones a las que nos adaptamos más o menos bien y a medida que van alejándose de nuestra realidad del presente,  en el mejor de los casos,  nos invitan a buscar nuevos sentidos, en el peor, nos instalan en la confusión y el sufrimiento.

Si usamos la acepción de sentido como orientación, ir de un punto hacia otro, el sentido no se puede concretar, no es una meta, es sólo una dirección, por tanto, podríamos pensar que el sentido de la vida solo es la energía que fluye, a través del bienestar o malestar, en el proceso de vivir hacia una dirección cuya parada solo está en la muerte; es posible que ese sentido solo pueda ser definido a posteriori, cuando al final de la vida nos enfrentemos al balance final. Quizás es mejor que vayamos haciendo pequeñas evaluaciones y no posterguemos todo para aprenderlo en el último momento.

El Análisis Transaccional es una magnífica herramienta para comprender hacía dónde estamos yendo, nos ofrece un lenguaje muy concreto para poder describir nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. Los conceptos del AT nos permiten descubrir la dirección hacia la que estamos enfocados, dándonos la oportunidad  de mantener, corregir o cambiar el rumbo.

Conocemos la realidad cuando la podemos describir. Nuestras sensaciones se convierten en emociones cuando las nombramos.  Nos ubicamos frente o con los demás en los relatos que nos hacemos sobre nosotros mismos y/o los demás. El relato es importante por tanto, el relato nos hace protagonistas o víctimas, héroes o villanos, aventureros o presos. El relato nos permite comprender el guión que seguimos y su estructura.

El relato puede ser construido desde el exterior o desde el interior. Puedo ser un mero actor del guión impuesto o autoimpuesto, o un autor creativo de cada acto. Si soy mero actor, atenderé  a lo que se espera de mí, a los mandatos, prescripciones y atribuciones recibidas. Si decido ser autor,  utilizaré mi creatividad, aceptaré mis bloqueos creativos y mi responsabilidad y poder en las elecciones que hago en cada momento de mi vida.

Cada una de las herramientas de autoconocimiento que nos ofrece el AT puede ser utilizada como brújula cuando andamos perdidos. Y en estos tiempos, en los que la meditación o el mindfulness “está tan de moda” para encontrar la serenidad, el equilibrio y la ecuanimidad, utilizar los conceptos del AT durante la meditación puede reforzar sus beneficios.

Personalmente no sé a qué se dedican las demás personas cuando meditan. Unos cuentan que les basta centrarse en su respiración dejando ir sus pensamientos sin aferrarse a ninguno. Otros buscan la emoción profunda e intensa que encuentran al entrar en contacto con la sensación básica, tan simple, de estar vivo. También se utiliza para trabajar emociones, desarrollar la compasión o la ecuanimidad. Los más atraídos por la biología buscan desconectar su sistema simpático y activar el parasimpático, relajando sus músculos, regulando su respiración y recreando pensamientos positivos y emociones agradables. En cualquier caso, el tiempo de meditación se utiliza para alcanzar cierto bienestar interno o desconectar del malestar que nos habita.

En mi caso, en el tiempo que dedico a la meditación, practico un poco todo lo anterior, dependiendo de la necesidad del momento, y reservo la mayor parte del tiempo para hacer lo que yo llamo “recalcular ruta”. Es un tiempo dedicado para ubicarte en tu mapa y contrastarlo con la realidad. Como sentencia la PNL el mapa no es el territorio, por ello estamos obligados a realizar actualizaciones constantes.

Para poder comprender qué actualizaciones se deben realizar en el mapa, el AT me ayuda a identificar cuando se necesita seguir, retroceder o modificar el camino, si tengo suficiente combustible o si he de parar a descansar para poder proseguir.

Meditar sobre mis estados del yo me permite equilibrarlos. Contactar con mi cuerpo, mi respiración y mis emociones me ponen en contacto con el Niño, notar como se siente y qué necesita para sentirse seguro y calmado. Cuando mi Niño está atendido, paso a escuchar a mi Padre, a distinguir los mensajes constructivos y protectores de los críticos y paralizantes, puedo mantener un diálogo con él desde mi Adulto, de manera que le ayudo a aclarar sus valores, sus límites sanos y sus mensajes nutritivos hacia el Niño, de manera que Niño y Padre se sientan en cooperación.

Una vez equilibrados los estados del yo, puedo hacer un recuento de mis entradas y salidas de estímulos (caricias), los condicionales e incondicionales que doy y que recibo. Cómo es el balance. Donde necesito poner o quitar. Así como la estructuración de mi tiempo, donde necesito recortar y donde fomentar.Me resulta muy útil también meditar sobre mi posición existencial ante los conflictos vividos y buscar en ellos mis descuentos o sus descuentos, mi rol en las triangulaciones y los juegos en los que he podido enganchar o provocar. 

Desde las gafas que me facilita el AT puedo examinar  los actos y escenas que me acercan a lo hamártico o banal que otros han escrito, buscando responder adecuadamente, cada vez mejor, a los estresores externos y reaccionar menos.

El encargado de toda esta actualización es mi Adulto, como describe Erskine, con la “plena capacidad neopsíquica del yo adulto para integrar valores, procesar información, responder a emociones y sensaciones, ser creativo y estar en contacto” (p. 87). O como confirma Tudor, con la capacidad del Adulto de procesar e integrar sentimientos, actitudes, pensamientos y comportamientos apropiados para el aquí y ahora.

No es posible revisar todo esto en el tiempo de una sola meditación, por ello voy atendiendo a demanda, a demanda de mi Niño, de mis relaciones, de mis dudas o de mis emociones. Siempre hay una herramienta de AT que me podrá facilitar el proceso, el proceso de tomar perspectiva suficiente para poner orden en el caos. La metáfora que puede representar el proceso es la del jardín, mi jardín cada día necesita ser atendido, quitar malas hierbas, abonar cuando se necesita, podar para fortalecer, regar, etc. Cada día hay nuevas tareas a demanda del jardín, no todos los días se necesitan las mismas, pero sé que cuento con la caja de herramientas de AT que me ayudaran en el proceso.

Aquello que cultivamos crece, cultivando regularmente el Adulto mediante el tiempo de la meditación lo empodero, es fácil si se crea el hábito, el hábito de atender y detectar las necesidades del Niño y los valores del Padre, de manera que podamos mantener nuestra armonía y coherencia interna y con los demás. 

Todo esto no evita que te salgas o te pierdas en el camino, pero no cabe duda que te  ayuda a volver a él y seguir el sentido qué tú eliges.

martes, 26 de octubre de 2021

A la mente no instruida no le gusta estar solo consigo mismo


En español tenemos una sola palabra para designar el estar solo o sentirse solo, incluso si hay compañía, soledad. Y en general,  la soledad se asocia con algo negativo. En inglés existen dos palabras diferentes “solitude” y  “loneliness”, la primera describe la soledad física y alude a un tiempo para la  reflexión, para la melancolía o para la creación y tiende a ser positiva, incluso necesaria, al contrario que la segunda, que es una emoción negativa de vacío, de abandono o sufrimiento por estar solo. Creo que sería bueno que tuviéramos una palabra en castellano que se identifique con el concepto inglés de solitude, con el que podamos expresar el valor y las posibilidades positivas que ofrece el estar solo.

