“Al igual que la forma de la joya no afecta al oro, así permanece inafectada la esencia del hombre. Donde falta este sentido de ecuanimidad eso significa que la realidad no ha sido captada. El simple conocimiento no basta; debe conocerse al conocedor.”
Sri Nisargadatta
Los estilos de apego se
caracterizan por diferentes formas de interactuar y comportarse en las
relaciones. Durante la primera infancia, estos estilos de apego se centran en
cómo interactúan los niños y sus figuras parentales.
El concepto de estilos de apego
surgió de la teoría y las investigaciones sobre el apego que se dieron a lo
largo de las décadas de 1960 y 1970. Hoy en día, los psicólogos suelen
reconocer cuatro estilos principales de apego.
El comportamiento de apego es la
búsqueda de proximidad física a un cuidador importante cuando se siente
angustia, con el objetivo de "sentir seguridad". La angustia se
produce generalmente cuando un niño está asustado, enfermo o cansado. En la
búsqueda de la proximidad y las respuestas que el niño experimenta de su
cuidador se desarrolla un vínculo. El apego seguro es una relación emocional
especial que implica un intercambio de comodidad, cuidado y placer.
Bowlby sugiere que el
comportamiento de apego está genéticamente predeterminado con el objetivo de preservación
de la especie. Esto proporcionará seguridad frente a los depredadores: de ahí
el objetivo del comportamiento de apego es sentir seguridad. El apego, según
Bowlby, tiene un componente evolutivo; ayuda a la supervivencia. El
comportamiento exploratorio se desarrolla a partir del establecimiento de este
vínculo. En consecuencia, esta clase de comportamientos es tan necesaria como
el alimento y la sexualidad. Así pues, el sistema de apego en un mamífero es una
respuesta a la angustia.
Bowlby también hizo tres proposiciones clave sobre la teoría del apego:
Primero, sugirió que cuando los niños se crían con la confianza de que su cuidador principal estará disponible para ellos, es menos probable que experimenten miedo que aquellos que se crían sin tal convicción.
En segundo lugar, creía que esta confianza se forja durante un período crítico de desarrollo, durante los años de la infancia, la niñez y la adolescencia. Las expectativas que se forman durante ese período tienden a permanecer relativamente sin cambios durante el resto de la vida de la persona.
Finalmente, sugirió que estas expectativas que se forman están directamente ligadas a la experiencia. En otras palabras, las personas desarrollan expectativas de cómo otros responderán a sus necesidades de vulnerabiliad porque, en su experiencia, sus cuidadores ya han respondido en el pasado.
Los niños desarrollarían modelos internos
de apego con los que predecir el comportamiento futuro de los demás y, en
consecuencia, organizan su propia respuesta a estos.
Bowlby creía que hay cuatro características distintivas del apego:
Mantenimiento de la proximidad: El deseo de estar cerca de las personas a las que nos apegamos.
Refugio seguro: volver a la figura de apego en busca de comodidad y seguridad frente a un miedo o una amenaza.
Base segura: la figura de apego actúa como una base de seguridad desde la cual el niño puede explorar el entorno circundante.
Angustia por separación: ansiedad que se produce en ausencia de la figura de apego.
La investigación de Ainsworth
mostró que la hipótesis de Bowlby no era precisa. Aunque la mayoría de los
niños en su experimento buscaban la proximidad de su adulto significativo
después de experimentar la angustia de la separación, hubo una proporción
significativa que no lo hizo.
El experimento se hizo con niños de con 12 a 18 meses y la secuencia era la siguiente:
2. El niño explora la habitación con la supervisión de sus padres.
3. Un extraño entra en la habitación, habla con los padres y se acerca al niño.
4. El padre sale silenciosamente de la habitación.
5. El padre regresa y consuela al niño.
Basándose en estas observaciones,
Ainsworth concluyó que había tres estilos principales de apego: apego seguro,
apego inseguro ambivalente y apego inseguro evitativo.
