martes, 29 de diciembre de 2020

El principio de parsimonia y el autoentrenamiento con el Adulto Mindful

 


El principio de parsimonia prioriza las explicaciones más sencillas de entre todas las posibles.

“Ante las perturbaciones mentales no se no emplea el principio de parsimonia científica: la teoría más simple para explicar un conjunto dado de hechos. Se apunta al barroco ”.

- Philip K. Dick

El Análisis Transaccional convierte los problemas personales e interpersonales en conflictos muy simples, cotidianos y hasta ordinarios. A veces, la gente rechaza la simplicidad del Análisis Transaccional porque desea que sus problemas sean especiales, profundos y cualquier cosa menos ordinarios. Además de sencillo, en mi opinión, el metamodelo es muy eficaz, porque exige un compromiso y responsabilidad para el cambio. Si conoces tus juegos, tu rol favorito, tus transacciones conflictivas y qué es lo que necesitas hacer para cambiar o dejar de jugar, te conviertes en tu propio terapeuta, porque tomas consciencia de que tú eres el responsable de tus éxitos y fracasos. Como mínimo un 50% de la responsabilidad. Implica una actitud activa, frente a los que prefieren delegar la responsabilidad de su cambio a un tercero, alguien que previo pago le “garantice la sanación”, esto puede ayudar mucho en una fase inicial, pero sólo se consigue el objetivo cuando, finalmente, uno se responsabiliza de su propio cambio.

La ansiedad o la depresión tienen efectos auto-limitantes. Es necesario empezar el camino rompiendo estas limitaciones, para ello, tenemos que trabajar nuestra energía, el optimismo y el entusiasmo contra la depresión. Así como, el aliento y la convicción, por un lado, y, por otro, el valor y la aceptación de los riesgos, frente la ansiedad. Trabajar con nuestro Niño, Adulto y Padre de manera que colaboren en nuestros objetivos y nuestra estabilidad interna.

El auto-entrenamiento puede enseñarte cómo asumir la responsabilidad de tus pensamientos y cambiar esa actitud de víctima, especialmente los pensamientos producidos por tu Niño Inseguro. Si no cuestionamos nuestras inseguridades, podremos arruinar nuestra vida.

Cuando nuestro Niño se siente inseguro o vulnerable, el estado Padre del Niño automáticamente se activa para intentar tomar control de la situación. El problema es que ese Padre arcaico puede ser contraproducente y llevarnos hasta la depresión o la ansiedad.

Si el Niño entra en ansiedad lo hará a través de un gasto de energía extra (preocupación, pánico, rumia, etc.) La ansiedad moviliza todos sus recursos anticipatorios tratando de prepararse ante lo peor (es decir, controlar).

Si el Niño se adentra en la depresión lo hará mediante una retirada de energía. La depresión controla a través de la desconexión de lo que se percibe como una amenaza (aislamiento y retraimiento, fatiga, evitación, descuido, etc.)

Son estrategias aprendidas en la infancia que de forma automática se activan ante determinadas emociones negativas con el fin de conseguir un control, control que es pura ilusión.

Querer controlar algo puede ser un deseo humano y constructivo, pero tener un control permanente de todo es pura ilusión. Es una trampa que nos aporta una leve calma antes de la tormenta.

El trabajo consiste en aumentar nuestra autoconfianza y seguridad de manera que nos permita sentirnos con coraje y seguridad ante las incertidumbres y vulnerabilidades inevitables.

Tanto nuestro sentimiento de inseguridad como nuestras respuestas de “pretendido control” son aprendidas, por tanto, podemos deshacer ese aprendizaje y sustituirlo por nuevos sentimientos, pensamientos y comportamientos.

Todo lo que se necesita es un plan, un poco de paciencia y una determinación en la práctica regular.

El Niño inseguro enviará mensajes absolutos como “No puedes” o “vas a fracasar”, el Adulto Mindful puede cuestionarlo, comprender que es su Niño inseguro y preguntarle:

  • Cómo sabes que vas a fallar?
  • Qué pasaría si se falla?
  • Qué otra cosa podría pasar?

O simplemente, el Adulto Mindful puede tomar el mando al tomar consciencia de que el estado Niño se siente inseguro y trabajar con él la autoconfianza y seguridad.

El Adulto Mindful necesita tener la actitud correcta y la motivación suficiente para deshacer los aprendizajes del Niño y llevarle a re-experimentar de manera más positiva y constructiva sus respuestas emocionales.

La actitud se consigue sosteniendo un estado de ánimo equilibrado y positivo (nutritivo, compasivo, valiente, etc.), y la motivación infundiendo energía suficiente a esta actitud de empoderamiento. La motivación es lo que te permitirá mantener tus esfuerzos y llegar hasta el final.

La ansiedad y la depresión son las dos caras de la misma moneda. Una puede estar solapando a la otra, o seguir a la otra.

María cada vez que tenía que hacer una exposición pública en el trabajo sufría de ansiedad, cada vez que sabía que tenía que hacerlo, su ansiedad le producía mucho malestar y angustia. Finalmente para evitar enfrentarse a ello, se lo pedía a otra compañera o llamaba diciendo que estaba enferma u otras tretas similares. María experimentó como iba sumiéndose en un estado depresivo, cada vez se sentía con menos motivación por todo y su autoestima caía en picado.

La necesidad de controlarlo todo impedía a María encontrar la salida, que sólo podía encontrar al experimentar su vulnerabilidad apoyada por su Adulto Mindful, por lo que no pudo confrontar sus miedos irracionales y tener la oportunidad de superarlos. El resultado fue como si al Niño de María se le hubiera finalmente confirmado que ella nunca sería capaz de hacerlo.

El mundo es el mismo para todos, solo que cada uno de nosotros podemos ofrecer diferentes interpretaciones. La vida no genera ansiedad ni depresión; tú interpretación y respuesta a los eventos lo hace. Hemos aprendido a reaccionar a determinados eventos de determinada manera, pero el evento es neutro.

El cambio necesita de una constante repetición de los nuevos esquemas de pensamiento, emoción y comportamiento para convertirse en hábito y sustituir a los antiguos patrones. No importa si estás haciendo ejercicio para perder algunos kilos, trabajando para mejorar tu condición física a través del running o preparándote como un atleta para una gran carrera, el entrenamiento efectivo siempre implica seguir un programa de repetición y esfuerzo progresivo.

El entrenamiento psicológico no es diferente: requiere repetición y esfuerzo progresivo. El diálogo interno se convertirá en el núcleo tu aprendizaje.

El auto-entrenamiento te enseña dos cosas:

(1) cómo romper los patrones destructivos que distorsionan tu pensamiento y te dejan vulnerable a la depresión y la ansiedad; y

(2) cómo reemplazar estos pensamientos con una forma de vida sana y adaptativa.


jueves, 3 de diciembre de 2020

Las redes sociales desde el punto de vista del Análisis Transaccional o el dilema de las redes sociales

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El Análisis Transaccional nos ofrece una visión estructurada de nuestro funcionamiento interno e interpersonal como individuos sociales. Puede ayudarnos también a comprender los efectos que las redes sociales están teniendo en nosotros como individuos y como sociedad. Veamos como, desgraciadamente,  podemos ser muy fácilmente manipulables como sociedad por intereses particulares.

Los Estados del Yo: El Yo Padre, sería el estado influenciado por algunas figuras de autoridad de nuestra infancia y, según ese modelo hablamos o actuamos. El Yo Adulto, es nuestra parte más consciente y racional y, por último el Yo Niño, que respondería a todos los deseos e impulsos propios de la infancia.

Nuestros estados del yo van a ser determinantes a la hora de manejarnos en las redes sociales, nuestro estado del Yo Padre, dará pábulo a noticias que reflejen sus valores, nuestro Adulto ajustará con su racionalidad el relato para ser justificable, y nuestro Niño se moverá en función de las emociones que le genere.