Seguramente la soledad tiene tan mala prensa porque para mucha gente quedarse a solas con sus pensamientos puede ser una tortura. Sobre todo si es en mitad de la noche y no pueden conciliar el sueño, donde la culpa, la inseguridad y la ansiedad les impulsan a levantarse y hacer algo, cualquier cosa, preferible a soportar la agitación de la mente inquieta como única compañía. La luz del día, con las múltiples tareas mundanas y las interacciones con otros, les permitirán enterrar o enviar sus diálogos internos y emociones negativas a sus cuevas. Pero no es fácil esconderlos, pueden volver a emerger siempre que no haya distracciones externas que ocupen su mente. Afortunadamente, en estos tiempos de redes sociales, encontrarán con facilidad algo que hacer.

Debe ser por esto que hay gente que prefiere recibir una descarga eléctrica antes que enfrentarse a la única compañía de sus pensamientos o diálogos internos. Aparentemente no tiene sentido, ¿verdad?

Pues esto fue lo que descubrió el equipo de investigadores de las universidades de Harvard y Virginia y dirigido por el psicólogo Timothy Wilson en el 2014  mediante una serie de experimentos conductuales.

Los participantes, en su mayoría estudiantes universitarios, y también adultos reclutados en una iglesia y en un mercado de agricultores, recibieron instrucciones pasar una cantidad de tiempo (de 5 a 15 minutos) "entreteniéndose con sus pensamientos" en una habitación sin otra cosa que hacer. A la mayoría no les gustó la experiencia y además les resultó difícil concentrarse. Incluso cuando el experimento lo hicieron en sus casas, fuera de la fría sala de experimentos.

En este punto, los investigadores comenzaron a preguntarse: ¿tener algo que hacer es mejor que nada? Y, esto les llevó a que los participantes tuvieran la posibilidad elegir entre no hacer nada o provocarse una descarga eléctrica presionando un botón.  Así pues,  los situaron de nuevo sentados en una habitación, sin nada que hacer durante 15 minutos y, como única opción distractora, la posibilidad de autolesionarse presionando un botón, conscientes de que les daría una pequeña descarga eléctrica, pequeña, pero desagradable. El resultado sorprendente es que lo presionaron 12 de cada 18 hombres y 6 de cada 24 mujeres (el 67% de los varones y el 25% de las mujeres eligió la descarga). Todas estas personas se dieran una descarga eléctrica intencionalmente!.

Lo más curioso del asunto es que todos habían probado las descargas eléctricas antes de entrar en la habitación a enfrentarse a su mundo interno, y las habían calificado como desagradables, tanto que habían afirmado que hubieran estado dispuestos a  pagar cierta cantidad de dinero antes que recibirlas. Sin embargo, contrariamente a lo expresado, en más casos de lo esperado, les fue más aversivo su diálogo interno que las desagradables descargas.

En resumen,  por un lado, la mayoría de los participantes no disfrutaban estando durante un periodo de tiempo de 6 a 15 minutos en una habitación solos, en la que solo tendrían que estar sin nada que hacer, nada más que pensar o acompañar a su mente. Y por otro lado, para una gran parte de ellos, la dificultad para estar cómodos consigo mismo fue tal, que cuando tuvieron la posibilidad de tener un distractor como opción,  prefirieron “hacer algo”, algo tan molesto como presionar un botón para recibir una descarga eléctrica.

El director de los experimentos, Timothy Wilson, concluyó: "A la mente no instruida no le gusta estar sola".

 

miércoles, 20 de octubre de 2021

2. Diálogos con Maluisse: El “Wa”. La armonía social.

 


Velle: No soporto que la gente no sea lógica. No puedo entender porqué dicen una cosa y piensan otra. Mi amiga me ha dicho que no podía quedar conmigo porque estaba enferma y acabo de verla de compras. No hubiera sido más fácil decirme que no podía quedar conmigo porque tenía que ir de compras. Me hubiera ahorrado el disgusto de descubrir la mentira.

Maluisse: Vaya, Velle, veo que te sientes decepcionada con tu amiga porque crees que no ha sido sincera contigo. Crees que la sinceridad o lógica como dices tú es necesaria siempre ¿no?

Velle: Si, claro. ¿O acaso me vas a decir que la mentira es buena?

Maluisse: El concepto de bueno y malo, bien o mal, es un concepto complejo, tiene muchas aristas y límites no demasiado definidos. Normalmente, lo ético, lo correcto, lo moral está registrado en nuestro estado del yo Padre. Las reglas y normas sobre lo correcto o incorrecto las vamos adquiriendo por cultura, familia y entorno. Lo que es correcto en unos sitios, puede no serlo en otros. Los principios que rigen en una familia, pueden no ser admitidos en otras. En fin, es una discusión filosófica muy interesante, pero vayamos a lo concreto, a tu emoción.

Velle: Ya sé que me vas a preguntar cuál ha sido mi diálogo interno cuando me he sentido mal.

Maluisse: Muy bien, chica lista, te escucho.

Velle: He pensado que ella tendría que decirme la verdad, tener la suficiente confianza en mí. Y me he sentido decepcionada pensando que me oculta cosas.

Maluisse: Es decir, es posible que hayas sentido que al no decirte “la verdad” no mereces para ella su confianza y  eso, además de decepcionarte, te  ha disgustado y te ha llevado a desconfiar de ella?

Velle: Bueno…. Sí, me he disgustado con ella y desde luego creo que no voy a poder volver a confiar en lo que me diga a partir de ahora.

Maluisse: Vale, vale. No puedes confiar en ella, porque ella ha elegido no compartir su tiempo contigo, sin importar si ha sido por causas de salud o de necesidad de su propio espacio. ¿Crees realmente que tú necesitas ser informada de su gestión del tiempo?

Velle: No, claro que no. Lo que me duele es la mentira.

Maluisse: Si, claro, la mentira puede ser muy dañina. Sin embargo, algunas mentiras son incluso necesarias en algunas sociedades. No se si te he hablado del Honne y el Tatemae, son palabras japonesas que se traduce como "opinión verdadera" y "opinión pública". La idea es que, muchas veces, tienes que ocultar tu verdadera opinión para evitar conflictos. De modo que, en su cultura, los japoneses deben expresar sus opiniones y comportamientos conforme a lo que su sociedad entiende como «adecuado» a la hora de relacionarse en cualquier ámbito. Esta visión está dentro de otro concepto que define su cultura: el “wa”, que significa armonía. Para ellos una confrontación es una falta de respeto y de educación hacia el otro. Por ello, dirán aquello que sea mejor aceptado por el otro, guardando sus propios pensamientos y emociones para ellos mismos. Los valores y el bienestar del grupo se consideran más importantes que las ambiciones o deseos individuales. Ellos entienden que elevarse por encima de los sentimientos personales por el bien de la sociedad en su conjunto es una virtud muy valiosa. Esto que aquí, en occidente, puede parecernos una pose hipócrita o insincera, para ellos es corrección y garantía de paz y armonía.

A veces, también lo hacemos nosotros sin ánimo de ser hipócritas, sólo por evitar dar una serie de explicaciones incómodas o por no “dañar” al otro.