Ella notó tres patrones distintos
de comportamientos de apego en el grupo experiencial. Un grupo (el mayor), al
que ella llamó seguro, se acercó a la madre con diferente intensidad, según el
grado de angustia que hubieran tenido en su ausencia. El nivel de angustia determinaba
el nivel de contacto físico buscado por el niño. Se vio que los niños se
consolaban con este contacto y luego llevaban a cabo cualquier actividad en la
que estuvieran involucrados anteriormente. Un segundo grupo, al que ella llamó inseguro evitativo, ignoró a la madre a
su regreso independientemente del estrés que hubiera sentido en su ausencia. El
grupo final, inseguro ambivalente,
mostró respuestas de enojo al cuidador junto con conductas de apego y
resistencia a ser consolado.
Mucha más investigación ha
respaldado estos hallazgos y estudios longitudinales han demostrado la
persistencia de estos patrones a lo largo del tiempo. Recientemente, dos
investigadores independientes han identificado un cuarto patrón. Esto es descrito
como un patrón inseguro desorganizado.
Aquí los niños tendrían conductas de evitación, aferramiento y resistencia.
Alternarían rápidamente entre las tres, a menudo mostrándose aturdidos, confusos
y apáticos.
Antes de que empieces a culpar a
tus padres de los problemas de tus relaciones, es importante tener en cuenta
que los estilos de apego formados durante la primera infancia no son
necesariamente idénticos a los demostrados en las relaciones de adultos. Ha
transcurrido una gran cantidad de tiempo entre la infancia y la edad adulta,
por lo que las experiencias intermedias también juegan un papel importante en
los estilos de apego de los adultos. La neurociencia, hoy en día, nos habla de
la neuro-plasticidad, que es la flexibilidad que tiene el cerebro para adaptarse a los cambios a través de
redes neuronales.
Aquellos descritos como
ambivalentes o evitativos durante la niñez pueden llegar a tener un apego
seguro en la edad adulta, mientras que aquellos con un apego seguro en la niñez
pueden mostrar patrones de apego inseguros después. También se cree que el
temperamento básico juega un papel parcial en el apego.
Entonces, ¿Qué papel podrían
jugar factores como el divorcio o la discordia entre los padres en la formación
de estilos de apego? En un estudio, Hazan y Shaver encontraron que el divorcio
de los padres parecía no estar relacionado con el estilo de apego.
En cambio, su investigación
indicó que el mejor predictor del estilo de apego de los adultos eran las
percepciones que las personas tienen sobre la calidad de sus relaciones con sus
padres, así como la relación de sus padres entre sí.
Pero la investigación en esta
área indica que los patrones establecidos en la niñez tienen un impacto
importante en las relaciones posteriores. Hazan y Shaver también encontraron
creencias variadas sobre las relaciones entre adultos con diferentes estilos de
apego. Los adultos con apego seguro tienden a creer que el amor romántico es
duradero. Los adultos con apego ambivalente informan que se enamora con
frecuencia, mientras que aquellos con estilos de apego evitativo describen el
amor como algo raro y temporal.
Si bien no podemos decir que los
estilos de apego tempranos sean idénticos al apego romántico de los adultos,
las investigaciones han demostrado que los estilos de apego tempranos pueden
ayudar a predecir patrones de comportamiento en la edad adulta.
Las similitudes entre la teoría
del apego y el análisis transaccional son muy interesantes. En particular, las
posiciones de vida o existenciales como patrones de apego.
Según Berne, las personas adoptan
una posición de vida: "una visión del mundo y de todas las personas que lo
integran, que son amigos o enemigos".
Berne sugiere que hay cuatro
posiciones básicas:
Posición
existencial |
Apego |
|
SEGURA |
Yo estoy bien, Tú estás bien |
Seguro |
PARANOIDE |
Yo estoy bien, Tú no estás bien |
Inseguro - Evitativo |
DEPRESIVA |
Yo no estoy bien, Tú estás bien |
Inseguro Ambivalente |
FUTIL |
Yo no estoy bien, Tú no estás bien |
Inseguro Desorganizado |
Estos patrones son las cuatro formas que las personas utilizan para “sentir seguridad”. A veces utilizamos los cuatro patrones, pero la mayoría de nosotros parece tener un patrón de apego favorito o una posición de vida a la que regresamos en momentos de estrés. Si el patrón de apego es uno de los tipos inseguros, es probable que la seguridad sea un tema clave en la vida de esta persona, ya que ese patrón es desadaptativo para lograr una sensación de seguridad, por lo cual siempre estará buscándola sin encontrarla.