Las empresas utilizarán los datos de los consumidores de redes sociales, los clics de sus estados del yo a la oferta de la red, para bombardearnos con recomendaciones automáticas, notificaciones y publicaciones sugeridas, de manera que nuestros valores, datos y emociones se vean reflejadas y confirmadas, creándonos un mundo virtual a nuestra medida, en el que el producto, servicio o ideología a vender se integrará pegajósamente. Construyéndonos una realidad virtual diferente a la de tu vecino y acercándote a gente con las mismas respuestas de sus estados del yo, aunque ni siquiera conozcas ni vaya a conocer nunca, con la que se creará una nueva familia virtual formada por “fans”, amigos o “followers".

Las transacciones: Se denomina transacción al intercambio entre dos Estados del Yo, en respuesta a un estímulo. El estímulo en las redes es dirigido a crear seguidores o detractores. Nuestras transacciones en las redes se radicalizarán. El estado del yo Padre o del Niño son los que generan seguimiento. Mi mundo virtual intentará conectar con o contra tu mundo virtual. Comunicaciones a favor o en contra de los valores del Padre, juegos seductores o peleas entre Niños o la exaltación de la sobreprotección o de posiciones críticas de Padres a Niños, son el patrón de la mayoría de las comunicaciones virtuales. Las transacciones cruzadas, como las transferenciales (A - A)- (N - P), contratransferenciales (A - A) - (PC - N) ó (PN a N), deshumanizadas  (N a P)- (A a A), respuesta exasperante  (P a N) - (A - A) , queja mutua (N a P) - (N a P), las ulteriores, dobles, angulares o horcas, podrían convertirse en el estilo de comunicación imperante

Necesidad de estímulos de reconocimiento y de estructura: Tanto el hambre de estímulos como la de reconocimiento se alimentan de, lo que Berne llamó, Caricias, en inglés “strokes” que son  unidades de reconocimiento. Berne propone que no sólo la estimulación positiva (caricias positivas) es necesaria, sino que también la estimulación dolorosa (caricias negativas) podría ser decisiva para el mantenimiento de la salud. Esta hipótesis es esencial para la teoría de los juegos que postula que las personas aceptan y buscan la estimulación negativa aunque prefieran la estimulación positiva, puesto que lo insoportable es no tener ningún tipo de caricia, al fin y al cabo la caricia negativa satisface el hambre de relación, de reconocimiento y de estructuración del tiempo. Lo importante es que nos sigan, no ser indiferente.

Nuestra “Hambre de Estructura” se refiere al hecho de que nuestros cerebros están construidos para crear una estructura a partir del caos. Nosotros organizamos nuestras percepciones en patrones para poderlos identificar rápidamente y poderlos manipular en nuestra imaginación o en la vida real. Las redes sociales nos estructuran el tiempo y las relaciones, nuestros grupos de interés, nuestra filosofía de vida y sobre todo, nuestra identidad como grupo.

Por tanto, las redes sociales ocupan ya una buena parte de nuestra estructuración del tiempo y de nuestras relaciones y funcionan como una fuente inagotable de obtención de caricias, imponiéndose como proveedor de confianza, respeto y el éxito en tu “grupo virtual de pertenencia”. Nos permiten alimentarnos con la aprobación ajena, eliminando de un plumazo o “clicazo” a los detractores, con el apoyo de aquellos que como nosotros miran con las mismas gafas virtuales patrocinadas.

Posición Existencial: La postura existencial se determina en la infancia a partir de las conclusiones que el niño adquiere de su valor, del valor de los demás y del mundo. Desde esta postura, podemos comprender como hemos ido construyendo nuestra identidad y como establecemos nuestras relaciones. Desde nuestra posición (YO OK/no OK – TÚ OK/no OK – ELLOS OK/no OK) nos adentramos en la redes sociales, actuando con nuestro rol básico de Perseguidor, Salvador o Víctima, iniciando o enganchándonos a nuestros juegos favoritos, para finalmente poder reafirmar nuestra posición existencial básica. 

Emociones y sentimientos parásitos: Las cuatro emociones básicas son la alegría, la tristeza, la cólera, el miedo. El niño aprende a veces a reprimir estos sentimientos para reemplazarlos por otro, el sentimiento parásito que es mejor aceptado o le otorga determinados beneficios tramposos. Más tarde podrá mantener relaciones confusas, alejadas de la intimidad, de la honestidad y de la autonomía. Estos estos sentimientos parásitos, sin embargo, le prometen permanecer “atado” mediante el chantaje emocional al otro y le aportan cierta "seguridad". La red social acepta y fomenta el sentimiento parásito sin cortapisas, el cebo virtual, a buen seguro, enganchará con su complementario, la activación emocional parasitaria es la diana a la que apuntan todos las empresas, partidos políticos y depredadores de la red.

Guion de vida: Es un plan de vida inconsciente. Desde la infancia se toman decisiones para sobrevivir y responder a las necesidades inmediatas y más adelante, inconscientemente, se continúan tomando decisiones de esta forma aunque sean nocivas. Las necesidades inmediatas, en la vida virtual, van a estar promovidas por tu segmento de consumidores que a su vez responde a un plan elaborado para la obtención de objetivos económicos o políticos.

La autonomía: La autonomía corresponde a la utilización de las capacidades de consciencia, de espontaneidad y de intimidad. Nos permite aceptar la responsabilidad de lo que estamos viviendo, toma decisiones en función de sus propios criterios, nos permite sentimientos auténticos y facilita la visión del otro y de mí mismo individuos que merecen respeto.

La información falsa o manipulada hace que las empresas ganen más dinero que con la verdad. La ausencia de juegos, de no poder ejercer nuestro rol favorito en el triángulo dramático, de la obtención de los beneficios tramposos de nuestros sentimientos parásitos, hace que la verdad nos parezca aburrida, en un mundo donde cada vez estamos más solos y más faltos de caricias auténticas y de intimidad.


lunes, 2 de noviembre de 2020

Atención plena y los Estados del Yo

La realidad que percibimos no está determinada externamente por las personas, situaciones, objetos o ambientes; sino por la manera en que nos hablamos de esas personas situaciones, objetos y ambientes.

 Cada vez que nos hablamos de manera negativa y reactiva, no importa que creamos que estamos utilizando nuestra mente para racionalizar y justificar la negatividad, estaremos creamos sufrimiento innecesario para nosotros mismos; y, en algún momento, utilizaremos ese sufrimiento innecesario para proyectarlo de alguna forma sobre otras personas, situaciones, sobre el entorno e incluso sobre objetos. Esta consecuencia de la ideación negativista es inconsciente e inevitable. 

 A lo largo de la historia, importantes maestros han declarado y demostrado que la vida, para bien o para mal, es la creación de nuestros pensamientos tal como se expresan en nuestros diálogos internos. Albert Ellis, uno de los fundadores de la terapia cognitiva conductual, declaró que: “Las emociones dolorosas provienen más de los sistemas de creencias de las personas que de la realidad.”

 Sin embargo, tenemos una opción para poder evitar la reacción automática dirigida por el subconsciente. Es posible llevar el diálogo interno desde el preconsciente a la conciencia, y aprender a dirigir ese diálogo interno para que su contenido nos sirva y poder crear una vida que sea significativa, feliz y con relaciones de intimidad.