Imagínate que ella te hubiera expresado abiertamente sus sentimientos, por ejemplo: “no me apetece salir contigo hoy. Me apetece estar sola, ir a pasear por el parque y llegar a casa a leer un libro. Lo siento, hoy tengo que anteponer mis necesidades a las tuyas”. Tendría todo su derecho, habría sido muy asertiva y, quizás, tú lo hubieras aceptado con naturalidad o no. Sin embargo, es posible que su Padre Crítico le diga que no debe ser tan directa y sincera con las personas que le solicitan algo. Quizá ha aprendido a que las excusas son la forma más adecuada de no decepcionar o herir a la gente cuando se rechaza una propuesta. Probablemente lo ha experimentado en casa cuando su padre o su madre rechazaban una petición para salir o para quedar con alguien. De modo que para ella, al contrario que para ti, que priorizas el valor de la sinceridad, puede estar siguiendo una regla de educación y de respeto, lejos de considerarlo una falta de confianza en ti.

Velle: Si, visto así, tiene todo su derecho a decirme lo que considere, no está obligada a rendirme cuentas de lo que hace. Pero prefiero la sinceridad.

Maluisse: Tienes tú la suficiente confianza en ella para que, aunque se tome su tiempo y gestione sus asuntos sin informarte de ello, pueda seguir siendo la amiga con los valores y vínculos que te unían a ella? ¿Hay algo más que no esté funcionando bien en esa relación?

Velle: Quizá la estoy agobiando un poco. Últimamente solo me relaciono con ella y doy por hecho que siempre estará ahí cuando la necesito.

Maluisse: ¿Cómo si fuera una madre?

Velle: jajajajajaja, sí es verdad, como si fuera una madre.

Maluisse: Incluso las madres tienen derecho a su propio tiempo, ya lo experimentarás cuando tus hijos dependan de ti.

Velle: ¿Quieres decir que quizás estoy dependiendo de ella?

Maluisse: ¿Tenías ese día más opciones para disfrutar de tu día cuando ella rechazó la cita?

Velle: No, la verdad es que me quedé sin planes.

Maluisse: ¿Qué puedes hacer para disponer de más opciones disfrutables que no dependan siempre de otros?

Velle: Ya me vas a poner a trabajar de nuevo.

Maluisse: De momento a pensar.

Velle: Ya te vale!

martes, 19 de octubre de 2021

1. Diálogos con Maluisse: Autocompasión



Maluisse: Qué te ocurre? Te noto tensa, tus ojos están tristes y pareces preocupada. Hay algo que pueda hacer por ti?

Velle: No lo sé. Estoy confusa. Todo es muy complicado.

Maluisse: Si dividimos por partes lo complicado podemos encontrar la sencillez. Serías capaz de dividir en trozos eso que es TODO complicado?

Velle: No me siento segura en el trabajo, no se si me gusta o no.

Maluisse: Sigamos dividendo en partes, veamos las emociones, cada una por su lado. Hablas de “sentirte segura” y también de “si te gusta”. Quizás estas dos emociones tengan relación o no. Vamos a investigar en ellas.

Cómo tendría que ser tu trabajo para sentirte segura en él?

Velle: Me gustaría que las tareas estuvieran más claras. Qué pudiera pedir información cuando la necesito. Qué me diera oportunidades de hacer cosas nuevas….

Maluisse: Ya veo, te sientes insegura cuando las tareas no son muy claras, cuando no tienes la suficiente información para realizarlas y no tienes acceso a esa información que necesitas. También sientes que te gustaría hacer otras cosas diferentes, pero eso lo vamos a dejar para otra ocasión.

Vamos a centrarnos en tener las tareas más claras y tener acceso a la información cuando la necesitas.

A nuestro Niño no le gusta la inseguridad, porque es fuente de amenazas y significa pérdida de control. Si no nos sentimos seguros en un entorno en el que “deberíamos” estarlo o se espera de nosotros que lo estemos, nos sentimos exigidos por el Padre Crítico interno o Externo. Aparecen diálogos internos entre Niño y Padre Crítico Interno negativos. Podrías identificar esos diálogos internos que te producen inseguridad?

Velle: Pues… no se. Me digo que tendría que saber solucionar todas las incidencias del día, y cuando no lo consigo porque no tengo la suficiente información o porque no puedo acceder a ella, me siento inútil, creo que otros serían capaces de hacerlo y yo no, pienso que no estoy capacitada o pienso que todos se van a dar cuenta de mi inutilidad.

Maluisse: Es decir, tu Padre interno te dice cosas como “tendrías que saber hacerlo” o “No eres lo suficientemente buena como otros creen” y tu Niña se siente entonces “inútil”, “incapaz”, “avergonzada”.

Velle: Si, algo así. No es tan explícito como tú lo dices, pero entiendo que se puede describir así.

Maluisse: Qué dice tu Adulto cuando esto ocurre?

Velle: Mi Adulto sabe que no me dieron un training cuando llegué, que he tenido que aprender con muy poca formación y que los manuales de consulta están hechos para gente que ya conoce el proceso y no son de ayuda cuando se requieren ciertos detalles. Pero, a pesar de eso, me sigo sintiendo mal. Sigo sintiendo que no soy suficientemente buena.

Maluisse: Si he entendido bien, tu Adulto sabe que no es solo responsabilidad tuya la falta de información y que, a veces, obtener la información que necesitas no es posible. Sabe que tienes que tomar riesgos y decisiones cuando no tienes toda la información. Conoce qué es la realidad de tu trabajo en ciertos momentos. Sin embargo, a pesar de eso, tu Padre Crítico Interno te sigue haciendo responsable de todo. Y por tanto, tu Niña sufre.

Velle: Si, puede ser que sea así.

Maluisse: Qué podrías decirle a tu Niña, cuando eso le ocurra para que se sintiese segura y valiosa en esos momentos.

Velle: Quizás podría decirle que ella hace todo lo que puede y que eso es suficiente.

Maluisse: Eso la tranquilizaría?

Velle: No lo se, a ella le da miedo lo que otros piensen, que pueda decepcionar a otros.

Maluisse: Veamos ese miedo. ¿Qué pasaría si ella decepciona a otros?

Velle: No sería tan querida. No recibiría tantas caricias positivas, se podría quedar sola.

Maluisse: Tiene miedo de quedarse sola con ese Padre Crítico tan exigente y culpabilizador. Lo entiendo.

Velle: Siiiiiiii

Maluisse: Como podrías sentirte bien sola?

Velle: imagino que aceptándome y valorándome. Pero eso sería ser autosuficiente y tú me has hablado de que somos interdependientes. Nos necesitamos todos. Yo no quiero estar sola.

Maluisse: Si, claro. Necesitamos amar y ser amados, valorar y ser valorados, aunque no necesariamente por TODOS. Precisamente cuando nos valoramos y amamos a nosotros mismos, podemos hacer lo mismo con los demás. Cuando “necesitamos” que los otros nos protejan de nuestro miedo y de nuestra inseguridad, no estamos  asumiendo nuestra propia responsabilidad emocional (el autocuidado de nuestro Niño) y, por tanto, no mantenemos relaciones sanas.

Velle: Vaya, se complica la cosa.

Maluisse: Al contrario, es más sencillo, no puedes manejar las experiencias de los demás, sus motivaciones, creencias y sensaciones, pero sí lo puedes manejar contigo. Crees quizás que podrías cambiar tu diálogo interno y dar más poder a tu Padre Nutritivo Interno Compasivo que te aceptara y te valorara?

Velle: y cómo lo hago?

