martes, 26 de octubre de 2021

A la mente no instruida no le gusta estar solo consigo mismo


En español tenemos una sola palabra para designar el estar solo o sentirse solo, incluso si hay compañía, soledad. Y en general,  la soledad se asocia con algo negativo. En inglés existen dos palabras diferentes “solitude” y  “loneliness”, la primera describe la soledad física y alude a un tiempo para la  reflexión, para la melancolía o para la creación y tiende a ser positiva, incluso necesaria, al contrario que la segunda, que es una emoción negativa de vacío, de abandono o sufrimiento por estar solo. Creo que sería bueno que tuviéramos una palabra en castellano que se identifique con el concepto inglés de solitude, con el que podamos expresar el valor y las posibilidades positivas que ofrece el estar solo.

Seguramente la soledad tiene tan mala prensa porque para mucha gente quedarse a solas con sus pensamientos puede ser una tortura. Sobre todo si es en mitad de la noche y no pueden conciliar el sueño, donde la culpa, la inseguridad y la ansiedad les impulsan a levantarse y hacer algo, cualquier cosa, preferible a soportar la agitación de la mente inquieta como única compañía. La luz del día, con las múltiples tareas mundanas y las interacciones con otros, les permitirán enterrar o enviar sus diálogos internos y emociones negativas a sus cuevas. Pero no es fácil esconderlos, pueden volver a emerger siempre que no haya distracciones externas que ocupen su mente. Afortunadamente, en estos tiempos de redes sociales, encontrarán con facilidad algo que hacer.

Debe ser por esto que hay gente que prefiere recibir una descarga eléctrica antes que enfrentarse a la única compañía de sus pensamientos o diálogos internos. Aparentemente no tiene sentido, ¿verdad?

Pues esto fue lo que descubrió el equipo de investigadores de las universidades de Harvard y Virginia y dirigido por el psicólogo Timothy Wilson en el 2014  mediante una serie de experimentos conductuales.

Los participantes, en su mayoría estudiantes universitarios, y también adultos reclutados en una iglesia y en un mercado de agricultores, recibieron instrucciones pasar una cantidad de tiempo (de 5 a 15 minutos) "entreteniéndose con sus pensamientos" en una habitación sin otra cosa que hacer. A la mayoría no les gustó la experiencia y además les resultó difícil concentrarse. Incluso cuando el experimento lo hicieron en sus casas, fuera de la fría sala de experimentos.

En este punto, los investigadores comenzaron a preguntarse: ¿tener algo que hacer es mejor que nada? Y, esto les llevó a que los participantes tuvieran la posibilidad elegir entre no hacer nada o provocarse una descarga eléctrica presionando un botón.  Así pues,  los situaron de nuevo sentados en una habitación, sin nada que hacer durante 15 minutos y, como única opción distractora, la posibilidad de autolesionarse presionando un botón, conscientes de que les daría una pequeña descarga eléctrica, pequeña, pero desagradable. El resultado sorprendente es que lo presionaron 12 de cada 18 hombres y 6 de cada 24 mujeres (el 67% de los varones y el 25% de las mujeres eligió la descarga). Todas estas personas se dieran una descarga eléctrica intencionalmente!.

Lo más curioso del asunto es que todos habían probado las descargas eléctricas antes de entrar en la habitación a enfrentarse a su mundo interno, y las habían calificado como desagradables, tanto que habían afirmado que hubieran estado dispuestos a  pagar cierta cantidad de dinero antes que recibirlas. Sin embargo, contrariamente a lo expresado, en más casos de lo esperado, les fue más aversivo su diálogo interno que las desagradables descargas.

En resumen,  por un lado, la mayoría de los participantes no disfrutaban estando durante un periodo de tiempo de 6 a 15 minutos en una habitación solos, en la que solo tendrían que estar sin nada que hacer, nada más que pensar o acompañar a su mente. Y por otro lado, para una gran parte de ellos, la dificultad para estar cómodos consigo mismo fue tal, que cuando tuvieron la posibilidad de tener un distractor como opción,  prefirieron “hacer algo”, algo tan molesto como presionar un botón para recibir una descarga eléctrica.

El director de los experimentos, Timothy Wilson, concluyó: "A la mente no instruida no le gusta estar sola".

 

miércoles, 20 de octubre de 2021

2. Diálogos con Maluisse: El “Wa”. La armonía social.

 


Velle: No soporto que la gente no sea lógica. No puedo entender porqué dicen una cosa y piensan otra. Mi amiga me ha dicho que no podía quedar conmigo porque estaba enferma y acabo de verla de compras. No hubiera sido más fácil decirme que no podía quedar conmigo porque tenía que ir de compras. Me hubiera ahorrado el disgusto de descubrir la mentira.