La neurociencia está proporcionando pruebas sólidas de la plasticidad cerebral, de que nuestro cerebro está dotado de una capacidad de por vida para reorganizarse con cada nueva experiencia.  Se sabe que la activación neuronal puede provocar cambios en las conexiones neuronales y la experiencia conduce a un cambio en la activación neuronal, a través de la práctica repetida en el enfoque atención [podemos fortalecer] los circuitos neuronales involucrados en el control voluntario de [conciencia]”(Ellison, 2006, p. 74)

Muchos trabajos de investigación han encontrado una relación entre el bienestar y un atributo particular de la conciencia, llamado atención plena. La atención plena se describe como "el estado de estar atento y consciente de lo que está sucediendo en el presente”(Brown & Ryan, 2003, p. 822)

Cuando está practicando la atención plena, uno no dirige la atención hacia adentro sobre el yo, ni intenta evaluar, construir o elaborar representaciones mentales del yo. Más que percibir a través de la lente autoenfocada, el objetivo es mantener o prolongar ese “momento fugaz de conciencia pura” (Gunaratana, 2002, p.138) donde uno observa el presente como es antes de proyectar sus categorizaciones, concepciones, expectativas, deseos y prejuicios (Baer, ​​Smith & Allen, 2004; Bishop, Lau, Shapiro, Carlson, Anderson, Carmondy, et al., 2004; Brown y col., 2007a; Dimidjian y Linehan, 2003; Kabat-Zinn, 1990; Lau, obispo, Segal, Buis, Anderson, Carlson y col., 2006; Teasdale, 1999)

En un estado de atención plena, no se propone ni se intenta lograr ningún objetivo aparte de mantener la conciencia más clara del momento presente (Gunaratana, 2002). Por lo tanto, se entiende que la atención plena fomenta una "receptividad imparcial" (Brown et al., 2007a, p. 213), "conciencia no colaborativa" (Bishop et al., 2004, p. 234) o "estado de alerta sin ego" (Gunaratana , 2002, p. 152), resultando en una visión más empírica hacia los datos de la experiencia inmediata (Brown et al., 2007a). Con el tiempo, es menos probable que los pensamientos de una persona consciente sean alterados por creencias personales y prejuicios que no están respaldados por evidencias objetivas.

 En términos generales, la atención plena consiste en:

(1) una mayor capacidad para desplegar, mantener y reorientar la atención y la conciencia al desarrollo de las experiencias presentes, y

(2) cambios sistemáticos en las tendencias psicológicas que alteran la naturaleza de la experiencia subjetiva de uno.

La atención plena tiene una calidad prerreflexiva, de modo que los contenidos de la conciencia no se interpretan inicialmente a través del marco de la experiencia personal y las representaciones mentales bien establecidas (Brown y Ryan, 2007a; 2007b; 2003; Levesque  y Brown, 2007).

Este cambio del procesamiento reflexivo hacia un enfoque centrado en el presente de la experiencia cambia la forma en que uno se relaciona con sus percepciones, emociones y pensamientos. Esencialmente, uno se identifica menos personalmente con sus experiencias. Por ejemplo, cuando surge un pensamiento negativo, en lugar de experimentarlo como un hecho ineludible de un estado del yo fijo, estático (“Soy un perdedor”), o de la realidad, uno es capaz de observarlo con cierta distancia mental y ver los pensamientos como pensamientos, eventos mentales transitorios que pueden o no ser correctos.

La atención plena también se ha caracterizado por aportar una “claridad de conciencia” a las propias experiencias tal como existen de momento a momento (Brown et al., 2007a, p. 213). Esta orientación a menudo se llama shoshin, o mente de principiante (Suzuki y Dixon, 1999) porque los contenidos de la conciencia se examinan con un sentido de curiosidad, como si fueran completamente nuevos y se examinaran por primera vez con menos confianza en las interpretaciones hechas en el pasado.

Existen muchos beneficios cuando uno aleja su atención del pasado y el futuro para enfocarse en el presente con atención plena, y por esta razón, la capacitación en mindfulness tiene como objetivo habituar a las personas a adoptar esta perspectiva. Muchos de los estados negativos, destructivos y contraproducentes asociados con las preocupaciones personales (vergüenza, culpa, vergüenza, miedo, ansiedad, ira, odio, incertidumbre) surgen cuando se aplica una perspectiva temporal (pasada o futura) o desde el AT se activa el Padre o el Niño.

Esto no quiere decir que las personas conscientes nunca experimenten preocupaciones por sí mismas, sino que cuando surgen, una persona con una orientación consciente no se siente tan encantada o amenazada. 

Es cierto, por otra parte, que nuestra consideración sobre el pasado y el futuro sirve para propósitos de adaptación, por ejemplo, para proteger y mejorar la identidad personal, pero este tipo de cogniciones filtran y obstruyen nuestra experiencia del presente y distorsionan nuestra perspectiva de la realidad mientras está sucediendo. Las personas estamos enfocadas en mantener autopercepciones positivas y descartar y refutar las autopercepciones negativas de una forma automática.

La atención plena puede integrarse fácilmente con la teoría de los estados del yo. Ser consciente se asocia con el estado del yo Adulto (Žvelc, 2010; Žvelc, Černetič y Košak, 2011).

En Psicoterapia Integrativa y Análisis Transaccional, el estado del yo Adulto se describe como una persona que está en el aquí y ahora, es consciente de la realidad presente funcionando de acuerdo con ella y es autónoma de las influencias intrapsíquicas de material rígido y obsoleto que reside en el arqueopsique y exteropsique (Berne, 1961; Erskine, 1991; Tudor, 2003).

 El estado del yo Adulto es el nivel en el que actuamos, pensamos y sentimos dependiendo de la realidad inmediata del aquí y ahora, utilizando todos los recursos que tenemos como individuos maduros. Estructuralmente, el estado Adulto contiene técnicas y estrategias, aprendidas por la experiencia, para resolver la problemas. Se utilizan en circunstancias apropiadas elegidas de acuerdo con los factores ambientales. Estar consciente es similar a estar en el estado del yo Adulto. Una persona consciente está en pleno contacto interno y externo, sin suprimir o evitar sus propios pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales desagradables. Están dispuestos a actuar de acuerdo con esa situación y no sentirse dirigido por las introyecciones del estado del yo Padre o el sentimiento y / o pensamiento del estado del yo Niño. Según Žvelc y sus colegas (Žvelc et al., 2011), la atención plena puede estar en el corazón del proceso de integración del estado del yo Adulto.

 Tanto la atención plena como el estado del yo Adulto se centran en el aquí y ahora, siendo desligados del material que pertenece al pasado o al futuro, como las introyecciones en el estado del yo  del Padre y experiencias traumáticas en el estado del yo del Niño.

Nuestra vida interna puede considerarse como una lucha continua entre lo que sentimos que queremos hacer: esto emana en el estado del yo Niño, y lo que creemos que deberíamos hacer, esto recae en el estado del yo Padre. El conflicto puede resolverse con la acción del Adulto, que se ocupa por lo que sucede aquí y ahora. El Adulto también es responsable de la forma de hacer lo que se ha decidido hacer. (Stewart y Vann, 2007; Midgley, 1999; Rusu, 2010)

Al estar atento, un individuo puede observar y luego abandonar sus pensamientos y sentimientos agradables o desagradables. Esto no se puede lograr en el estado del yo del Niño o del Padre debido a la rigidez de estos dos estados del yo, que por definición carecen de conciencia, porque han surgido como consecuencia de las interrupciones del contacto (Erskine et al., 1998).

Otro paralelismo más entre la atención plena y el estado del yo Adulto se puede observar en el nivel neuropsicológico. Parece que estar atento y estar en el estado del yo Adulto se caracterizan por la activación de las funciones ejecutivas del individuo. Estas funciones, que incluyen el manejo de la atención y la memoria de trabajo, la flexibilidad mental y el cambio de tareas, el inicio y el monitoreo de acciones, se han asociado con la corteza prefrontal del cerebro (Miller y Cohen, 2001).

 Según Berne (1964/1975), el objetivo final de la psicoterapia para un individuo es lograr la autonomía, que comprende la conciencia, la espontaneidad y la capacidad de intimidad. Para alcanzar la autonomía, una persona debe "curarse", en la medida de lo posible, del control intrapsíquico ejercido por sus patrones de guión. El guión limita su espontaneidad y flexibilidad en la resolución de problemas y en la relación con las personas, porque la historia de la vida de uno, incluido el final y todos los eventos principales, ya está escrita, generalmente en la primera infancia (Erskine y Moursund, 1998).

 Uno de los mecanismos clave de cómo funciona la atención plena es atenuar la naturaleza automática de las reacciones de una persona. En el campo de la atención plena, reaccionar de forma automática se denomina estar en "piloto automático". Significa hacer algo con poca o ninguna conciencia, de una manera predeterminada por patrones de pensamiento, sentimiento y comportamiento viejos, rígidos y, en general, no adaptativos. El concepto de estar en piloto automático, o actuar incoherentemente, y el concepto del Guión se superpone en gran medida. En ambos casos, la persona carece de autonomía, tal como la define Berne (1964/1975), que supone ser verdaderamente consciente de las cosas como son, ser espontáneo en todas las formas de comportamiento y, por tanto, capaz de una intimidad real en las relaciones con otras personas.