Berne describió la posición de Yo+
Tú+ como saludable y un lugar de “héroes, príncipes, heroínas y princesas”.
Esta posición equivaldría al apego seguro.
A la posición Yo- Tú+ Berne la llama posición “DEPRESIVA”
y aquí, como Ainsworth se habla del patrón inseguro
ambivalente, enfatiza la emoción de enojo que subyace al verse a uno mismo
en una posición de Yo- ante una relación en el que se percibe al otro como OK. Berne
dice que les gusta "hacer que el otro pague tanto como sea posible por...
(sus) ... cupones OK".
Se describe la posición Yo+ Tú- como la posición "PARANOICA"
en la que "Defecto" se juega como un pasatiempo que se entendería un
intento de alejar sus sentimientos de miedo. El juego de Defecto “es la fuente
de una gran cantidad de desavenencias en la vida diaria; se juega desde la
posición depresiva de Niño: "Soy Malo o estoy mal", que es
transformada a la protectora posición Paternal de "Ellos son Malos o están
mal". La intención del jugador, entonces, es probar esto último. Así, los
jugadores de "Defecto" no se sienten a gusto con una persona, hasta
que no descubren su defecto o falta.
En su forma más inflexible puede
convertirse en un juego político totalitario jugado por personalidades
"autoritarias", y entonces puede tener graves repercusiones históricas.
En las relaciones románticas, aparentemente
muestran una atenta vigilancia y curiosidad por el otro, con el Padre o Adulto,
enmascarando caritativamente la satisfacción del Niño por encontrar el defecto.
Tiene la ventaja sicológica interna de alejar la depresión, y la ventaja
sicológica externa de evitar la intimidad que podría hacer notorias las propias
faltas o defectos. Así pueden sentirse justificados rechazando a una mujer
falta de elegancia, a un hombre sin estabilidad monetaria, a uno que no es
ario, a un cateto, a un impotente, etc. La ventaja social externa es de la
familia "No es Terrible", del Tipo Amigable.
Un detalle interesante es que sus
conclusiones y premisas son independientes de su capacidad intelectual o de sus
conocimientos aparentes. Así, un diplomático de su país, dijo en público que
otro país era inferior porque, entre otras cosas, los hombres usaban las mangas
de los abrigos demasiado largas. En su estado Adulto del yo, este hombre era
muy competente. Sólo cuando jugaba algún juego parental como
"Defecto", decía semejantes desatinos (Juegos en los que
participamos, pag. 50).
Finalmente, Berne describe el Yo- Tú - como el lugar de la “futilidad”
donde no se logra nada. Es la posición "NIHILISTA" Los niños con apego desorganizado muestran en su
manifestación externa elementos de los otros apegos inseguros (ambivalente y
evitativo) sólo que no son capaces de organizar sus relaciones en una
estrategia coherente y organizada. Tienen una imagen del mundo como algo
inseguro, impredecible y dañino, por tanto sufren de alta ansiedad ante el abandono y una alta evitación al
contacto.
Es fácil ver cómo estos patrones experimentados
por Berne en su consultorio fueron confirmados por Mary Ainsworth y Mary Main en
sus observaciones.
Las posiciones de vida ahora se
pueden entender en relación con la seguridad. La adopción de una posición de
vida nos dirá mucho sobre cómo responderá alguien cuando su necesidad de
seguridad esté en primer plano. Además, la suposición en la teoría del análisis
transaccional de que existe una posición vital básica resulta ser precisa y
está respaldada por la investigación de los patrones de apego.
El antídoto para los apegos no seguros
es la identidad, conocer que yo soy único y también un yo
que comparte. Las personas con apego evitativo, no son capaces de unirse y de
tener experiencias compartidas debido al miedo a dejar de ser uno mismo, pero cuando
comprenden que pueden vivir las dos experiencias sin temor a desaparecer,
pueden empezar a experimentar un apego seguro. Por ello suelen buscar parejas
con las que no se sienten vulnerables aunque no puedan tampoco experimenten bienestar.
