domingo, 31 de mayo de 2020

Los jardines




Los míos, los tuyos y lo que sucede en cada uno

Cuando estoy en tus asuntos dejo de atender mi jardín y estoy ocupándome del tuyo: me separo de mí, te invado y me desconecto del resto del mundo. Al hacerlo, me sitúo en roles del triángulo dramático y genero juegos psicológicos que producirán emociones difíciles y estrés. Mientras todo esto ocurre, yo actúo desde la confusión mental, descontando mi poder personal, el tuyo y la realidad.

La mayor parte de nuestro sufrimiento o malestar sucede cuando no estamos situados en nuestro lugar y estamos invadiendo el lugar del otro. 

Ocuparnos de lo que legítimamente nos pertenece implica hacernos responsables de nuestro jardín, respetando y aceptando la libertad de los demás a trabajar sus jardines como ellos decidan.

Sólo tienes que reflexionar un momento sobre tus últimos sufrimientos, por ejemplo, esa persona que te decepcionó, el familiar que no respondió a tu petición o el amigo que no te quiso acompañar el día que le propusiste ir al cine. En todos los casos el sufrimiento proviene de juzgar el comportamiento del otro, de inmiscuirte en cuestiones que sólo están en su jardín, no en el tuyo.

Nuestro estado del yo Padre puede tener creencias del tipo, si Juan fuera mi amigo debería haber aceptado mi propuesta, o si mi padre me quisiera debería haberme dejado su coche, etc. Todo ello te lleva a la frustración, impotencia, tristeza, etc. No te ayuda en tu desarrollo personal. Solo añade inútilmente sufrimiento al dolor.

Este es un estado del Padre con creencias erróneas y fuera de la legitimidad. Suelen ser normas que aplicamos para otros y no para nosotros mismos. Incluso si las aplicamos para nosotros mismos, por ejemplo, me obligo a ir al cine cada vez que un amigo me lo pide (rol salvador), posteriormente cobraremos el esfuerzo de alguna manera (juegos psicológicos).

Sólo tú eres responsable de tu comportamiento, de tus decisiones, de tus pensamientos y tus emociones.

Imagínate ahora que, ante el rechazo de tu amigo a ir contigo al cine, tú al sentir la sensación de soledad o de aburrimiento te dijeras: “Me hubiera gustado ir al cine con mi amigo, ahora bien, él tiene sus propias necesidades que cubrir, que yo respeto. Y en este momento, ¿Qué podría hacer yo para poder tener más alternativas para salir con gente? O ¿Qué miedo o qué emociones me impiden ir al cine solo? O ¿de qué otro modo podría disfrutar la tarde del domingo?, etc. 

Ser inteligente emocional supone transformar cada pequeña frustración, su energía, en un reto para nuestro crecimiento personal y emocional, que finalmente redunda en un fortalecimiento de nuestra autoestima y autovalía. 

El trabajar para que nuestras creencias y hábitos mentales no interfieran de manera perniciosa, condicionando la interpretación de la realidad desde nuestro Adulto, es un hábito que se ha de mantener de manera regular.

Reconocer y trabajar nuestro jardín implica construir un estado del Padre interno que nos trate con más respeto, que ponga límites adecuados,  y que se haga cargo de nuestras propias necesidades y deseos. Así como,  conseguir la des-confusión del estado del yo Niño que nos permitirá ocuparnos de nuestro jardín con espontaneidad, intimidad, y disfrute, recuperando el contacto con lo que sentimos, necesitamos y deseamos.



miércoles, 27 de mayo de 2020

El Nuevo Estado del yo Padre o el Nuevo hombre




Una sucesión de crisis financieras, humanitarias y sanitarias,  han desdibujado la sociedad tal y como venía gestándose en el S.XX. 

Si en la crisis financiera del 2008 benefició a los más ricos y hundió a la clase media, la crisis del Covid 19 enviará, definitivamente, a una legión de gente a la marginalidad. Puede ser ésta una de las posibilidades que todos tememos en esta época incierta.  Tememos tener que sufrir o cargar con una enorme marginalidad que el sistema no podrá atender, o que se atenderá de manera muy deficiente. La falta de especialización tecnológica, la imposibilidad de acceder al mercado de trabajo crearán ingentes legiones de parados crónicos, por tanto, pobres crónicos.

Tendremos entonces una masa de población que no puede integrarse en un sistema capitalista, puesto que éste basa su funcionamiento en la propiedad privada de los medios de producción, en la importancia del capital como generador de riqueza y en la asignación de los recursos a través del mecanismo del mercado. Esta nueva humanidad queda, por tanto, fuera del sistema, un sistema que cada vez protege a menos gente y que puede contener al resto.

Los gobiernos, por tanto, no tendrán recursos para proteger a esta nueva clase social excluida.

El Estado del yo Padre del Estado ya no tiene mensajes para él, ésta nueva clase excluida tiene que recrearse, redibujarse, generar un nuevo Estado del yo Padre. Este huérfano de figuras parentales ha de resurgir desde su creatividad, desde la creatividad que el Estado del Yo Niño desarrolla ante la necesidad, la ausencia de modelos o libertad, desde su instinto de supervivencia.