 La atención plena, que es un proceso de desautomatización y de aumento de la conciencia, puede, por tanto, ayudar a una persona a lograr flexibilidad y libertad para responder. Les ayuda a pensar, sentir y comportarse de una manera relevante para el situación específica en el aquí y ahora, libre de "las cosas viejas", tales como introyecciones y otros materiales de los estados del ego Padre y Niño.

 Vivir conscientemente significa estar en contacto, y si una persona está en contacto, no hay necesidad de seguir un Guión. Como explican Erskine y Moursund (1998), la historia de los guiones de vida es la historia del contacto y la distorsión de contacto entre un individuo y el mundo exterior de las personas y las cosas. Cuando el contacto se distorsiona o se niega, las necesidades no se satisfacen. Dado que la experiencia no se cierra de forma natural, busca un cierre artificial. Estos cierres artificiales son la sustancia de las reacciones y decisiones infantiles (Erskine y Moursund, 1998).

 Por el contrario, las necesidades de un individuo se procesan de forma espontánea y natural cuando la persona se encuentra en el estado de atención plena. Ser consciente de la propia necesidad y estar en contacto con ella permite a una persona satisfacer la necesidad más fácilmente, o al menos cerrar la Gestalt a través de la conciencia de que la necesidad no se puede satisfacer por el momento.

 

miércoles, 28 de octubre de 2020

Valores, conducta y emociones

 


Dice Berne que todos nacemos príncipes y princesas, o dicho de otro modo, todos tenemos la posibilidad de vivir una vida rica y significativa. Después, en nuestras relaciones con los demás, tomamos decisiones auto-limitadoras con las que nos convertimos en sapos o ranas.

Si nacemos con la capacidad de sentir nuestro poder, de abrirnos a todas las posibilidades y de elegir. ¿Por qué sufrimos tanto en el camino?

Sin entra a juzgar que responsabilidad tuvo nuestro entorno, o si la tuvo o no, lo cierto es que una gran parte de los seres humanos, perdemos esta capacidad de reconocer y seguir una dirección adecuada a causa de nuestras guerras internas que merman y embotan nuestra consciencia por la contaminación un Padre rígido y de la resistencia o  sufrimiento del Niño.

Pensamientos y sentimientos automáticos, por lo general, nos dirigen hacia direcciones opuestas y nos bloquean con sus luchas internas creando desolación, pérdida del rumbo y desesperanza.

El pensamiento rígido del Padre nos limita y, muchas veces, bloquea nuestra disposición a vivir de forma creativa y libre.

Aprender a elegir y experimentar los valores funcionales y nutritivos del Padre para que protejan y alienten al Niño es una de las tareas fundamentales para el bienestar interno. Esta aprendizaje sólo se puede hacer desde el Adulto y en el aquí y ahora (es decir, vivencialmente).

Los valores custodian al Niño y lo motivan vitalmente incluso frente a las adversidades personales más penosas. El sufrimiento inevitable, acompañado del sentido que le otorga los valores elegidos, es aceptado por el Niño y le libera de un sufrimiento adicional.

No es tarea fácil en un principio, porque el Adulto ha de entrenarse para asumir los diálogos internos y buscar propósito y claridad en ese caos.

El Adulto Consciente distinguirá los valores propios de los prestados. Se guiará por aquellos valores que otorguen un significado pleno a su existencia y que reciban, por tanto, la aceptación y lealtad de su Niño interno.

Cuando la persona vive sometida por sus diálogos internos conflictivos, se experimenta a la deriva, sin rumbo, en medio de grandes oleajes que apenas dejan ver el camino de vuelta.

Cuando el Adulto asume el mando de la embarcación, reconoce la dirección vital, utiliza la brújula para ejercer los cambios oportunos, respeta e integra los distintos valores y emociones de la tripulación y, en definitiva, se compromete a llegar a “buen puerto” con la tripulación a salvo.

El Adulto percibe los valores propios a través de la experiencia, busca en ella los pensamientos y emociones reforzadoras de nuestras conductas coherentes. 

Entre todos los valores aprendidos socialmente o de nuestras figuras parentales, podemos descubrir aquellos que han sido elegidos y aceptados coherentemente por nuestros estados del yo Padre, Adulto y Niño. Qué se mantienen como inspiradores, deseables y protectores en cualquier circunstancia, garantizando nuestro equilibrio interno.

Los valores no son algo a alcanzar en el futuro, son reforzadores de nuestra conducta presente. Dan significado a nuestra vida en un continuo, como el mapa del capitán del barco que marca un camino seguro para la navegación. Sólo cuando el capitán conoce el mapa, puede dirigir el barco y proteger a la tripulación hasta llegar al destino.

No todos los mapas son válidos, el Adulto consciente ha de elegir qué mapa es el correcto para alcanzar su propósito.

El Adulto podrá mantener el mapa como referencia durante el viaje, sin embargo, estas directrices han de ser flexibles para poder adaptarse a las imperfectas condiciones del viaje.

Un Adulto mal informado puede confundir los valores del Padre con los sentimientos del Niño.

Por ejemplo, el amor incondicional es un valor, es la elección de amar no importando las consecuencias ni las decepciones porque se ama la esencia de la persona no importando si se equivoca o no. Este valor no nos ata al objeto amado, porque atarnos emocionalmente lo convertiría en un sentimiento que necesita ser cuidado y respondido, por lo tanto condicional.

Se puede amar como un valor que guíe nuestros comportamientos, incluso aunque estemos dolidos con esa persona o simplemente tengamos que separarnos de ella por el bienestar mutuo.

A mucha gente le cuesta entender la incondicionalidad como valor del Padre porque lo confunde con las necesidades del Niño de ser amado.

    “Amar incondicionalmente a alguien no significa darle tu tiempo incondicional. A veces,     amar completamente significa no volver a ver a alguien nunca más. Esto también es     amor. Esto es darle a alguien la libertad de existir y ser feliz, incluso si debe serlo sin ti”

-Vironika Tugaleva-

El Adulto consciente para reconocer nuestros propios valores ha de plantear las preguntas que durante mucho tiempo hemos evitado hacer.

¿Qué es lo que me mantiene haciendo lo que estoy haciendo?

¿Qué me mantiene unida a esta relación?

¿Qué sentido y significado tiene mi vida?

¿Qué historias y rituales me están impidiendo escuchar mi verdadera voz? Aquella voz que fue acallada, descontada o rechazada. Esa que está oculta bajo las cicatrices que formaron las palabras y discursos de las figuras de poder.

Pero las respuestas no siempre le reportaran conocimiento y seguridad al Adulto, otro valor importante ha de ser incorporado para seguir navegando incluso cuando la ruta no esté en el mapa: la confianza.

El Adulto puede recuperar la confianza en su propia voz, esa confianza original y auténtica.

Alphonso Lingis dice en su Libro “La confianza”:

 “La confianza, que es tan convincente como la creencia, no la produce el conocimiento. En la confianza, uno se adhiere a algo que ve solo de manera parcial o poco clara o que comprende vagamente o de forma ambigua. Uno se adhiere a alguien cuyas palabras o cuyos movimientos uno no comprende, cuyas razones o motivos no se ven ”

Como resultado de la confianza, incluso cuando yo no puedo entender inmediatamente lo que el otro quiere, quiere decir y piensa, yo puedo tomar la decisión de confiar en esa persona a pesar de esto. Lo mismo sucede con nuestra autoconfianza, la confianza como valor hacia nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos, asume un riesgo y cierta incertidumbre. El Adulto consciente está preparado para guiarnos a través de ello.

El Adulto confía en el mapa y sabe que le guiará en el camino, incluso cuando a veces, no comprenda muy bien, como sorteará los obstáculos que indudablemente aparecen.

El Adulto confía en las emociones del Niño, incluso cuando no está seguro de entender todo lo que quiere comunicar, sigue confiando en que es algo relevante para él.