Maluisse: La autosuficiencia es lo contrario de la autocompasión. Cuando yo pretendo ser autosuficiente es porque no confío en los demás, no confío en el apoyo emocional de los otros. Eso me hace encerrarme en mi mismo y desconectar de los otros eliminando la empatía.

La autocompasión, sin embargo, me abre a mí mismo y me abre a los demás. Facilita mi regulación emocional y el afrontamiento de las circunstancias difíciles. Un Padre Nutritivo Interno Compasivo me permite aceptar mi vulnerabilidad (debilidades y errores) y al hacerlo, estoy aceptando la vulnerabilidad en los demás. No solo me hace más resiliente, sino que me acerca más a esa humanidad compartida de la que todos formamos parte.

Si yo me acepto en mis debilidades, desaparecerá el miedo a no ser aceptado.

Vella: Desaparecerá?

Maluisse: Imagínate que no te gustan tus piernas, pero te encantan tus ojos. No aceptas tus piernas y adoras tus ojos. Cuando alguien te mire las piernas, proyectarás esa “no aceptación” en los demás. Pensarás que no les gustan tus piernas, incluso de aquellos a los que les encanten. Sin embargo, cuando miren tus ojos, independientemente de lo que ellos piensen, tú no sentirás ningún miedo a que los rechacen, es más, incluso aunque te digan explícitamente que no les gustan tus ojos, no te preocupará.

Vella: ¡hum! Es verdad.

Maluisse: De esta manera funcionamos, proyectamos en los demás nuestras valoraciones sobre nosotros mismos. Pero, volvamos al inicio. Cómo te sentirías si te sintieras segura y valorada por ti misma, asumiendo que hay momentos en que las tareas no están claras y que tienes que tomar decisiones inciertas, con riesgo de que se puedan producir “aciertos” o “errores”.

Vella: tendría que aceptar que el error es la única forma de obtener información y que esa sería la única posibilidad de aprender.

Maluisse: Es decir, que el error es parte de tu formación y aprendizaje en este trabajo. No?

Vella: Si. Eso es.

Maluisse: ¿Crees que los demás también saben esto y también lo experimentan con sus propias tareas?

Vella: Si, me imagino que sí, que están en mi misma situación.

Maluisse: Crees que si te sintieras auto-valorada y segura (aceptando los riesgos y el aprendizaje) en tu trabajo, te gustaría lo que haces.

Vella: Si, disfrutaría más.

Maluisse: ¿Te sientes mejor ahora?

Vella: Si…, no lo veo fácil, pero veo un punto de luz. Lo seguiré. Gracias, abuela.

sábado, 25 de septiembre de 2021

Mi reconocimiento a esos héroes que sufren la ciencia y la hacen crecer



La compulsión surge de la combinación de una necesidad de deshacerse de una emoción dolorosa, como es la ansiedad, con un comportamiento que tiene éxito, aunque sea momentáneo. La ansiedad por temer un accidente de tráfico de tu hijo, puede generar un comportamiento compulsivo que te hace mirar el teléfono cada minuto para "tranquilizar"  la ansiedad. Así pues, cuando la disminución de la ansiedad la vinculamos con una conducta: voilà, tenemos un aprendizaje condicionado.

La dopamina opera en los sistemas de recompensa cerebrales en el nucleus accumbens. Estos circuitos calculan como de gratificante se siente la experiencia comparada con lo gratificante que esperabas que fuera. Las experiencias que cumplen o superan las expectativas hacen que te sientas muy bien, lo que le da al cerebro una sensación de recompensa.

En los enfermos de Parkinson el intento de mejorar los síntomas de la falta de producción de dopamina significó finalmente una catástrofe para muchos. Veamos como.

Durante mucho tiempo se había dado a estos enfermos la Levodopa que era un precursor de la dopamina. La solución consistía en que si dabas al cerebro más precursor de dopamina, este produciría más dopamina. Es como si te aseguras de tener más proveedores sirviendo azúcar y harina para que la pastelería pueda producir más pasteles para servir a mas clientes.

Más tarde en el 1990 se pensó que actuando sobre los receptores de la dopamina, el proceso sería más potente y eficaz. Para ello desarrollaron los agonistas de la dopamina, que actuaban directamente en los receptores de la dopamina. Esto suponía, según la metáfora de la pastelería anterior, introducir directamente el azúcar y la harina en el estómago de los clientes, sin pasar por el proceso de horneado.

Una vez que un agonista de la dopamina se acopla con un receptor de dopamina, desencadena una reacción intensa y excesiva. Otra metáfora que nos ayudará a comprenderlo es pensar en  como se escucharíamos una pequeña radio reloj de la era de los setenta, con un sonido metálico, o como sería esta radio conectada a un amplificador de la guitarra  de 400 vatios mientras suenan primeros acordes de "Smoke on the Water" de Deep Purple en tus tímpanos. La diferencia es abrumadora.

Así es  tomar un agonista de dopamina: mismo receptor, diferente molécula conectada, resultado superpotente.

"Los agonistas de la dopamina actúan sobre receptores como una superdopamina ”, decía el psiquiatra Michael Bostwick de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota. "Tan orgullosos ellos!".

La euforia empezó a desinflarse cuando un septiembre de 2000, un equipo de neurólogos y psiquiatras del Hospital Universitario Doce de Octubre en Madrid, España, informó que diez de sus pacientes de Parkinson tratados con levodopa se habían convertido en jugadores patológicos. Las máquinas tragamonedas eran el "vicio" preferido. Se sugirió que “podría estar relacionado con el tratamiento dopaminérgico”. Dr. José Antonio Molina y sus colegas afirmaban en la revista Movement Disorders que era un efecto del que no se había informado antes.

Sin embargo en el 1989, el neurologo Ryan Uitti y sus colegas encontraron que trece de sus pacientes de Parkinson desarrollaron hipersexualidad muy pronto justo después de comenzar la terapia con levodopa. Su descubrimiento, sin embargo, apareció en Neuropharmacologie clinique , y atrajo poca atención.

Además, en el transcurso de solo dos semanas en 1999, el neurólogo Mark Stacy, entonces director del Centro de Investigación Muhammad Ali Parkinson en Phoenix, se enteró de que dos de sus pacientes de Parkinson, cuya medicación acababa de aumentar, inmediatamente se habían metido en apuestas, perdiendo 60 000 $ cada uno, pero no se publicó hasta el 2003.

Para entonces, la nueva generación de agonistas de la dopamina se había estado utilizado durante casi una década, es difícil explicarse porqué los comportamientos compulsivos no fueron vinculado a las drogas hasta el 2000. "Simplemente no era algo que se pregunta", dijo la neuróloga Erika Driver-Dunckley al ser preguntada. "Los pacientes entraban y le preguntábamos sobre su trastorno del movimiento. ¿Por qué tendría que ocurrírsele a alguien preguntar si el paciente de Parkinson había desarrollado repentinamente deseos compulsivos de jugar o de aficionarse al sexo?

Afortunadamente, después del informe español, los neurólogos comenzaron a investigar y escudriñar sus viejas notas. En el Muhammad Ali Center, Driver-Dunckleyy Stacy comenzó a buscar en la base de datos de los pacientes de Parkinson vistos desde 1 de mayo de 1999 al 30 de abril de 2000. De 1.281 que tomaban agonistas de la dopamina, nueve también habían referido un inicio repentino de juego compulsivo. De esto se informó en en la revista Neurologie en 2003.