Maluisse: Vaya, Velle, veo que te sientes decepcionada con tu amiga porque crees que no ha sido sincera contigo. Crees que la sinceridad o lógica como dices tú es necesaria siempre ¿no?

Velle: Si, claro. ¿O acaso me vas a decir que la mentira es buena?

Maluisse: El concepto de bueno y malo, bien o mal, es un concepto complejo, tiene muchas aristas y límites no demasiado definidos. Normalmente, lo ético, lo correcto, lo moral está registrado en nuestro estado del yo Padre. Las reglas y normas sobre lo correcto o incorrecto las vamos adquiriendo por cultura, familia y entorno. Lo que es correcto en unos sitios, puede no serlo en otros. Los principios que rigen en una familia, pueden no ser admitidos en otras. En fin, es una discusión filosófica muy interesante, pero vayamos a lo concreto, a tu emoción.

Velle: Ya sé que me vas a preguntar cuál ha sido mi diálogo interno cuando me he sentido mal.

Maluisse: Muy bien, chica lista, te escucho.

Velle: He pensado que ella tendría que decirme la verdad, tener la suficiente confianza en mí. Y me he sentido decepcionada pensando que me oculta cosas.

Maluisse: Es decir, es posible que hayas sentido que al no decirte “la verdad” no mereces para ella su confianza y  eso, además de decepcionarte, te  ha disgustado y te ha llevado a desconfiar de ella?

Velle: Bueno…. Sí, me he disgustado con ella y desde luego creo que no voy a poder volver a confiar en lo que me diga a partir de ahora.

Maluisse: Vale, vale. No puedes confiar en ella, porque ella ha elegido no compartir su tiempo contigo, sin importar si ha sido por causas de salud o de necesidad de su propio espacio. ¿Crees realmente que tú necesitas ser informada de su gestión del tiempo?

Velle: No, claro que no. Lo que me duele es la mentira.

Maluisse: Si, claro, la mentira puede ser muy dañina. Sin embargo, algunas mentiras son incluso necesarias en algunas sociedades. No se si te he hablado del Honne y el Tatemae, son palabras japonesas que se traduce como "opinión verdadera" y "opinión pública". La idea es que, muchas veces, tienes que ocultar tu verdadera opinión para evitar conflictos. De modo que, en su cultura, los japoneses deben expresar sus opiniones y comportamientos conforme a lo que su sociedad entiende como «adecuado» a la hora de relacionarse en cualquier ámbito. Esta visión está dentro de otro concepto que define su cultura: el “wa”, que significa armonía. Para ellos una confrontación es una falta de respeto y de educación hacia el otro. Por ello, dirán aquello que sea mejor aceptado por el otro, guardando sus propios pensamientos y emociones para ellos mismos. Los valores y el bienestar del grupo se consideran más importantes que las ambiciones o deseos individuales. Ellos entienden que elevarse por encima de los sentimientos personales por el bien de la sociedad en su conjunto es una virtud muy valiosa. Esto que aquí, en occidente, puede parecernos una pose hipócrita o insincera, para ellos es corrección y garantía de paz y armonía.

A veces, también lo hacemos nosotros sin ánimo de ser hipócritas, sólo por evitar dar una serie de explicaciones incómodas o por no “dañar” al otro.

Imagínate que ella te hubiera expresado abiertamente sus sentimientos, por ejemplo: “no me apetece salir contigo hoy. Me apetece estar sola, ir a pasear por el parque y llegar a casa a leer un libro. Lo siento, hoy tengo que anteponer mis necesidades a las tuyas”. Tendría todo su derecho, habría sido muy asertiva y, quizás, tú lo hubieras aceptado con naturalidad o no. Sin embargo, es posible que su Padre Crítico le diga que no debe ser tan directa y sincera con las personas que le solicitan algo. Quizá ha aprendido a que las excusas son la forma más adecuada de no decepcionar o herir a la gente cuando se rechaza una propuesta. Probablemente lo ha experimentado en casa cuando su padre o su madre rechazaban una petición para salir o para quedar con alguien. De modo que para ella, al contrario que para ti, que priorizas el valor de la sinceridad, puede estar siguiendo una regla de educación y de respeto, lejos de considerarlo una falta de confianza en ti.

Velle: Si, visto así, tiene todo su derecho a decirme lo que considere, no está obligada a rendirme cuentas de lo que hace. Pero prefiero la sinceridad.