El Adulto Consciente sabe que el conocimiento está en un estado constante de cambio y movimiento y que su función es adaptar su barco a ese movimiento. Reconoce las diversas posibilidades, sin condenar ni glorificar ninguna, solo eligiendo aquella que se ajustan a sus necesidades en el aquí y ahora para seguir navegando hacia su destino significativo.

 


martes, 13 de octubre de 2020

La ventana para la ansiedad y el miedo



El miedo no procesado da lugar a la lucha o a la separación.

Tenemos miedos de los que realmente no somos conscientes y por lo tanto no se han atendido, por lo que terminan ocasionándonos grandes angustias y conflictos.

El miedo nos genera ansiedad, produce rechazo a que algo ocurra o a lo que ocurrió. El miedo nos aleja de la realidad, del aquí y el ahora, desactiva al Adulto y cede el poder al Niño. 

El miedo, y la ansiedad que nos produce, nos retrotrae a un estado infantil en el que el niño se resiste a que las cosas sean como son, y con su pensamiento mágico desea las cosas sean de otro modo.

Solo el estado del yo Adulto acepta la realidad, y calma, mediante la compasión y protección, al Niño para poder atravesar las dificultades. Entonces, aprender a permanecer en calma en medio de la tormenta, empieza por aprender a activar el Adulto en los momentos en que el Niño lo necesita.

Cuando nuestro estado del yo Niño siente angustia, miedo o ansiedad la respuesta que se desencadena es la lucha, huida o bloqueo. En estos momentos, nuestro sistema nervioso activará su respuesta automática para enfrentar la amenaza, provocando determinados cambios físicos y neurológicos. En la congelación solo estaremos reproduciendo un trauma original en el que nos disociamos, la disociación nos permitió experimentarnos como fuera de los acontecimientos. Experimentamos la realidad como si estuviéramos mirando desde fuera de ella, de forma surrealista, puede haber una sensación de frío o entumecimiento, o de estar atrapado en el cuerpo o el cerebro, en estos momentos somos incapaces de actuar o tomar decisiones,  sólo experimentamos confusión e indefensión.

Estas respuestas automáticas harán que nuestra capacidad de razonar se minimice, por lo tanto, nuestras decisiones o comportamientos pueden no ser lógicos ni adecuados para encontrar una salida optima a la situación. O visto desde otra perspectiva, ante la amenaza interna o externa, real o imaginaria, nuestro cerebro de supervivencia se activa, anulando nuestra parte racional puesto que el cerebro reptiliano y límbico toman el control.

Se necesita un estado del yo Adulto lo suficiente potente para que pueda contener y dar protección al estado del yo Niño para desactivar la alarma.

El Adulto es esa parte de nosotros que observa lo que sucede, procesa datos de la realidad y les otorga un significado ajustado al presente.

Solo el Adulto puede neutralizar la reactividad del Niño sufriente y al persistente profundo Padre Crítico negativo, el cual, como la gasolina en el fuego, aviva el sufrimiento del Niño sumando vergüenza y culpa. Tanto si agredimos a otros con nuestro Padre Crítico o nos auto-agredimos, como si acallamos la violencia interna mediante la huida o parálisis a través de adicciones (drogas, bebidas, internet, juego, dormir demasiado, etc), el conflicto se acrecentará.

La base de la ansiedad y el sufrimiento interno es el pensamiento obsesivo. Si queremos entender nuestra ansiedad y a nuestro Niño herido hay que aprender desmantelar el juicio interno de nuestro Padre Crítico negativo.

La ansiedad se produce por el desequilibrio funcional de los tres estados del yo. El Padre y el Niño entran en pánico y en conflicto, nos alejan de la coherencia y estabilidad que sólo les puede ofrecer la consciencia del Adulto.

Afortunadamente podemos aprender fortalecer nuestro Adulto y para que cuide de nuestro equilibro interno y nos proteja de nuestras tormentas internas.


Experimentación: Traer la tormenta

Vamos a ubicar todos estos conceptos dentro de nuestra propia experiencia.

Cierra los ojos y respira profundamente unas cuantas veces y deja que tu intención sea guiada por la curiosidad y amabilidad.

Mira si puede re-experimentar un evento ansioso o conflictivo y vuelve a una vivencia reciente donde te sentiste angustiado o reactivo.

Una vez que traigas algo a tu mente, conéctate realmente con la experiencia:

  • Identifica cómo te recuerdas, qué desencadenó tu emoción.
  • Obtén la sensación en tu cuerpo, cómo era, recréate en ella para que puedas familiarizarte con esa reacción emocional o límbica, la reacción de tu cerebro de supervivencia.
  • Nota que tipo de pensamientos daban vueltas alrededor. Qué juicios hacías, quizás te mas fácil detectar las culpas, los miedos o los pensamientos de preocupación, como si ante el peligro se desencadenara una especie de obsesión.
  • Cuáles son las emociones que estás sientes en ese momento, por ejemplo: enojado, temeroso, avergonzado…
  • Cuál es el comportamiento al que te empuja tu cerebro primitivo. ¿Pelea, lucha? ¿Estás atacando de alguna manera? ¿Estás huyendo para evitar el congelamiento subsiguiente?
  • Con qué rol te identificas? Te sientes como una víctima, un perseguidor, de alguna manera un agresor?
  • Te sientes limitado o inferior o te sientes superior, por encima?

Simplemente averigua el patrón básico, así es como se experimenta el Niño herido y observa si te gusta este patrón.

Podríamos, en muchos casos, concluir que cuando estamos reaccionando con lucha, huida o bloqueo, la sensación no nos gusta, que la rechazamos y, por supuesto, esto hará que intensifiquemos la actividad del cerebro de supervivencia, agravando y multiplicando la respuesta que rechazamos.

 

Experimentación: El paraguas bajo la tormenta

Ahora puedes cambiar tu postura, siéntate, respira profundamente, vuelve a re-experimentar la vivencia y ahora exploraremos juntos cómo entrenar nuestra atención, como activar el Adulto, para cambiar nuestra relación con la ansiedad. Esto nos permitirá mejorar nuestra relación con la ansiedad.

Lo primero que vamos a tener en cuenta es que la ansiedad se puede convertir en una herramienta para obtener información valiosa para poder mejorar nuestra relación con ella.

Un término acuñado por Dan Siegel es la “ventana de tolerancia” (“La mente en desarrollo: cómo interactúan las relaciones y el cerebro para modelar nuestro ser (1999)”). La ventana de tolerancia representa el rango de intensidad emocional que somos capaces de experimentar cada uno de nosotros. Dentro de ese rango, las personas pueden sentir seguridad, aprender y disfrutar de la vida. Se trata de que nuestro Adulto esté preparado para que los otros estados se puedan ajustar a ese marco funcional.

 Cuando experimentamos la ansiedad o el miedo dentro de la ventana de tolerancia seguimos teniendo la respuesta automática inconsciente (Padre - Niño en conflicto) pero no estás tan hiperactivo como para que sea insoportable o no estás tan hipo-activo y bloqueado como para estar completamente desconectado y sentir todo como irreal.

Dentro de este marco, tus emociones y tus respuestas son tolerables, por eso es importante, para trabajar con ansiedad y miedo, asegurarte de estar dentro de la ventana.

Es aconsejable, empezar por regular el sistema nervioso automático hiper o hipo-activado, lo que nos permitirá entrar por la ventana más fácilmente y luego comenzar a practicar el proceso de permanecer con la ansiedad de manera adecuada.

 Imagina que estás fuera de la ventana. Nota la intensidad de tus emociones. ¿Cómo te calmas?

Existes varios métodos para calmarnos, el primero, y el más obvio, sería simplemente evitar los factores desencadenantes. Pero esto siempre no es posible, ni muchas veces adecuado. Por ello vamos a partir desde el momento que nos sentimos activados o hipoactivados.

¿Cómo llegamos a la ventana?

Lo haremos en dos fases:

Fase I

Vamos a practicar varios métodos y después tú puedes elegir los que más te ayuden.