La seguridad es una experiencia
interna que está influenciada por eventos y personas externas, pero que no se
encuentra afuera de nosotros. Se dice "que se encuentra en la cueva del
corazón" (Swartz). La seguridad proviene de nuestro núcleo y se expande
hacia afuera desde nuestro centro con calidez, equilibrio y facilidad.
La seguridad se encuentra en el
presente. Mantener un sentido de conciencia física o conexión a tierra (Ken
Mellor) permite que la seguridad se revele. Ser consciente del mundo externo a
través de los sentidos y cultivar una conciencia física interna permite
experimentar plenamente todo lo que está allí. Esta puede ser una experiencia
intensa. Nos llevará a una rápida disolución de pensamientos y sentimientos y
un emergente sentido cada vez más profundo de seguridad interna.
La seguridad solo se encuentra en
el cuerpo por eso es necesario cuidar de él, comer una dieta balanceada, hacer
ejercicio regularmente, practicar la relajación, cuidar el jardín de la seguridad.
Pensar en la seguridad desarrolla
la seguridad, en lo que nos enfocamos nos convertimos (Ken Mellor).
Estructuras del estado del Yo de los grupos inseguros
Inseguro Ambivalente
Generalmente en su infancia ha
tenido un cuidador primario sobreprotector cuya principal motivación era
sentirse seguro a través de la presencia del niño. El niño lo introyecta en su estado
del yo Padre produciéndose una falta de respuesta a las señales de búsqueda de
seguridad en otros y una expectativa de que sean los demás los que les brinden
seguridad.
El niño pequeño se adapta a este
estilo de crianza con enojo apegándose a la figura parental. El estado del yo Niño
contiene una doble fijación a este estilo de crianza. En primer lugar, una
expresión abierta de inseguridad y, en segundo lugar, una respuesta airada a
las "figuras parentales" con la que intenta responder a esta
expresión de inseguridad.
Inseguro
Evitativo
Su infancia pudo involucrar a un
cuidador distante que se era insensible a cualquier signo de vulnerabilidad en
el niño. De hecho, es muy probable que el cuidador principal encontrase la
expresión de vulnerabilidad en el niño como bastante inquietante. Esto se
introyecta en el estado del yo Padre como indisponibilidad y descuento de todo comportamiento
sano de búsqueda de seguridad.
El niño pequeño se adaptó a este
estilo experimentando su vulnerabilidad pero decidiendo no expresarla. El
estado del yo del Niño contiene este conflicto psíquico entre la experiencia de
la vulnerabilidad y la decisión de intentar otra vez y no necesitar nada. A
menudo, este conflicto se resuelve mediante la identificación con el estado del
yo Padre, que niega el conflicto.
Inseguro Desorganizado
La respuesta parental hacia la
expresión de inseguridad en el niño ha sido de marcada inconsistencia. Este
estilo de crianza ha sido incoscientemente inconsistentemente, por lo que en un
momento el padre puede haber sido muy sensible a la angustia en el niño y el
minuto siguiente desdeñoso y avergonzado de las mismas señales de inseguridad.
Esto se introyecta en el estado del yo Padre como una intensa inconsistencia en
relación con su búsqueda de seguridad que puede oscilar rápidamente entre las
respuestas "cariñosas" y "avergonzantes". El niño pequeño
se adaptó a estas respuestas intentando adquirir seguridad "sin hacer
nada, sobreadaptandose, agitándose, con violencia y con incapacitación"
(Schiff).
El estado del yo Niño contiene
tantas experiencias intensas de miedo como una gama de respuestas conductuales
pasivas a ese miedo.
Es posible que en la edad adulta
las relaciones estén marcadas por estas adaptaciones tempranas. La persona
podrá transferir al otro su propio estado del yo Padre y por tanto esperar una
respuesta similar a sus necesidades de seguridad como las experimentó cuando
era niño. Otra posibilidad es que proyecte su estado del yo Niño inseguro en el
otro y se relacione con él desde su introyección de Padre. Esto podrá llevarle
a sentirse una y otra vez recorriendo los mismos patrones de pensamiento,
sentimientos y conductas infantiles.
Para salir de estos patrones
desadaptativos a la realidad actual, la persona debería identificar sus introyectos
parentales y su adaptación del estado del yo Niño que no ha sido adecuada para responder
a su necesidad de seguridad.