Maluisse: Tienes tú la suficiente confianza en ella para que, aunque se tome su tiempo y gestione sus asuntos sin informarte de ello, pueda seguir siendo la amiga con los valores y vínculos que te unían a ella? ¿Hay algo más que no esté funcionando bien en esa relación?

Velle: Quizá la estoy agobiando un poco. Últimamente solo me relaciono con ella y doy por hecho que siempre estará ahí cuando la necesito.

Maluisse: ¿Cómo si fuera una madre?

Velle: jajajajajaja, sí es verdad, como si fuera una madre.

Maluisse: Incluso las madres tienen derecho a su propio tiempo, ya lo experimentarás cuando tus hijos dependan de ti.

Velle: ¿Quieres decir que quizás estoy dependiendo de ella?

Maluisse: ¿Tenías ese día más opciones para disfrutar de tu día cuando ella rechazó la cita?

Velle: No, la verdad es que me quedé sin planes.

Maluisse: ¿Qué puedes hacer para disponer de más opciones disfrutables que no dependan siempre de otros?

Velle: Ya me vas a poner a trabajar de nuevo.

Maluisse: De momento a pensar.

Velle: Ya te vale!

martes, 19 de octubre de 2021

1. Diálogos con Maluisse: Autocompasión



Maluisse: Qué te ocurre? Te noto tensa, tus ojos están tristes y pareces preocupada. Hay algo que pueda hacer por ti?

Velle: No lo sé. Estoy confusa. Todo es muy complicado.

Maluisse: Si dividimos por partes lo complicado podemos encontrar la sencillez. Serías capaz de dividir en trozos eso que es TODO complicado?

Velle: No me siento segura en el trabajo, no se si me gusta o no.

Maluisse: Sigamos dividendo en partes, veamos las emociones, cada una por su lado. Hablas de “sentirte segura” y también de “si te gusta”. Quizás estas dos emociones tengan relación o no. Vamos a investigar en ellas.

Cómo tendría que ser tu trabajo para sentirte segura en él?

Velle: Me gustaría que las tareas estuvieran más claras. Qué pudiera pedir información cuando la necesito. Qué me diera oportunidades de hacer cosas nuevas….

Maluisse: Ya veo, te sientes insegura cuando las tareas no son muy claras, cuando no tienes la suficiente información para realizarlas y no tienes acceso a esa información que necesitas. También sientes que te gustaría hacer otras cosas diferentes, pero eso lo vamos a dejar para otra ocasión.

Vamos a centrarnos en tener las tareas más claras y tener acceso a la información cuando la necesitas.

A nuestro Niño no le gusta la inseguridad, porque es fuente de amenazas y significa pérdida de control. Si no nos sentimos seguros en un entorno en el que “deberíamos” estarlo o se espera de nosotros que lo estemos, nos sentimos exigidos por el Padre Crítico interno o Externo. Aparecen diálogos internos entre Niño y Padre Crítico Interno negativos. Podrías identificar esos diálogos internos que te producen inseguridad?

Velle: Pues… no se. Me digo que tendría que saber solucionar todas las incidencias del día, y cuando no lo consigo porque no tengo la suficiente información o porque no puedo acceder a ella, me siento inútil, creo que otros serían capaces de hacerlo y yo no, pienso que no estoy capacitada o pienso que todos se van a dar cuenta de mi inutilidad.

Maluisse: Es decir, tu Padre interno te dice cosas como “tendrías que saber hacerlo” o “No eres lo suficientemente buena como otros creen” y tu Niña se siente entonces “inútil”, “incapaz”, “avergonzada”.

Velle: Si, algo así. No es tan explícito como tú lo dices, pero entiendo que se puede describir así.

Maluisse: Qué dice tu Adulto cuando esto ocurre?

Velle: Mi Adulto sabe que no me dieron un training cuando llegué, que he tenido que aprender con muy poca formación y que los manuales de consulta están hechos para gente que ya conoce el proceso y no son de ayuda cuando se requieren ciertos detalles. Pero, a pesar de eso, me sigo sintiendo mal. Sigo sintiendo que no soy suficientemente buena.

Maluisse: Si he entendido bien, tu Adulto sabe que no es solo responsabilidad tuya la falta de información y que, a veces, obtener la información que necesitas no es posible. Sabe que tienes que tomar riesgos y decisiones cuando no tienes toda la información. Conoce qué es la realidad de tu trabajo en ciertos momentos. Sin embargo, a pesar de eso, tu Padre Crítico Interno te sigue haciendo responsable de todo. Y por tanto, tu Niña sufre.