  1. La respiración es la puerta de entrada a la ventana, ser consciente de nuestra respiración y regularla rebajará la activación del sistema nervioso automático. Hay un tipo de respiración que es larga y lenta en la que podemos contar hasta cuatro o cinco en la inspiración y cuatro o cinco en la espiración, que nos ayudará a calmarnos en unos pocos minutos. Hay otras formas de contar el tiempo de inspiración y expiración, es todo un mundo en sí mismo, pero solo necesitamos saber ahora que la respiración cuando está regulada puede llevarte al interior de la ventana.
  2. Luego está la conexión a tierra, sientes tu pertenencia a la tierra, sientes tus pies en el suelo, sientes el peso de tu cuerpo, miras a tu alrededor y ves lo que te rodea, tocas los objetos que te rodean, en otras palabras, activas tu estado del yo Adulto al situarte eel aquí y el ahora, observas concretamente el espacio a tu alrededor, el espacio detrás de ti, frente a ti, a cada lado, e incluso puedes decirte en voz alta algunas de las cosas que notas que están a su alrededor en la habitación o afuera, y durante todo este proceso estarás poniendo tu energía en tu estado del yo Adulto, centrándote en el presente , al contrario que nuestros estados del yo del Padre y Niño en los que sus respuestas al miedo o la ansiedad nos catapulta a otro tiempo y espacio, cuando el peligro era realmente inminente o se sentía de esa manera.
  3. Otra forma es poner la mano en el corazón o en el vientre, se sabe que el tacto y la calidez sobre esa red de nerviosa ayuda a calmar al sistema nervioso automático.
  4. Moverse, caminar, estirar, hacer movimientos libres, movimientos vigorosos también pueden ayudar.
  5. Finalmente, podemos crear recursos que nos sirvan para alcanzar la calma. Como visualizar cualquier recuerdo, imágenes, o usar palabras que ayuden a evocar un sentido de seguridad, amor o pertenencia. Las visualizaciones guiadas nos pueden ayudar, pero también podemos crearlas nosotros mismos con la potencia que necesitamos. Tal vez una imagen de un ser querido, imaginar un abrazo, imaginar un espacio seguro para ti, una imagen de árboles, o el océano, o tu dormitorio. Tal vez haya palabras, alguna frase de consuelo, como que no estás solo, que estoy bien, etc.

Una vez que hemos conseguido rebajar la tensión emocional y física, hemos terminado la fase I.

La fase II

En esta fase trataremos de sentir, imaginar, escuchar, crear “un estado de presencia valiente/protector/sabio” (te ofrezco varios adjetivos para que elijas aquél que te parece más potente para t), un estado Adulto con las cualidades de protección, compasión y amabilidad que se relacione directamente con la ansiedad.

Debemos tener en cuenta que cuando sentimos miedo y ansiedad, eso significa estamos al límite, hay algo que no estamos dispuestos a sentir, que rechazamos, que es desconocido o amenazante, por lo que, precisamente, este es exactamente el nudo donde, si profundizamos con nuestra atención, encontraremos el potencial para tomar consciencia y sanar al Niño.

Nuestra actitud en el proceso ha de ser de deseo de encontrar el camino de salida saludable Para ello nuestro Adulto necesita las habilidades de reconocer, permitir, observar y nutrir. Yo suelo tener una palabra nemotécnica que me sirve de ancla para activar el Adulto, es como una llamada a la acción del Adulto: R(e)PON. Indica a mi Adulto que es necesario reponer el equilibrio de los estados interno.

Reconocer: Con el reconocer aceptamos que la ansiedad o/y el miedo están aquí y podemos ponerle nombre e identificarlo, como dicen, si puedes nombrar la angustia, esta comienza perder su poder. Al nombrarla emoción estamos utilizando nuestro estado Adulto por lo que rebajamos la energía en el  Niño. Incluso con el simple reconocimiento de nuestras emociones, solo notar o nombrar lo que hay, se comienza a fortalecer el estado Adulto y, aunque, la ansiedad siga estando ahí, no estaremos tan atrapados en ella.

Permitir: Permitir no significa que te esté gustando o que quieras que continúe, sólo significa que estás reconociendo la realidad, que aceptas lo que está sucediendo, en lugar de rechazar, resistir o pelear. Aunque suene obvio, esta realidad es lo que es. Rechazarla no la hace desaparecer. Y puedo aprender a utilizar la parte útil de toda experiencia para avanzar y crecer. Por ejemplo, podemos tener en cuenta que el miedo es emocionalmente inteligente, tiene una razón para estar ahí, el miedo nos protege de la muerte, así que necesitamos su información pero no queremos ser dominados él. Al reconocer y permitir que esté allí empezamos a tener control sobre él.

El cambio de energía hacia el estado Adulto que es la presencia valiente y nutritiva que nos asegura y calma, es un proceso de observación e integración:

Observar:

  1. Observación del cuerpo, tensiones, palpitaciones, respiración, etc.
  2. Los sentimientos clave, hay algunas preguntas que puedes hacerte como parte de la investigación:
    • ¿qué estoy creyendo ahora mismo? Quiero decir, he descubierto por mí mismo que siempre que estoy sufriendo, que de alguna manera creo que voy a fallar y existe cierto temor al fracaso y que esa una creencia importante en este momento, por lo que es útil identificarla. En definitiva, identificar las creencias, mandatos y atribuciones que vienen de nuestro estado del yo Padre.
    • ¿Dónde vive esa creencia en mi cuerpo? Siéntelo en el cuerpo ahora, algunos de vosotros podéis estar pensando bien, sí, pero no puedo sentir mucho en mi cuerpo y esto es así para aquellos que han sido traumatizados y esto les ha causado hay mucha disociación, así que es un proceso gradual que necesitará tiempo.
    • ¿Qué necesita este miedo? Este es el punto clave para liberar la tensión emocional, el Adulto ofrece posibilidades al Niño, crea espacio, visiona alternativas, da permisos.

Cuando observas e investigas haciéndote preguntas, realmente comienzas a tomar consciencia de la  experiencia y consigues comunicarte con el miedo, las respuestas nos aportan más consciencia y con ello la posibilidad nutrir al Niño con la aceptación y la compasión.

Nutrir:

La compasión es la actitud e intención del Adulto de comprender el sufrimiento en el Niño y ayudarle a superar su angustia. Se han dado varias definiciones sobre compasión, a mí me gusta especialmente la de Joan Jiko Halifax “la capacidad de ver con claridad la naturaleza del sufrimiento. Es esa habilidad de mantenerse firme y de reconocer también que no somos ajenos a ese sufrimiento. Pero eso no es suficiente, porque la compasión que activa la corteza motora, significa que aspiramos a transformar el sufrimiento.” Y la compasión tiene otro componente necesario, y ese componente consiste en que no podemos aferrarnos al desenlace. También dice Joan que los enemigos de la compasión son la lástima, la indignación moral y el miedo. En estos enemigos posiblemente podremos reconocer al Padre Crítico y Nutritivo negativos.

También sabemos por la neurociencia que la compasión tiene algunos beneficios extraordinarios en quienes la experimentan. Por ejemplo: una persona que está abierta a la compasión, ante la presencia del sufrimiento, siente ese sufrimiento mucho más de lo que lo sienten la mayoría de las personas. Sin embargo, regresa a su estado anterior mucho antes. Esto se llama "resiliencia". Muchos pensamos que la compasión nos agota pero, al contrario, según los estudios, es algo que realmente nos activa. También se ha estudiado que compasión aumenta lo que se denomina integración neutral. Involucra a todas las áreas del cerebro. Y finalmente, que fortalece al sistema inmune.

El Budismo dice: "Se requiere una espalda fuerte y una frente suave". Se necesita de una gran fortaleza en la espalda para sostenernos en medio de la adversidad. Y esa es la cualidad mental de la ecuanimidad. La ecuanimidad es la capacidad de estar en contacto con el sufrimiento y al mismo tiempo no ser arrasados por éste. Es la espalda fuerte que da soporte al suave frente de la compasión. "todos los seres son dueños de sus elecciones. Su felicidad e infelicidad dependen de sus acciones, no de mis deseos”

Un Adulto compasivo y ecuánime es el que desde su mirada integradora puede crear nuevas sinapsis liberadoras.