Esa pequeña incidencia no constituía exactamente una epidemia, pero recordemos que había sido un análisis retrospectivo de meras notas archivada limitadas por el "no preguntes, no digas ", que como decía Driver-Dunckley: los neurólogos no tenían más razón para preguntarle a un paciente de Parkinson si había comenzado a sentirse inexorablemente atraído por los casinos que un oftalmólogo hubiera tenido para preguntar acerca de los juanetes de su paciente.

Una vez que Driver-Dunckley empezó a investigar, dijo: "Los pacientes mencionaban que habían pasado por un divorcio porque se habían ido con prostitutas, o porque habían perdió todo su dinero jugando. Eso era bastante inusual por sí mismo, pero incluso más aún porque estos pacientes de Parkinson habían sido descritos por conocidos y familiares como personas formales y sensatas ”. En definitiva, personas con aversión al riesgo y centrados,  a los que el suministro menguante de dopamina los había dejado privados de las señales cerebrales que posibilitan sensaciones hedónicas o de placer.

Continuó diciendo la doctora: “Estos pacientes no me estaban diciendo que habían gastado un poco más de dinero en juegos de azar de lo que normalmente hacían. Era más como: "Acabo de gastar todos mis ahorros para la jubilación jugando'. Algunos se fundieron todo en una semana, y algunos lo hicieron yendo a los casinos todas las semanas durante un mes. Pero no era solo el juego y la hipersexualidad. También tuvimos personas que desarrollaron compulsiones como peinarse compulsivamente o limpiar la casa todo el tiempo "

Para profundizar sobre esto del 2002 al 2004, James Bower y J. Eric Ahlskog de la Clínica Mayo preguntaron a sus pacientes de Parkinson si había comenzado a mostrar algún comportamiento inusual después de que le recetaron agonistas dopaminergicos. Once dijeron que habían desarrollado un impulso compulsivo de apostar, en la mayoría de los casos dentro de los tres meses después de comenzar el tratamiento de dopamina o al aumentar la dosis. La mayoría estaban tomando pramipexol (nombre comercial Mirapex/Mirapexin), que bloquea los receptores de la dopamina que son especialmente abundantes en el núcleo accumbens: circuito central de recompensa. “Esto muestra que el asunto es importante y que es algo a lo que se le debería prestar atención ”, dijo Bostwick. Se publicó en el  2005 en Archives of Neurology.

A partir de ahí se fueron recogiendo datos de comportamientos compulsivos de diversa índole que se hubieran iniciado después del consumo del medicamento. En todos los casos, tan pronto como los médicos eliminaron la medicación, las compulsiones desaparecieron.

Cuando el becario de neurología de Mayo Anhar Hassan y su equipo revisaron los registros de 321 pacientes con enfermedad de Parkinson desde 2007 hasta 2009,  periodo en el que los médicos de trastornos del movimiento eran ya muy conscientes de que las drogas estaban vinculadas a conductas compulsivas y se aseguraban de  preguntar sobre ellas, sesenta y nueve pacientes, o el 22 por ciento, habían desarrollado repentinamente una compulsión desde el  inicio mientras toma las drogas. La prevalencia alcanzó uno de cada tres entre los pacientes de dosis más altas, se informó 2011. Hassan contó veinticinco nuevos jugadores compulsivos, veinticuatro pacientes con comportamiento sexual compulsivo, dieciocho nuevos compradores compulsivos, seis usuarios de computadoras repentinamente compulsivos y ocho "con otras conductas compulsivas".

Los científicos estaban desconcertados sobre la causa por la que un paciente de Parkinson  que tomaba agonistas de la dopamina comenzaba a jugar compulsivamente mientras que otro comenzaba compulsivamente a hacer jardinería. 

Afortunadamente se logró progresar un poco mas en el conocimiento del mal que se estaba produciendo, al entender como los pacientes de Parkinson tienen mayor riesgo de sucumbir a las compulsiones con un fármaco con dopamina. Los hombres parecen especialmente susceptibles, al igual que los pacientes más jóvenes, aquellos a quienes la enfermedad afectó relativamente temprano en la vida y en los que han tenido Parkinson durante dos décadas o más. Así pues, el vínculo entre compulsiones y el fármaco actualmente es indiscutible. Un análisis de 2014 en JAMA Internal Medicine, utilizando una base de datos de la Administración de Alimentos y Medicamentos de reacciones adversas a medicamentos informadas por médicos, encontró que la proporción de informes que involucran conductas compulsivas fue 278 veces mayor para los agonistas de la dopamina que para otros fármacos.

Pero no es el placer lo que obtenían los enfermos de Parkinson, porque su comportamiento, si así fuera, se describiría como una adicción, motivada por un impulso al placer que el juego les podía generar, sino que responde a una compulsión motivada por una necesidad desesperada de evitar o calmar la ansiedad.

El circuito dopaminérgico potenciado estimulaba una conducta impulsiva, pero no satisfacción; estimulaba el querer, pero no el disfrute.

O dicho de otra manera, el circuito de dopamina, en lugar de estar a la altura de su apodo original, centro de placer, es más como una máquina de predicción. Pronostica cuán gratificante será algo  y luego lo compara con la realidad, una vez que ocurre. Si la realidad se queda corta, sientes una sensación de incompletitud, insatisfacción, de ser abandonado, de quedarte colgando ansiosamente.  En esa situación el núcleo accumbens genera una sensación de querer volver a intentar hacer que la realidad esté a la altura de su exagerada expectativa creada por la dopamina, jugando otra mano de póquer, probando otro bocado de tarta de queso o gastando en el centro comercial de nuevo. 

La compulsión surge de la necesidad de hacer que la realidad esté de acuerdo con la predicción, para poder acceder a la recompensa, para satisfacer la expectativa. Pero cuando eso sucede, el resultado no es la felicidad como solemos concebirla sino, en el mejor de los casos, alivio, una sensación de bienestar momentáneo. Es como la que se siente cuando el ruido ensordecedor para o cuando dejas de golpearte con dos ladrillos.

La actividad en el circuito de la dopamina no busca tanto de  proporcionar placer como de esperar placer, y cuando no se consigue, impulsa a buscarlo, desesperada y compulsivamente.

Las neuronas de dopamina responden a la diferencia que se da entre la predicción o expectativa de recompensas y la realidad experimentada, por tanto la recompensa obtenida. El neurobiólogo Wolfram Schultz, en la Universidad de Friburgo en Suiza, argumentó en el Journal of Neurophysiology en 1998 las siguientes posibilidades:

  • Si las recompensas llegan sin haber sido predichas, el circuito de la dopamina se activa y las neuronas se disparan. La realidad supera a las expectativas y las neuronas de la dopamina se vuelven locas. ( Hay chupitos en este picnic de la iglesia? ¡Sí! ) Te sientes eufórico. Conseguir un Porsche para tu cumpleaños cuando esperabas una corbata es sublime. 
  • Si no se obtienen las recompensas previstas, la actividad de las neuronas dopaminérgicas disminuye como en un precipicio. 

Esta es la situación en el cerebro del Parkinson de los pacientes: los medicamentos estimularon la activación de sus neuronas de dopamina, pero nada en la realidad cumplió con sus altas expectativas de recompensa. Entonces fueron en busca de emociones en los casinos o en las compras. Lo que comenzó con animar una mayor actividad en el circuito de dopamina, al activarlo artificialmente con drogas se convirtió en un impulso compulsivo hacia recompensas cada vez mayores.

