miércoles, 17 de agosto de 2011

Las relaciones de pareja desde el Análisis Transaccional

Voy a estructurar el análisis de las relaciones de pareja desde el punto de vista del Análisis Transaccional en estos 10 aspectos:

1 Un hambre de relación: ¿Qué es todo esto?
2 Modelo de Estado del Ego: Una manera de describir nuestro interior psicológico.
3 Tres necesidades relacionales: ¿Qué quiere el uno del otro?. Hambre de estímulos, el hambre de reconocimiento y el hambre de estructura.
4 Guión:  Patrones de conducta que nos aportan la seguridad infantil desactualizada.
5 Simbiosis: Una forma no adecuada de estar en relación.
6 Juegos: La peor forma de estar en relación.
7 Estructurar el tiempo: ¿Cómo pasan el tiempo juntos la pareja y que otras opciones que podrían tener?
8 Caricias: Cómo obtener las caricias positivas.
9 Descuentos: ¿Qué no hacer?
10 posiciones de la vida: Una vez que estés en el lado adecuado, la vida se ve mucho mejor.

Empecemos pues por las Hambres en la Relación:

Como seres humanos somos criaturas profundamente relacionales y sociales. Cuando nacemos somos totalmente dependientes del cuidado y la interacción de nuestros padres o sustitutos para que nos proporcionen lo que necesitamos en términos de comida, calor, protección y estimulación. Sin embargo, nuestras necesidades de dependencia van más allá de este nivel físico. También nuestro cerebro tiene necesidades para que podamos podamos desarrollar una sana regulación emocional. El bebé es una parte activa de la relación con los padres y aprende cómo ponerse en contacto con ellos y del impacto de otras personas sobre él. Junto con nuestros padres, podemos desarrollar la estabilidad emocional, un sentido de identidad, el uso del lenguaje y una visión de la "historia" compartida  o un relato de nosotros mismos y del mundo. Sin la interacción con otros seres humanos no seríamos capaces de crecer y convertirnos en lo que realmente somos.

Eric Berne, el fundador de la teoría del Análisis Transaccional, ha llamado esta necesidad de relación el "hambre de relación". El mismo concepto es también fundamental en una rama británica del psicoanálisis llamada teoría de las relaciones objetales, que se basa en la idea de que el sujeto existe solo en relación con objetos (personas), que pueden ser externos (reales) o internos (imaginarios).

Anhelamos relaciones que nos estimulen y nos den la seguridad, cercanía, contacto físico y sexo. La forma más intensa que existe en la relación se llama intimidad, un proceso donde ambas partes están plenamente presentes y abiertas a los otros.

La intimidad requiere espontaneidad y atención. Esto significa que tenemos que bajar la guardia y realmente escuchar a la otra persona y sentir nuestro propio deseo de ser escuchados. La intimidad no siempre tiene que ser sexual o amorosa. Las personas pueden estar íntimamente enojados unos con otros, siempre y cuando sean honestas y abiertas entre sí y estén comunicando su ira desde una posición de respeto por uno mismo y por el otro (asertividad).
 
Otra forma de describir la intimidad sería pensar en el principio budista de la atención, de estar completamente presente y abierto a lo que es "aquí y ahora". Para eso el Adulto tiene que estar activado, ser consciente de lo que está ocurriendo y abierto a la comprensión y no al prejuicio.

La intimidad es muy gratificante, pero también puede ser experimentada como una amenaza abrumadora – esto va a depender de nuestra experiencia infantil de apego (Niño) y de estar en la relación. La mayoría de nosotros aprendemos a protegernos contra una repetición de las no tan buenas experiencias pasadas (heridas)  mediante la creación de un estilo de personalidad determinado, un patrón defensivo principal, lo que llamaríamos en AT un "Guión de vida", junto con otros modelos más rígidos o flexibles que nos permitieron obtener lo que necesitábamos en el mundo de las personas y/o para mantenernos a salvo.

También es importante mencionar que los niños experimentan la pérdida de la relación con sus cuidadores - aunque sólo sea brevemente - como una gran amenaza para su supervivencia. Por lo tanto sus respuestas estarán cargadas de una gran activación emocional y poca racionalidad. Un niño se adaptará de alguna manera a esta amenaza para protegerse o evitarla, ya sea sometiéndose ante otros o negando sus propias necesidades o vulnerabilidades. De adultos, estas estrategias seguirán activas en sus relaciones de pareja. Esto significa que probablemente se sentirán más seguros haciendo lo que aprendieron hacer, pero también estarán limitando su capacidad de estar presente y de disfrutar de mejores opciones.

Negarnos nuestras propias necesidades o imponerlas nos impedirá, en la mayoría de los casos, encontrar a alguien que realmente nos ame y nos quiera por lo que somos.

Los patrones de conducta aprendidos para relacionarnos pueden limitar enormemente nuestra apertura y disfrute de las personas y las relaciones.

Cuando "trabajamos" estos aprendizajes y nos hacemos más abiertos al presente y más capaces de permitir a la gente que entre en nuestros corazones, nos hacemos más capaces de dar y recibir (compartir) con alguien.

Berne también se refirió a otras dos "hambre", una de reconocimiento y otra de estructura.

Nuestra hambre de reconocimiento nos lleva a anhelar ser visto como lo que realmente somos, a ser respetado y reconocido como competente, inteligente, especiales, etc

Nuestra hambre de estructura se refiere al hecho de que nuestros cerebros están diseñados para crear una estructura a partir del caos. “El hambre de estructura es el impulso de organizar la experiencia…[un] impulso innato para conformar patrones perceptuales y configuraciones…que crean sentido y predictibilidad y…organizan la continuidad de la experiencia a lo largo del tiempo” (Erskine, 1995/ 1997d, p. 12).

Nosotros organizamos nuestras percepciones en patrones a los que podemos dar nombres (interpretar) y que podemos manipular en nuestra imaginación o en la vida real.

También creamos la estructura de nuestras relaciones, comportándonos de la misma manera construyéndo así nuestro Guión de Vida.

Las tres hambres están relacionadas. Si nos falta una de ellos, a menudo compensamos con una o con las otras dos si es posible.

Si no es suficiente la relación nos puede llevar a luchar por más y más reconocimiento profesional o económico, o podríamos compensar la falta de relaciones con el exceso de la estructuración de nuestras vidas, asegurándonos de mantenernos ocupados con todo tipo de cosas, para así no sentir nada , en particular, no sentirnos solos.

Seguiremos....

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