Este proceso practicado de manera regular, nos permitirá desarrollar las habilidades para auto-nutrirnos desde el Adulto. Este Adulto cuidará de la integración de los tres estados buscando el equilibrio entre ellos y el mundo que nos rodea.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

La procrastinación, el diálogo interno y los Niños

Es necesario perder el miedo a sufrir, a sentirse frágil ante los demás, porque el mayor sufrimiento es el que no se expresa y la mayor vulnerabilidad es la presión de esconderse.

El Estado del yo Niño teme el sufrimiento, la humillación, la fatiga; se esfuerza incesantemente con el fin de evitar el dolor más que para procurar placeres positivos. Este hecho explica gran parte de la inactividad, la inercia, a la que sucumbimos en momentos en los que, por el contrario, la acción positiva y proactiva sería más ventajosa para nosotros.
Ante la posibilidad de afrontar la mera posibilidad de dolor nos replegamos, evitamos o procastinamos. El temor al error, a la vergüenza, a la frustración, inhabilitan al estado del yo Niño para abordar la tarea. Si a este temor, le sumamos un diálogo interno negativo del Padre Crítico, el Niño estará sometido a más estrés y más rechazo hacia la tarea.

Cuando nuestro estado del yo Niño se siente abrumado, solemos pensar demasiado en ello (diálogo interno) o postergamos las cosas. 
Profundicemos en esas dos posibilidades:


¿Te has fijado como pueden ser esos diálogos internos?

Es posible que el Padre Crítico haga su función controladora y te persiga todo el tiempo reprochándote lo retrasado que vas, lo desastre que eres o las cosas terribles que van a ocurrir y lo que "deberías" hacer para ser… bueno. 
Seguramente con su mejor intención, pero ya sabes, si el Niño se siente abrumado, todos estos sermones y críticas lo van a abrumar más, es posible que lo hagan sentir muy culpable, pero definitivamente su motivación hacia la tarea se agotará y buscará sus tretas finalmente para salvar su auto-imagen. 
Seguramente nuestro Niño se siente más “cómodo” con la culpa interna (está acostumbrado teniendo el Padre interno que tiene) que con la verdadera emoción que no desea reconocer que puede ser “miedo, tristeza, ira, etc.)

La procastinación está alimentada por un estado del Padre interno que “reprende”. Esto hace que la persona solo pueda activar su Niño Adaptado, anulando al Niño Libre que es el que verdaderamente podría colaborar en la tarea. 

El procrastinador patológico es la persona que ha olvidado lo que quiere (su Niño Libre). La activación de su Niño Adaptado es tan frecuente que el Niño Libre ha quedado sepultado. Esta persona ha quedado atrapada en lo que otros quieren que haga. Su propio estado del yo Padre interno se encarga de ello. 
El Niño Libre queda automáticamente excluido ante las órdenes del estado Padre. El Niño Libre sólo responde a las decisiones de su Adulto cuando éste ha tenido en cuenta y comprendido sus necesidades.
Tan pronto como se le dice a alguien que haga algo, le resultará muy difícil elegir si quiere hacerlo, automáticamente el estado del yo de Niño Adaptado se activa. A mayor presión sobre sobre la persona para que entre en ese estado del yo Niño Adaptado, más dificultad para responder desde el estado del yo del Niño Libre o del Adulto.


El Niño Adaptado utiliza estrategias para no asumir responsabilidades y poder fantasear con su “no fracaso” o “éxito potencial”.... si él hubiera querido.

El Niño Adaptado Sumiso estará todo el día queriendo cumplir con lo que “tiene que hacer” o “debe hacer”, aunque desganado y molesto, el Niño Adaptado Rebelde ocultamente buscará como no hacerlo y el Niño Libre quedará desconectado.

Hay personas que pueden pasar años haciendo como si… para no hacerlo.

Cuando el Padre Crítico interno es muy crítico y controlador y nos marca muchos “deberías” es muy posible que tengamos bien entrenado a un Niño Rebelde encubierto que se asegure de no cumplirlos.

sábado, 8 de agosto de 2020

Prevención de estereotipos, violencia sexual y descontaminación del Adulto



“La persona nace libre, pero una de las primeras cosas que aprende es hacer lo que se le dice y pasa el resto de su vida haciéndolo. Así, pues, su primera esclavización es a manos de sus padres. Luego sigue sus instrucciones por siempre jamás, reteniendo el derecho, sólo en algunos casos.... “ 
Eric Berne




Consentimiento e igualdad parte 1 de 3



Consentimiento e igualdad parte 2 de 3


Consentimiento e igualdad parte 3 de 3



Ser tú mismo o unirte a ti parte 1 de 2



Ser tú mismo o unirte a ti parte 2 de 2



martes, 4 de agosto de 2020

El triángulo dramático en la empresa. Parte I. La debilidad




El triángulo dramático en el contexto empresarial describe dinámicas interpersonales y roles asumidos en situaciones de conflicto o tensión dentro de una organización. Este triángulo involucra tres roles clave: el Salvador, la Víctima y el Perseguidor. El Salvador tiende a asumir un papel de rescatador, ofreciendo soluciones o ayuda a la Víctima. La Víctima se percibe como necesitada de ayuda y puede mostrar pasividad o dependencia. El Perseguidor, por su parte, asume una postura crítica o de control sobre la Víctima. Estos roles pueden cambiar y entrelazarse en diversas situaciones, creando un ciclo de dinámicas destructivas que afectan la eficiencia y el bienestar en el entorno laboral. Reconocer y gestionar este triángulo es esencial para fomentar una comunicación y colaboración saludables dentro de la empresa. 

El juego, tiene tres vértices:

la víctima, el salvador y el perseguidor, que suelen provenir del la transformación de "la víctima" cuando las cosas no salen como quiere. La única forma de parar el juego es negarse desde el principio a intentar asumir peticiones imposibles.

Este triángulo dramático se manifiesta en todas las áreas de nuestras vidas, sólo es cuestión de identificarlo. Con algunos de nuestros familiares, en el ámbito profesional, con los amigos, etc...

Eric Berne, uno de los pioneros del denominado “análisis transaccional”, escribió, entre otros libros, "Los juegos en los que participamos" (Games people play). Berne describe en su libro uno de los juegos más habituales que se dan en casi todas las relaciones personales: el “juego de salvación”. El juego puede representarse mediante un triángulo, en cada uno de cuyos vértices se ubica un protagonista, que responde a tres roles diferentes: el de salvador, el de víctima y el de perseguidor. 

Pondremos un ejemplo profesional para entenderlo.


Juan Carlos, el director de una empresa, llama el jueves por la mañana a Gregorio, uno de sus principales proveedores:


–Hola, Gregorio, soy Juan Carlos. Mira, te llamo porque tengo un problema. El lunes de la semana que viene necesito comenzar la producción de un pedido de 30.000 pantalones y me he quedado sin materia prima. ¿Puedes entregarme el género para el lunes? 

Hasta aquí, todo parece normal: Juan Carlos le hace un pedido urgente a Gregorio. El problema es que su petición no es razonable, y así se lo expresa Gregorio:


Juan Carlos, lo que me pides es casi imposible. Estamos hablando de muchos metros de género y ningún almacenista tiene tal cantidad de materia prima…


En este punto, Juan Carlos, viendo que Gregorio no va a solucionarle su problema, va a dar inicio al juego. Lo hará situándose en el rol de víctima:


Gregorio, no puedes hacerme algo así… Perderé a mi cliente principal. Y no sólo eso… las ventas van mal, y si no atiendo este pedido, yo no sé lo que va a suceder… creo que seré despedido… Te lo pido por favor… se trata de algo más que un pedido, es mi puesto de trabajo… no me dejes tirado, te lo suplico. Además, llevo pasándote trabajo casi cinco años… no puedes hacerme esto.

Juan Carlos ha ejercido su papel de víctima a la perfección. ¿Por qué decimos que hace de víctima? ¡Pues porque algo de responsabilidad tendrá en haber llegado a tal situación! O se olvidó de hacer el pedido de género cuando tocaba o ha aceptado un encargo que no sabía si podía cumplir. 