Lejos del papel que se le ha otorgado de “protector” y “nutritivo” al Padre Estado, ahora la nueva humanidad excluida sólo contará con la solidaridad, la ayuda mutua, la cooperación, la reciprocidad, la compasión y empatía que inspirarán a todos estos nuevos movimientos hasta generar un sistema parental nutritivo y protector. Estos movimientos probablemente vendrán dirigidos por las necesidades emocionales del Estado Niño vulnerable, desvalido y vital. De ahí que algunos de ellos puedan resultar inviables hasta que alcancen una madurez necesaria para que el Estado Adulto otorgue la viabilidad necesaria a cualquier proyecto.

La nueva humanidad excluida, son hombres y mujeres formados, con acceso más o menos fácil a la información, a las redes sociales y muy bien comunicados. Deberán desarrollar un pensamiento crítico ante la desinformación que se intenta crear desde los grupos que pretenden el poder.

Esta masa, si finalmente queda excluida del sistema, desarrollará su propio paradigma, lejos del sometimiento a las soluciones propuestas por el viejo sistema. El viejo sistema resistirá hasta fagocitarse a sí mismo.

Ahí está el reto del siglo XXI. Crear un sistema más equitativo, que pueda sostener a toda la humanidad o asistir a una nueva clase social, mantenida por las migajas desde el sistema o, porqué no,  una capaz de generar un nuevo sistema paralelo al tradicional que funcione de otro modo. Al fin y al cabo los sistemas económicos y sociales solo funcionan cuando todos estamos incluidos.

Tener la suerte de que tanta gente vaya a estar excluida es poder aceptar la invitación a crear inevitablemente un sistema nuevo.

Las crisis implican cambios. El ser humano es básicamente creativo.


jueves, 21 de mayo de 2020

Bandera roja y el autoconocimiento emocional


Bandera roja y el autoconocimiento emocional

Nací en un pueblo de la costa mediterránea con una playa paradisíaca cuando está en calma pero, como su mar es muy abierto al viento de levante, puede ser muy peligroso para los bañistas debido a las corrientes de resaca o de retorno.

Desafortunadamente, en verano, cuando mi pueblo se llena con los numerosos turistas atraídos por sus once kilómetros de fina arena, durante los días de viento de levante, no es raro que se produzca algún ahogamiento y, alguna vez, con final dramático. El bañista que se encuentra con las corrientes de resaca, que  succionan el agua de la orilla hacia zonas más profundas, lucha contra ellas para impedir ser arrastrado y acaba poco a poco agotado y sucumbiendo a la fuerza de la corriente.

Los locales sabemos que cuando hay viento de levante no debemos entrar en el mar. Y para advertir de ello a los que nos visitan y evitar su ahogamiento, cada verano, se indican con banderas rojas las zonas en las que se prohíbe el baño.

Sin embargo, aunque, desafiando al viento de levante, los habitantes locales nos metiéramos en el mar, sabemos que, en caso de quedarnos atrapados en una corriente, lo más importante es no nadar de frente hacia la costa, sino en paralelo. Nos dijeron siempre que luchar contra la corriente es perder. 



También hemos aprendido a distinguir la zona peligrosa, cuando entre el oleaje aparece una zona sin olas, sabemos que esa aparente calma esconde un retorno furioso. Incluso reconocemos el color diferente que muestra el agua en su curso contrario.

El conocimiento que los habitantes del pueblo tenemos del viento de levante y su influencia en el mar nos permite respetarlo, adaptarnos a él y protegernos. Sólo tenemos que esperar que los vientos cambien y que el mar, de nuevo, nos acoja con su habitual calma y calidez.

Conocer el cuerpo que nos habita y respetarnos debería ser una asignatura obligada desde que nacemos. Necesitamos aprender a convivir con nosotros mismos, con nuestras emociones, necesidades, deseos, pensamientos, etc. Aprender a protegernos de los vientos que nos habitan, de las resacas emocionales y de las corrientes del descontrol límbico. 

Muchas veces actuamos como meros visitantes que no conocen las gigantescas olas de nuestros mares  y desde la ignorancia nos enfrentamos a ellas arriesgando incluso nuestra supervivencia.


domingo, 10 de mayo de 2020

Acabar con un hábito



El aprendizaje de nuestros hábitos se podría resumir en la siguiente formula:

Detonante/Estímulo - comportamiento - recompensa

Ver comida - comer - sentir placer

El Estado Niño, que es especialista en la búsqueda de placeres, va a grabar a fuego esta formula que le garantiza placer. El Adulto sabe que el comer es necesario para la vida y la salud. El Padre añadirá sus creencias y valores sobre que hay que comer con moderación, a las horas convenidas para poder compartir con la familia, etc. Y todo esto será un proceso de vida saludable,  adecuado y coherente entre tres estados del Yo sanos.