 Fuente: "Can't Just Stop," by Sharon Begley

 

El 10 de marzo de 2012, los abogados de Ian, un residente de Melbourne, Australia, de sesenta y seis años, presentó una demanda ante el Tribunal Federal. Puso un pleito a Pfizer, el fabricante del fármaco, porque su medicación para la enfermedad de Parkinson, Cabaser, le había hecho perder todo lo que tenía. Él había desarrollado la enfermedad de Parkinson en 2003. Su médico le recetó Cabaser, y en 2004 le duplicaron la dosis. Ahí fue cuando surgieron los problemas. Empezó a jugar mucho en máquinas de videopóker. Estaba jubilado con una pensión modesta de unos 850 dólares mensuales. Cada mes, destinaba todo el importe a las maquinas, pero no bastaba. Para pagar su compulsión, vendió su coche por 829 dólares, empeñó casi todo lo que tenía por 6.135 dólares y les pidió prestados 3.500 dólares a sus familiares y amigos. Después, pidió préstamos por valor de más de 50.000 dólares a cuatro entidades financieras, y el 7 de julio de 2006 vendió su casa. En total, este hombre con escasos recursos perdió en el juego más de 100.000 dólares. Ian final consiguió parar en 2010, cuando leyó un artículo sobre la relación entre la medicación para la enfermedad de parkinson y el juego. Dejó de tomar Cabaser y el problema dejó de existir.

Algunos como Ian consiguieron grandes indemnizaciones de las farmaceútica, pero la mayoría solo sufrieron las terribles consecuencias de sus compulsiones y descontrol de impulsos.

Mi reconocimiento más profundo a todos los enfermos de Parkinson que confiaron en una mejoría y se encontraron con la destrucción de lo poco o mucho que les quedaba y, también, a la familia y/o amigos que siguieron arropándolos incondicionalmente después del debacle.


miércoles, 8 de septiembre de 2021

Los espejos en las relaciones



Nacemos con todas nuestras emociones naturales y espontáneas positivas, sentimos alegría, mostramos afecto positivo, cariño, ternura, amabilidad. Como dice Berne, nacemos siendo príncipes y princesas.

Nuestras figuras parentales actúan como espejos para nosotros, con esa imagen proyectada irá formándose parte de nuestra identidad.

Reflejo Positivo:

Si los adultos conectan con nosotros con sentimientos nutritivos y afectivos, como paciencia, amabilidad, aprecio, júbilo y ánimo, tendremos la posibilidad de aprender a gestionar y transformar nuestras emociones negativas en recursos positivos.

Reflejo Negativo:

Pero cuando nos falta amor, cariño y cuidado, sentimos miedo.

El miedo es lo contrario del amor y nos hace manifestar diferentes emociones, que son llamadas de atención, para pedir que nos ayuden a calmarnos, a regular nuestro malestar desde fuera. No aprenderemos a gestionar y calmar nuestras propias emociones negativas y seguiremos buscando esa figura comprensiva y amorosa que nos ame incondicionalmente. Lamentablemente, esa es una esperanza infantil que, en la edad adulta, nos va a llevar normalmente a experimentar relaciones tóxicas, una y otra vez.

 


Aunque en el dibujo aparezca la madre, cualquier figura de autoridad o parental va a proyectar sus sentimientos positivos o negativos sobre nosotros.

 

RELACIÓN SANA AMOROSA

  

Los estados Padre de cada miembro de la relación, cuida y da afecto al Niño del otro, cuando se lo solicitan.

Sus Niños se relacionan con alegría y espontaneidad.


RELACIÓN TÓXICA

Los estados Padre de cada miembro de la relación, controlan y persiguen  o sobreprotegen al Niño del otro, tanto cuando le solicitan ayuda, como cuando no se la han solicitado.

Sus Niños se relacionan con rebusques y emociones falsas.



¿Qué reflejan los espejos de tus relaciones más cercanas?

lunes, 6 de septiembre de 2021

Necesidades de dependencia en la niñez


Es posible que los niños no vengan con un manual de instrucciones, pero si lo hicieran, la sección sobre el niño feliz no sería muy complicada porque hay una fórmula simple ...

Necesidades de dependencia emocional satisfechas = un niño feliz.

Los niños pequeños no pueden satisfacer sus propias necesidades, al igual que una planta no se puede regar sola. El niño feliz depende de sus cuidadores para satisfacer estas necesidades. A medida que crecemos, nos volvemos más independientes , cada vez más capaces de satisfacer nuestras propias necesidades.

Hay dos grupos de necesidades de dependencia:

  • El primer grupo son las necesidades de supervivencia : son lo que Maslow llama las necesidades básicas de comida, refugio, ropa, atención médica, seguridad y protección. Si no se satisfacen estas necesidades, al menos en un grado mínimo, es probable que el niño muera. Tenga en cuenta que las necesidades de supervivencia incluyen la necesidad de sentirse seguro y protegido. Si un niño no se siente seguro, no puede relajarse. Siempre está en guardia, escaneando su entorno en busca de peligro. Su nivel de ansiedad es muy alto y tiene que mantenerse alerta y “sintonizado” con todo lo que sucede a su alrededor, lo que lo hace volverse hiper-vigilante, hiper-alerta y / o hipersensible… definitivamente no es una niña/o feliz. Sentirse seguro ayuda a un niño feliz a relajarse; si no puede relajarse, no puede jugar . Si no puede jugar, interfiere con su crecimiento. El juego es la forma en que los niños aprenden y crecen a lo largo del desarrollo normal.

 Debido a que sentirse seguros es tan importante, los niños tienen un mecanismo de defensa psicológico incorporado llamado idealización que funciona para ayudarlos a sentirse seguros. A través de la idealización, los niños, sin hacer referencia a los adolescentes aquí, colocan a sus padres en un pedestal viéndolos como "criaturas divinas". Esto los hace sentir seguros porque "si estoy protegido por una criatura divina,  entonces nada puede afectarme" (John Bradshaw ).

Por supuesto, los niños no lo piensan literalmente, pero "lo entienden" de esa manera en un sentido emocional. Es un concepto conocido como "pensamiento-sentido" . La idealización es el catalizador principal para la infección de la vergüenza, como vimos en el Iceberg”, Parte I.

  • Las necesidades de dependencia emocional son lo que Maslow llama las necesidades básicas de amor y estima. Estas son las necesidades que nutren emocionalmente a un niño feliz. Satisfacer plenamente estas necesidades de manera constante, hace que el niño feliz prospere y prospere. Si estas necesidades no se satisfacen de manera consistente, el niño sufre en un grado proporcional a su falta de satisfacción. Pia Mellody y John Bradshaw se refieren a lo siguiente como necesidades primarias de dependencia emocional : tiempo, atención, afecto y dirección .


Tiempo

El niño feliz necesita tiempo. En su video Shame and Addiction , Bradshaw afirma  "Los niños pequeños entienden que a lo que sus padres dan su tiempo es lo que aman". Entonces, para un niño feliz: tiempo = amor . Por ejemplo, si papá trabaja de 12 a 14 horas al día, que puede ser su forma de mostrar amor, los niños sienten que papá ama lo que hace más de lo que los ama a ellos.

