domingo, 30 de diciembre de 2018

El conflicto y la soledad y los Juegos Psicológicos



Si pedimos a la gente que haga asociaciones con la idea de conflicto, posiblemente escucharemos cosas como "terrible", "aterrador", "doloroso", "ganadores / perdedores", ''gritos'' '' portazo '' ''rechazo'' y similares. Estas palabras reflejan una incomodidad general ante el conflicto.

Una definición breve, clara y neutral del conflicto sería describirlo como una colisión de intereses y / o necesidades. Según esta definición, todos tenemos conflictos con frecuencia, especialmente porque dos (o más) individuos desean y / o necesitan lo mismo al mismo tiempo, y, como tú bien sabes. esto suele pasar.

El conflicto no es, en sí mismo, antagónico. Sin embargo, desde el nivel de Guión, la mayoría de las personas y grupos tienden a tener algunas creencias negativas (Estados del Padre del Yo) y, a menudo, temerosas (Estado del yo Niño) sobre los conflictos, generalmente creen y sienten que los conflictos son malos y que deben evitarse siempre que sea posible.

Seguro que habrás oído a mucha gente definirse como “alguien al que no le gustan los conflictos” o que “evita los conflictos” por “principios”. Pretendiendo evitar los conflictos y en lugar de enfrentar el conflicto de manera efectiva, muchas personas terminan jugando Juegos Psicológicos.

Una gran parte de la decisión de no involucrarse en conflictos (o de rechazarlos) normalmente se ha originado en la infancia. Por ejemplo, al tener conflictos cuando eran niños se les castigo con el aislamiento, ésto les ha podido crear fuertes creencias de Guión sobre el conflicto, por ejemplo, '' Si no estás de acuerdo y/o tomas una posición contraria, no te hablo (miro, encierro en tu habitación, etc)''.

También puede ocurrir, en otros casos, que los padres no hayan sido buenos modelos a la hora de lidiar con los conflictos. Esto puede variar desde que evitaron los conflictos la mayor parte del tiempo o comenzaron muchos conflictos en su presencia, pero nunca “les vio resolverlos" (seguramente porque eran jugadas del Triángulo Dramático que repiten una y otra vez) . Por lo tanto, no aprendieron habilidades adecuadas para manejar los conflictos.

Sobre la base de este tipo de experiencias infantiles, se pueden deducir dos buenas razones para evitar conflictos, el primero es el miedo al conflicto (Estado del Yo Niño) y el segundo es no saber cómo lidiar con él. No hay un modelo parental (Estado del Yo Padre Interno) que tranquilice al Niño Interno y le ofrezca seguridad y protección frente al conflicto.

Por ambas razones el conflicto se presenta como una amenaza y gracias a la ciencia ya sabemos que ante una amenaza nuestro sistema simpático se prepara para la lucha, huida o parálisis. Físicamente nos ponemos tensos, entre otras cosas, y bioquímicamente empezamos a producir cortisol y otras hormonas que harán que nuestro cuerpo y mente se centren en la amenaza, si la amenaza se resuelve, el sistema parasimpático hará que recobremos la calma, pero si no conseguimos resolver la percepción de peligro, el estrés se puede convertir en crónico.

Se sabe que un nivel elevado y crónico de cortisol afectará de forma directa a nuestros procesos cognitivos. Es decir, competencias como la memoria, la atención, la resolución de problemas o incluso la toma de decisiones pueden verse afectadas.

La capacidad para adaptarse al estrés continuado está determinada como hemos descrito arriba por el aprendizaje y el desarrollo de estrategias de afrontamiento eficaces y esto se suman a la forma en que una persona percibe la situación.

Desde el AT, un modelo de pensamiento no resolutivo y que generador de estres continuado es el siguiente:


Un modelo de diálogo interno más eficaz sería el siguiente:



Con todo ello, no es difícil deducir que la actitud ante el conflicto es lo que crea los verdaderos problemas y ansiedades que muchas personas experimentan y no los intereses enfrentados que lo han producido.

De ahí que muchos conflictos sean la puerta a la soledad, soledad del que decide alejarse o soledad del que se queda sin resolver el conflicto. Además de las perdida de salud física y psicológica que el estrés crónico puede causar.

En cualquier caso nos aleja de la cálida intimidad y en el mejor de los casos nos mantiene “acompañados” en relaciones mediante Juegos Psicológicos obteniendo sus fríos y duros beneficios finales.

Trabajar para aprender habilidades en la resolución de conflictos es básicamente cambiar la parte de nuestro Estado del Padre que nos limita y construir un Padre interno que nos empodera, proteje y guía sanamente.