A medida que se toma conciencia se debe hacer
una elaboración de este material a nivel afectivo. Esto a menudo desencadenará
una respuesta de duelo que implica muchos sentimientos como tristeza,
entumecimiento, ira, culpa y autorreproche, ansiedad, soledad, fatiga,
desamparo, conmoción y anhelo. (Worden). Los sentimientos negativos son
naturales y sanos en este proceso, por ello es bueno poder aceptarlos y expresarlos.
Es importante que la persona encuentre el sentido del dolor, de las lágrimas,
de la culpa, de la rabia o de cualquier otro sentimiento que sabemos que está
presente en todo duelo normal.
Worden nos habla de cuatro tareas
a realizar durante el duelo ante un fallecimiento, vamos a readaptarlo a la
pérdida de nuestros patrones aprendidos:
TAREA 1: Aceptar la realidad de
la inadecuación al aquí y ahora de nuestros viejos patrones.
TAREA 2: Elaborar el dolor
del duelo (rabia, tristeza, culpa, etc.)
TAREA 3: Adaptarse a un nuevo
mundo, con nuevos aprendizajes, conceptos, emociones, etc.
TAREA 4: Reubicarnos emocionalmente con respecto a nosotros y nuestras relaciones significativas.
Hacia la seguridad
Este grupo está demasiado atento a
los demás para sentirse seguro y, por tanto, es muy sensible a las
respuestas de los otros ante sus necesidades de seguridad.
En este caso, podemos ir descubriendo de qué manera activamos a nuestro Padre Nutritivo "sobreprotector" y a nuestro estado del yo Niño adaptado para que los demás se sientan seguros, con la esperanza de que nosotros mismos, finalmente, podamos experimentar esa seguridad anhelada.
A medida que tomemos consciencia de estas experiencias, estaremos activando el estado del yo Adulto que podrá integrar experiencias pasadas en el presente, que es el único lugar donde realmente podemos experimentar la seguridad. En estos casos podemos darnos cuenta de que la experiencia de seguridad nunca está afuera, sólo puede provenir de nuestro estado interno.
Los inseguros Evitativos
Este grupo no estará atento a los
otros para sentirse seguros y experimentará la necesidad de seguridad como algo
que no se puede poseer ni expresar, por tanto niegan sus necesidades de
seguridad.
Su estado del yo Padre
introyectado, niega las necesidades del Niño. Le cuesta conectar con sus
emociones en el ámbito relacional.
Aquí se trabajará para reconocer y responder a las necesidades del Niño, esto será la puerta de entrada para construir un bienestar interno y externo.
Los inseguros desorganizados
Este grupo es muy vulnerable y
experimenta fácilmente la necesidad de seguridad, pero no tiene un modelo
interno para actuar de una manera que pueda experimentarla. Tienen tendencia a experimentar
el miedo en un intento recobrar la seguridad. Main y Solomon (1990) han acuñado
la expresión “miedo sin solución” para reflejar lo que experimentan los
niños/as con apego desorganizado. Es probable que cuanto más confiable
se comporte el otro, éste responda más desorganizadamente a sus necesidades de
seguridad. Es posible que sienta que se le invita a sentirse seguro y a la vez se
le impide alcanzarlo. Se encontrará muchas veces en un doble vínculo de Bateson:
“Haga lo que haga me siento inseguro”.
En estos casos el trabajo
consistirá en desarrollar la capacidad de sentirse relajado con el otro,
mientras desarrolla un modelo interno de comportamiento de búsqueda de
seguridad adecuado que le permita experimentar relaciones predecibles y seguras.
Se trata de romper la parálisis del miedo y experimentar una confianza básica
en sí mismo y en los demás, algo que no tuvieron, porque estaban paralizados
por el miedo.
Desarrollar la seguridad interna
es la tarea más importante en nuestra vida. Es una experiencia en constante
evolución. La psicoterapia puede facilitar un impulso hacia la consecución de
la seguridad. Pero también se conseguir a través de un trabajo personal.
Suelo decir que nosotros somos un jardín, podemos contratar a alguien que nos ayude a cuidarlo o aprender a hacerlo nosotros mismos. Será mucho más cómodo que nos ayuden, aunque finalmente la tarea tendremos que continuarla nosotros mismos.
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