No entienden de presupuestos y facturas que pagar. No entienden que esta puede ser la forma en que papá o mamá demuestra su amor por la familia. Todo lo que saben es que normalmente se va o no le presta atención. Y cuando llega a casa, está demasiado cansado para pasar tiempo con ellos, toda su energía la emplea en descansar, leer el periódico y mirar televisión.

El niño feliz recibe tiempo de calidad de ambos padres, no solo de uno. Necesita suficiente tiempo de cada padre para recibir el mensaje de que son amados tanto como cualquier otro miembro de la familia. No es tanto una cuestión de cantidad como de coherencia y calidad. El “tiempo de calidad” es cuando también se satisfacen las otras tres necesidades emocionales principales del niño.


Atención

El niño feliz necesita atención. Así como los niños comparan el tiempo con el amor,  lo entienden que: atención = valor . La atención es más que solo escuchar al niño, es atenderlo .

Padres para un niño feliz:

  • Escuche, intente comprenderle y tómelos en serio.
  • Mostrar preocupación genuina por quiénes son, qué piensan y cómo se sienten.
  • Observe cuándo están luchando con un sentimiento y ayúdelos a descubrir qué es y qué hacer al respecto.
  • Sepa cómo fue su día, con quién le gusta pasar el rato en el cole, cuál fue su mejor momento con sus amigos, etc.

Los niños felices reciben mucha atención pero si no la obtienen, su comportamiento se convierte en una búsqueda de atención. Por lo general, esto no es consciente por su parte. La mayoría de las veces los niños realmente no saben por qué actúan de maneras que obviamente están diseñadas para llamar la atención. Se ven obligados a hacerlo porque necesitan atención, no porque quieran atención.

¿Cuándo fue la última vez que escuchó "Oh, solo está tratando de llamar la atención, ignórelo!" A veces este es un mal consejo, otras veces no lo es. Hay dos razones por las que los niños muestran un comportamiento de búsqueda de atención:

  • Cuando no reciben suficiente atención y realmente la necesitan.
  • Cuando reciben demasiada atención, en cuyo caso se trata de una cuestión de disciplina más que de atención.

Piense en esto último como una solicitud de dirección o comportamiento de búsqueda de disciplina. Los niños necesitan dirección en forma de guía y disciplina. Si bien ignorar ciertos comportamientos puede ser útil, es importante brindar orientación cuando surge la oportunidad, especialmente si no se trata de un incidente aislado.

Encontrar un equilibrio entre la atención y la disciplina es difícil, pero el equilibrio debe lograrse desde el principio.


Afecto

El niño feliz necesita afecto. El afecto es el área en la que muchas familias parecen quedarse cortas. Hay personas que repiten patrones: “Bueno, los míos no eran los padres más cariñosos del mundo, pero siempre supe que me querían”. Seguro que es cierto que fueron amados. Sin embargo, también es seguro que los niños necesitan abrazos, besos, palmaditas en la espalda y palabras de aliento de forma regular.

Para los niños felices Afecto = Aprobación

Las muestras de afecto son la forma en que los padres envían mensajes de aprobación al niño feliz. El afecto dice:

  • "Me gustas",
  • "Me gusta quién eres y en quién te estás convirtiendo",
  • "Me alegro de que seas mi hijo",
  • "Me alegro de poder ser tu padre",
  • "Me alegro de que estés en esta familia",
  • "Estoy orgulloso de ti",
  • "Te quiero".

¡Algunos padres incluso se sinceran y les dicen estas cosas a sus hijos! El afecto es la forma en que el niño feliz recibe el mensaje de que está a la altura, es aprobado por esas criaturas divinas. ¿Cuántos de nosotros conocemos a un niño que no está seguro de lo que su padre piensa de él? ¿O alguien que no está seguro de estar a la altura de las expectativas de su madre? ¿Cuántos de nosotros todavía no estamos seguros de si estamos a la altura?

Los niños que no reciben suficiente afecto manifiestan su necesidad de aprobación tratando de complacer a mamá o papá. Cuando sus intentos de obtener aprobación pasan desapercibidos, se esfuerzan cada vez más por complacerlos,  esto crea una red neuronal profundamente arraigada y que los harán ver como personas complacientes.

Dirección

El niño feliz necesita dirección. Los niños nacen sin saber hacer las cosas. Están programados biológicamente para sobrevivir en la naturaleza llorando cuando lo necesitan. Sin embargo, todo lo demás, sobre cómo vivir en sociedad, debe aprenderse, incluyendo cómo entablar relaciones, cómo comportarse en público, cómo controlar nuestros impulsos y/o emociones, etc. Un niño feliz tiene padres disponibles y accesibles que les dan dirección y les enseñan estas cosas. Lo hacen a través de la orientación y la disciplina.

Orientación= Competencia .

Nuestros cuidadores son nuestros maestros. Papá nos muestra lo que significa ser un hombre en el mundo, mamá nos muestra lo que significa ser mujer, y juntos nos muestran cómo se llevan los hombres y las mujeres. En otras palabras, nuestras redes neuronales culturales e interpersonales provienen del modelado de nuestros padres, ya sea que se den cuenta o no, es por eso que el enfoque de orientación y disciplina de “haz lo que digo, no lo que hago”, no funciona.

Unos padres ideales se dan cuenta de la poderosa influencia que tiene su comportamiento en el desarrollo de su hijo feliz. También saben que para ser buenos educadores deben estar disponibles y ser accesibles, es decir, el niño feliz sabe cuándo y dónde encontrar a papá o mamá y saben que está bien acudir a ellos para pedirles consejo y ayuda.

Para estar disponible, los padres deben tomarse el tiempo para atender las preguntas de sus hijos. Para ser accesibles, también deben ser pacientes, tolerantes y cariñosos. Los buenos educadores entienden que los niños necesitan repetición para aprender, así es como se forman nuestras redes neuronales. Los niños tienen que preguntar y que se les muestre más de una vez para poder desarrollar la competencia en una determinada tarea.

Un sentido de competencia y dominio son fundamentales para el desarrollo de la identidad de un niño feliz. Por ejemplo, cuando un padre le enseña a un niño a andar en bicicleta, lo sujeta, lo sujeta y lo sujeta hasta que el niño recupera el equilibrio y luego le suelta. Por lo general, el niño se estrellará una o dos veces, pero pronto marchará.

¿Alguna vez vio a un niño en la bicicleta por primera vez? Se iluminan como un árbol de Navidad y casi universalmente gritan lo mismo… “¡Mírame! ¡Lo estoy haciendo!" - ¡Habla de un niño feliz! El "¡¡Puedo hacerlo !!" es una declaración de competencia y proporciona un gran impulso a su ego. Después de un tiempo, es posible que escuche al mismo niño gritar “¡Mírame! ¡Lo estoy haciendo sin manos! " Esto muestra que el niño feliz ahora tiene un sentido de dominio ... y quizás demasiado coraje.

¿Alguna vez se ha preguntado por qué los niños hacen lo mismo una y otra vez, una vez que se vuelven competentes y evitan cosas que quizás no hagan bien? La razón es que necesitan satisfacer su necesidad de un sentido de competencia y dominio. El niño feliz necesita obtener tantas experiencias de "yo puedo hacerlo" como podamos darle. Cosas como atarse el zapato por primera vez, conducir un automóvil, ir a una cita, aprender a bailar, sacar buenas notas, aprender cocinar, golpear una pelota de futbol, etc.