Velle: Si, puede ser que sea así.

Maluisse: Qué podrías decirle a tu Niña, cuando eso le ocurra para que se sintiese segura y valiosa en esos momentos.

Velle: Quizás podría decirle que ella hace todo lo que puede y que eso es suficiente.

Maluisse: Eso la tranquilizaría?

Velle: No lo se, a ella le da miedo lo que otros piensen, que pueda decepcionar a otros.

Maluisse: Veamos ese miedo. ¿Qué pasaría si ella decepciona a otros?

Velle: No sería tan querida. No recibiría tantas caricias positivas, se podría quedar sola.

Maluisse: Tiene miedo de quedarse sola con ese Padre Crítico tan exigente y culpabilizador. Lo entiendo.

Velle: Siiiiiiii

Maluisse: Como podrías sentirte bien sola?

Velle: imagino que aceptándome y valorándome. Pero eso sería ser autosuficiente y tú me has hablado de que somos interdependientes. Nos necesitamos todos. Yo no quiero estar sola.

Maluisse: Si, claro. Necesitamos amar y ser amados, valorar y ser valorados, aunque no necesariamente por TODOS. Precisamente cuando nos valoramos y amamos a nosotros mismos, podemos hacer lo mismo con los demás. Cuando “necesitamos” que los otros nos protejan de nuestro miedo y de nuestra inseguridad, no estamos  asumiendo nuestra propia responsabilidad emocional (el autocuidado de nuestro Niño) y, por tanto, no mantenemos relaciones sanas.

Velle: Vaya, se complica la cosa.

Maluisse: Al contrario, es más sencillo, no puedes manejar las experiencias de los demás, sus motivaciones, creencias y sensaciones, pero sí lo puedes manejar contigo. Crees quizás que podrías cambiar tu diálogo interno y dar más poder a tu Padre Nutritivo Interno Compasivo que te aceptara y te valorara?

Velle: y cómo lo hago?

Maluisse: La autosuficiencia es lo contrario de la autocompasión. Cuando yo pretendo ser autosuficiente es porque no confío en los demás, no confío en el apoyo emocional de los otros. Eso me hace encerrarme en mi mismo y desconectar de los otros eliminando la empatía.

La autocompasión, sin embargo, me abre a mí mismo y me abre a los demás. Facilita mi regulación emocional y el afrontamiento de las circunstancias difíciles. Un Padre Nutritivo Interno Compasivo me permite aceptar mi vulnerabilidad (debilidades y errores) y al hacerlo, estoy aceptando la vulnerabilidad en los demás. No solo me hace más resiliente, sino que me acerca más a esa humanidad compartida de la que todos formamos parte.

Si yo me acepto en mis debilidades, desaparecerá el miedo a no ser aceptado.

Vella: Desaparecerá?

Maluisse: Imagínate que no te gustan tus piernas, pero te encantan tus ojos. No aceptas tus piernas y adoras tus ojos. Cuando alguien te mire las piernas, proyectarás esa “no aceptación” en los demás. Pensarás que no les gustan tus piernas, incluso de aquellos a los que les encanten. Sin embargo, cuando miren tus ojos, independientemente de lo que ellos piensen, tú no sentirás ningún miedo a que los rechacen, es más, incluso aunque te digan explícitamente que no les gustan tus ojos, no te preocupará.

Vella: ¡hum! Es verdad.

Maluisse: De esta manera funcionamos, proyectamos en los demás nuestras valoraciones sobre nosotros mismos. Pero, volvamos al inicio. Cómo te sentirías si te sintieras segura y valorada por ti misma, asumiendo que hay momentos en que las tareas no están claras y que tienes que tomar decisiones inciertas, con riesgo de que se puedan producir “aciertos” o “errores”.

Vella: tendría que aceptar que el error es la única forma de obtener información y que esa sería la única posibilidad de aprender.

Maluisse: Es decir, que el error es parte de tu formación y aprendizaje en este trabajo. No?

Vella: Si. Eso es.

Maluisse: ¿Crees que los demás también saben esto y también lo experimentan con sus propias tareas?

Vella: Si, me imagino que sí, que están en mi misma situación.

Maluisse: Crees que si te sintieras auto-valorada y segura (aceptando los riesgos y el aprendizaje) en tu trabajo, te gustaría lo que haces.

Vella: Si, disfrutaría más.

Maluisse: ¿Te sientes mejor ahora?

Vella: Si…, no lo veo fácil, pero veo un punto de luz. Lo seguiré. Gracias, abuela.