El Niño que, ya sabemos todos, anda a la búsqueda de placeres y evitando a toda costa el dolor y el aburrimiento, va a intuir que él puede sacar más partido a este proceso, así que, se va a poner creativo y va a decirse que él no tiene que esperar a que un estímulo aparezca, que él solo puede encontrar un estímulo interno que desencadene una conducta para obtener el placer, y todo este proceso puede estar funcionando para él: “si me siento mal, por qué no comer para sentirme mejor?” Y eso hará.

Como la asociación comida y placer ya está creadas en las redes neuronales, con todos los permisos del Padre, ya es una conducta automatizada, es decir, el Adulto ya no aparece y, ahora, el Niño intuitivo sabe que sólo con una pequeña modificación en el estímulo tendremos una nueva fuente de placer, que se perpetuará. De este modo, el detonante para comer ya no será ver comida, será sentirnos tristes, enfadados, confusos, impotentes, etc.



También cuando el estado Niño sea activado mediante estímulos externos en los que un chico o chica atractivos y exitosos estén fumando, el Niño, con su pensamiento mágico, asociará estímulo- conducta- obtención de placer. Es tan rápido para hacer esas conexiones el Niño! Ante mensajes parentales, del grupo al que pertenece, bien dirigidos al Niño  “Fumar es de hombres”, “Siéntete libre con cigarrillos tal…” el pensamiento mágico se hará cargo de la situación.

Estimulo – Conducta –“placer”

Cuando esta variante del proceso se repita varias veces, el nuevo hábito quedará instalado como una conducta automática también de respuesta a nuestras emociones negativas o al stress. Así entramos en conductas adictivas en las que el Adulto ya no tiene capacidad de decisión o elección.

Las últimas investigaciones llevadas a cabo por expertos de las universidades de Texas Tech University y la Universidad de Oregon (Estados Unidos) han intentado aplicar el proceso de entrenamiento de la atención plena en el proceso de dejar de fumar.

Desde el punto de vista del Análisis Transaccional, el método de estas universidades consiste en trabajar fortaleciendo el Adulto para descontaminarlo y eliminar el diálogo interno automático (Padre en el Niño “tengo que hacer esto para no sufrir” - Niño “para obtener placer”). Para ello, un entrenamiento en atención plena permite cambiar el impulso imperativo del Padre en el Niño por el impulso curioso del Niño Libre. Se les alienta a seguir fumando y con la presencia del Adulto Mindful prestar atención en lo que realmente sienten.

El Adulto Mindful entonces pregunta al Niño cómo se siente antes de tomar el cigarrillo. ¿Estás ansioso, nervioso, estresado, cansado, emocionado, hambriento, calmado? ¿Cómo se siente tu cuerpo? ¿Qué actividad haces que se asocia con fumar?

Obseva todos los detalles mientras fuma el cigarrillo, lee las etiquetas, usa tus sentidos para analizar el cigarrillo: ¿qué crees que te aporta?, ¿cómo sabe? Siente el humo viajar por su garganta y llenar tus pulmones mientras inhalas el humo y cuando exhalas, sientes que viaja de regreso a tu garganta y  sale de tu boca.

Cuando ha acabado con el cigarrillo se pregunta cómo se siente. Si siente lo mismo que antes de fumar o su humor ha cambiado? Si se siente mejor o se siente peor?

Como ha cambiado lo que siente tu cuerpo?

Descubrieron que la mayoría de gente que se sometía al entrenamiento en meditación para dejar de fumar concluían que los beneficios del fumar eran falsos (pensamientos mágicos del Niño) y que su Adulto realmente comprobaba que fumar sabía mal y no les hacía sentir mejor.  Pasaban de saber que fumar era malo y, a pesar de ello,  inconscientemente seguir fumando,  a ser conscientes de que no les gustaba fumar y de que no les beneficiaba en nada y, por tanto, podían cambiar de conducta.

La corteza prefrontal (Adulto) sabe que es malo fumar y gestiona el comportamiento para evitar lo dañino, sin embargo, el problema es que cuando estamos sometidos a estrés, la amígdala apaga el control de la corteza prefrontal. En términos de AT, cuando nos estresamos el Adulto queda desactivado o minimizado y el Niño toma el mando. Y si no lo crees, piensa en cuantas veces gritas a tu gente más cercana cuando estás estresad@, a pesar de saber que eso no es correcto y que tampoco va a servir para nada.

Gestionando nuestro estrés podemos modificar nuestros malos hábitos, cambiando nuestras conductas.

Por ello los resultados de estos estudios revelaron que aquellos que aprendieron a meditar y a gestionar su estrés pudieron profundizar en este conocimiento hasta superar el pensamiento mágico del Niño  y fortalecer un Adulto capaz de cambiar el comportamiento.

Después de esta formación, los participantes fueron más propensos a dejar de fumar, en comparación con los que siguieron un tratamiento convencional de fármacos o parches para desengancharse del tabaco. Los que habían recibido un entrenamiento de meditación de atención plena redujeron su consumo de tabaco en un 60% de manera inconsciente. Por tanto, los expertos comprobaron que reducir el consumo de tabaco es posible a través del autocontrol.