¡En cuantas más áreas se sientan competentes, mejor! Es como una bola de nieve rodando cuesta abajo, al final llegan a un punto en el que han fijado una red neuronal de "yo puedo hacerlo"; cuando eso sucede, están listos para la vida. Los educadores accesibles ayudan sin recurrir a críticas vergonzosas cuando educan a un niño feliz. Es realmente un arte, y la mayoría de nosotros fuimos criados con críticas negativas, y no es lo mejor para aprender.

La retroalimentación crítica saludable viene con amor, tolerancia y sin provocar vergüenza. Por ejemplo, una crítica sana puede sonar así: "Sé que es difícil" , "Realmente lo estás haciendo muy bien, Me caí más cuando tenía tu edad".  "Sé que puedes hacerlo, intentemos una vez más por hoy".

La crítica vergonzante suena así: "¡Vamos, no seas un bebé grande!" "Siempre haces las cosas más difíciles de lo que deberían ser". "Tu hermano lo consiguió en su primer intento ... ¿vas a dejar que te hagan quedar mal?" 

Otro problema con respecto a la educación es demasiada protección. Hay algunas familias que tienen reglas rígidas, a veces extremadamente controladoras, diseñadas para "proteger" al niño.

Por ejemplo, "las ruedas de apoyo no las sueltan hasta que tienes doce años", "no puedes trepar a los árboles", "puedes salir pero no hagas nada" y "debes llevar el casco si vas a subirte al columpio ”. El padre sobreprotector también hace todo por el niño, incluso lo que el niño debería poder hacer por sí mismo.

La sobreprotección y la participación excesiva son el resultado de la incapacidad de los padres para tolerar cualquier posibilidad de que su hijo se lastime física o emocionalmente, para evitarles el sentimiento de fracaso o la decepción de si mismos. La sobreprotección se puede confundir fácilmente con el amor, cuando en realidad no lo es. Se trata más de la necesidad de los padres de sentirse seguros que de la necesidad del niño.

El niño no solo se pierde las experiencias de "yo puedo hacerlo", sino que también recibe un mensaje de "las criaturas divinas" en su vida de que "no pueden hacerlo"; puede fijarse en un patrón neuronal de incompetencia. El niño sobreprotegido puede sentir: "Si mamá y papá no creen que puedo hacerlo (lo hacen por mi) ... entonces no debo poder hacerlo". Una red neuronal de incompetencia viene acompañada de indecisión y sentimientos de vergüenza, miedo y ansiedad.

La disciplina es la segunda forma de dirección necesaria para un niño feliz.

Disciplina = Carácter

Los niños nacen sin las estructuras internas para controlar sus propios impulsos. Por lo tanto, se les dio estructuras externas, llamadas padres o figuras parentales, para ayudarlos. Cuando los padres establecen límites para sus hijos, les dicen "Aquí está la línea, si la pasas, esto es lo que pasa".

Establecer y hacer cumplir buenos límites ayuda a desarrollar las estructuras internas necesarias para que los niños controlen sus propios impulsos. Estas estructuras construyen carácter. El carácter consta de dos estructuras internas primarias: 

  • valores: el conocimiento del bien y el mal
  • autodisciplina: la capacidad de retrasar o rechazar la gratificación de los impulsos basados ​​en el conocimiento de sus valores.

Si recordamos una fórmula simple, A = B, entonces tendremos claro sobre cómo establecer buenos límites. En pocas palabras, cuando nuestro comportamiento (A) es algo bueno, entonces el resultado (B) también debería ser bueno, cuando A es algo malo, entonces B también debería ser algo malo.

Las consecuencias consistentes (positivas o negativas) dan forma a los comportamientos - y las redes neuronales- de un niño feliz al reforzar lo bueno y disuadir lo malo. Si bien esta fórmula es simple en teoría, es difícil en la práctica porque esta vida no siempre sale como "debería".

Los buenos límites son firmes, efectivos y consistentes. Los buenos límites (B) también están en consonancias y son proporcionales al comportamiento (A), es decir, que el castigo se ajuste al delito. Cuando los padres establecen y hacen cumplir consistentemente buenos límites para sus hijos, les están enseñando una ley importante del universo (A = B).

Esto será extremadamente importante para ellos más adelante en su edad adulta, cuando la vida se convierta en su maestra. Por otro lado, cuando somos inconsistentes con los límites, o son inapropiados para el comportamiento, entonces les estamos haciendo un flaco favor a nuestros hijos.

Por ejemplo, cuando un adolescente hace "A" (llega a casa oliendo a alcohol) y debe recibir "B" (castigado por un cierto período de tiempo), pero el padre siente lástima por él porque el baile de graduación es este fin de semana, por lo que proporciona " C ”(Dejándolos libres y dándoles 50 euros para que se diviertan).

Entonces, el mensaje enviado y recibido es A = C. En otras palabras, "Si me equivoco cuando realmente importa, mamá y papá me ayudarán". Proporcionar "C", cuando "B" debe ser la consecuencia, permite que persistan los problemas de comportamiento, por eso se llama habilitación .

Las decisiones sobre buenos límites no siempre son fáciles. Algunos límites deben ser innegociables, por ejemplo, los relacionados con la seguridad del niño y los relacionados con valores familiares fuertemente arraigados. Otros pueden estructurarse para enseñar al niño la flexibilidad y cómo comprometerse o negociar.

Por ejemplo, cuando el niño hace "A" (rompe "su castigo" por 30 minutos) y la consecuencia acordada es "B" (castigado una hora el próximo fin de semana), el acuerdo negociado podría ser que el niño puede elegir qué fin de semana del mes siguiente desea el castigo.

Otro beneficio de los límites es la seguridad. Cuando los padres establecen y hacen cumplir constantemente los límites, están ayudando a sus hijos a aprender límites saludables. Los niños que no saben dónde están los límites, se sienten inseguros.

Por ejemplo, el síndrome del niño mimado es lo que se produce cuando un niño recibe una aprobación general para todo lo que hace. Cuando hay pocas o ninguna consecuencia para estos niños, ellos traspasan los límites, una y otra vez, hasta que alguien interviene y dice ¡"no"!

La mala conducta, en este caso, es una conducta de búsqueda de disciplina: el niño se ve inconscientemente obligado a hacer que alguien intervenga porque necesita ayuda para controlar sus impulsos y está obligado a conseguirlo. Al igual que en la sobreprotección, las buenas intencionadas de los padres excesivamente indulgentes fracasan.

Por lo general, los padres sanos se esfuerzan por no dañar la autoestima del niño con críticas destructivas. Con una educación sin límites, el niño puede recibir el mensaje de que "las criaturas divinas" en su vida no tienen expectativas sobre ellos, porque no serán capaces de estar a la altura de ellos, lo que provoca una sensación de incompetencia.

Otras formas de disciplina incluyen las que mamá y papá nos dan como modelo con su propio comportamiento habitual, incluyendo buenos modales, buena higiene, buena ética de trabajo, etc. Los observamos y aprendemos de ellos. El viejo adagio “haz lo que digo, no lo que hago” no es muy efectivo para ayudar a nuestros niños a desarrollar e interiorizar estas disciplinas diarias. La herramienta más eficaz para enseñar a los niños es un buen ejemplo a seguir. Los límites y las consecuencias simplemente refuerzan lo que demostramos.