Triángulo dramático en la empresa. Parte I

Triángulo dramático en la empresa. Parte II

Triángulo dramático en la empresa. Parte III

miércoles, 29 de julio de 2020

Competencia y actuación emocional



Si hubiéramos nacido en un mundo ideal, rodeados de cuidadores ideales y en sociedades ideales, quizás podríamos experimentar y comunicar las emociones adecuadamente, podríamos haber aprendido sus significados y cómo han de ser expresados, comprenderíamos su importancia para la buena salud de nuestras relaciones y, todo ello, de una forma aceptada y comprendida por todos. Seríamos en el área emocional, como el hablante-oyente ideal, para Chomsky, que sabe su lengua perfectamente, y aplica su conocimiento lingüístico en el uso real (performance), sin verse afectado por ninguna condición "gramaticalmente irrelevante", tales como las limitaciones de la memoria o las pequeñas distracciones o errores (Chomsky).

La comunicación ideal de la emoción, entonces, ha de poder ser reconocida y compartida. Sin embargo a diferencia del lenguaje, que responde más o menos a las reglas del paradigma de la lengua en el que  los signos adquieren su función y su significado a través de la práctica social y el intercambio humano, las emociones tienen unas reglas paradigmáticas mucho menos sociales y más personales.

Saussure considera al lenguaje como un objeto doble donde cada una de sus partes no vale sino en función de la otra, es decir que las partes no valen por sí mismas ni por su realidad sustancial, sino por el hecho de oponerse a otras.  Habla de Dicotomía que, en términos generales, es la división de un objeto o concepto en dos partes complementarias pero separadas.

Vamos a suponer los paralelismos de ambos lenguajes. Estás partes son:

Lenguaje y lengua, siendo el lenguaje la facultad natural, multiforme y heteróclito,   y la lengua el sistema de signos usado;

Sistema límbico, como totalidad emocional,  y sistemas de signos verbales y no verbales (universales)

Lengua y habla, siendo el habla el acto para realizar la facultad del lenguaje por medio de la lengua;

Sistemas de respuestas verbales y no verbales (universales) y respuestas emocionales aprendidas propias

Significante y significado, donde el significante es el signo que se utiliza para dar sentido al significado.

El significante, como me muestro,  la forma como lo expreso o no expreso (verbal y no verbal), y el significado, la necesidad a la cual responde que será respuesta a la representación mental o idea que tenemos sobre algo.

Por ejemplo, la ira ante un comportamiento del otro:

Significante: elevo la voz, levanto las manos, entorno los ojos, palidezco, etc.
Significado: Me siento desvalorizado ante el comportamiento del otro.


Chomsky distingue entre competencia (conocimiento interiorizado de una lengua) y performance (la evidencia externa de la competencia lingüística) Esta misma división también es aplicable a la comunicación emocional.

Si las partes que comunican no se complementan se produce un fallo, por tanto,  la incomunicación o la ruptura de la comunicación.

En la comunicación emocional la  competencia y la performance se adquieren desde la infancia, igual que el lenguaje, pero, a diferencia de la lengua, carecemos de unas reglas o normas culturales y sociales explicitas, tan definidas y aceptadas.

La expresión emocional se rige por un sistema de reglas implícitas aprendidas en cada familia e impresas en nuestro inconsciente. De ahí lo difícil de comunicar emociones. Los significantes pueden ser diferentes en cada persona, por lo que el significado puede quedar confuso o inaccesible para en receptor. Así, ante un mismo significante, el receptor puede atribuirle significados opuestos e incluso incoherentes entre sí.

Las consecuencias de esta gran dificultad en la comunicación emocional tendrán consecuencias que dificultaran más el vínculo interpersonal:
  • Reproches, críticas
  • Huida, retirada, silencio
  • Discusiones y quejas  interminables / contraargumentos en un juego de poder para descubrir quién tiene razón y quién está equivocado
  • Desprecio, sarcasmo, ironía

En síntesis, si ya en la comunicación verbal y no verbal podemos malinterpretarnos, en la comunicación emocional este riesgo se eleva de forma exponencial. Cada persona puede utilizar distintos significantes (verbales y no verbales)  para hacerse entender, consiguiendo, la mayoría de las veces, graves fallos en la comunicación emocional

Y es que, al contrario que en el signo, en el que Saussure define la conexión entre el significado y el significante como arbitraria, es decir, convencional, socialmente construida, detrás de nuestra reacción emocional se encuentra una historia que es sólo personal.

Una situación, una palabra o un gesto nos hacen reaccionar, porque reactivan una situación pasada que a menudo es inconsciente. Nuestra reacción emocional es alimentada por nuestro pasado, y en particular por emociones o sentimientos que en ese momento no podíamos expresar, especialmente en nuestra infancia. A veces, podemos ser como bombas de relojería esperando a explotar con la señal adecuada.

Ante tal realidad, sólo nos queda hacer un trabajo personal para identificar las emociones que nos atraviesan (competencia) y una vez entendidas, podremos domesticarlas o socializarlas, si queremos expresarlas adecuadamente (performance).

La competencia ideal necesita de conocer el significante, reconocer sus sensaciones, puesto que la emoción siempre se activa en el cuerpo. Es en el cuerpo donde tenemos acceso a las emociones. Cuando un sentimiento reprimido quiere surgir, puede aparecer como una sensación física, una contracción, una tensión. Puede ser útil tratar de localizar esta sensación incómoda: ¿dónde está sucediendo en el cuerpo? ¿Cómo la notas por dentro? ¿Qué me dice este sentimiento?

Al mantener una atención benevolente en esta parte del cuerpo, le abrimos la puerta y le damos permiso para manifestarse. Y si es bienvenida y vivida plenamente, no dura, pasa, a diferencia de las emociones elásticas en las que podemos quedarnos atrapados durante días.
Tendremos que aprender el vocabulario de las emociones.

Si queremos una vida más armoniosa con los demás, es muy interesante aprender a reconocer las sensaciones que acompañan y anuncian las emociones, pero también saberlo complementar con las palabras precisas sobre lo que se experimenta en el interior.

 La ira no es lo mismo que una simple irritación. Saber diferenciar y luego expresar la emoción que se siente de una manera adecuada permite una mejor comprensión (de uno mismo y del otro) y una mejor adaptación (frente a una persona enfadada, tal vez sea mejor pedir un descanso y alejarse para dejar que la emoción disminuya; y cuando me enfrento a una persona irritada, puedo sentir empatía y preguntarle a qué necesita).

Una forma útil de salir de la reactividad emocional es separarse físicamente, debido a esta tendencia a atacar, contraatacar, criticar, despreciar o incluso evitar. No se trata de salir para escapar o castigar al otro, sino porque debes cuidarte y tener tiempo para acoger, reconocer y domar la emoción. Lo principal es salir de la intoxicación emocional o del secuestro amigdalar.

Una vez que reconocemos y comprendemos la emoción, necesitamos hacer la catarsis, dar salida a la energía que contiene. Esta energía necesita ser liberada, dejarla ir. Es importante expresar a los demás  sobre nuestra emoción. A estas alturas la otra persona habrá leído el significante en tu cara, en tu postura corporal, en tu tono de voz. Pero no tendrá ni idea del significado; o le puede añadir significados que tienen más que ver con sus emociones que con las tuyas.

Es el acceso a lo que uno siente en profundidad lo que marca el final de la crisis. Cuando ya no tratamos de discutir, pero logramos compartir con los demás lo que estamos pasando (las sensaciones, las emociones sentidas, las aspiraciones, las necesidades sin atacar o criticar al otro), solo entonces nos mostramos como somos y la conexión con el otro, en una relación empática de comprensión mutua, puede reconstruirse.

En el momento en que accedemos a nuestro verdadero sentimiento, emergemos de las garras de una emoción devastadora. Si bien nuestras palabras (significante) pueden ser tóxicas e hirientes cuando somos emocionales, compartir nuestros sentimientos (significado) puede ser liberador para nosotros y para la otra persona.

Si en el lenguaje la conexión entre significante y significado sería producto de la interacción humana.

En la comunicación emocional sería producto del autoconocimiento y la autorregulación.