Perdemos nuestro poder cuando lo cedemos a otros o a las circunstancias externas. Lo recuperamos cuando aceptamos nuestra capacidad para manejar nuestro poder personal. Las personas están empoderadas cuando se enfocan en:
1. Resolver.
El Niño se queja, el Adulto resuelve. El desahogarse con amigos y familiares puede ser un Pasatiempo o parte de un Juego, pero no es la solución de nuestros problemas, puede agravarlos incluso. Mientras nos quejamos, nuestro Niño se mantiene enfocado en los problemas, descontando nuestro poder personal. Necesitamos al Adulto para enfocarnos en la solución. Activa tu Adulto cuando veas que tu Niño se queja.
2. Aceptar la responsabilidad.
Somos responsables del sufrimiento del Niño. No son las otras personas las que nos hacen sentir como nos sentimos. Incluso cuando otros nos hacen daño podemos elegir la respuesta emocional. Se le atribuye a Eleanor Roosevelt la frase: "Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento."
Cuando te sientas mal, pregúntate que te estás diciendo a ti mismo sobre ti y sobre los demás. Pon el Padre a trabajar sobre qué límites y qué permisos necesitas para responder a las necesidades que tus emociones expresan.
3. Establece límites saludables.
Ignorar nuestra responsabilidad en la toma de decisiones adecuadas para nosotros es ceder el poder a otros. Nuestro Padre Normativo puede establecer los límites físicos y emocionales saludables que nos permitan gestionar, en función de nuestras necesidades sanas, cómo y con quién invertimos nuestro tiempo.
4. El proceso de perdonar.
El Padre Nutritivo/Compasivo aunque reconoce la ira como emoción natural, sabe que guardar rencor sólo perjudica a quien lo experimenta, por eso, acompaña al Niño hasta encontrar la calma y seguridad interna.
El Padre Compasivo ayuda a perdonar, no porque se acepte la bondad o la maldad del evento, sino porque perdonar implica sobreponernos y retomar de nuevo nuestra capacidad de disfrute.
5. Conocer nuestros valores.
Si no conocemos nuestros valores, vamos a la deriva. El Padre nos ayuda a gestionar y priorizar nuestros valores para vivir en función de lo que para nosotros es importante.
6. Pensamientos productivos.
Cuando estamos enredándonos en pensamientos improductivos, que no nos llevan a ninguna parte y nos generan confusión y malestar, el Adulto toma el control para no dedicar más energías a áreas de tu vida que no lo merecen. Se enfoca en aquello que en el aquí y ahora nos va a ser beneficioso.
7. Lenguaje empoderado.
El Adulto evita frases de Victima: "Tuve que hacerlo..." y habla con lenguaje empoderado "Decidí que, en aquel momento, lo mejor era hacer...". Aunque, no todas las decisiones que tomamos resultan finalmente como queríamos, es necesario reconocer que siempre había otras opciones y que nosotros decidimos.
8. Mis opiniones y tus opiniones: seguro y abierto a crecer.
No todo el mundo estará de acuerdo con nosotros, al igual que tampoco nosotros estaremos de acuerdo con los demás todo el tiempo. El Adulto evalúa la parte que le sirve de las críticas que recibe, pero no permite que la opinión de nadie afecte a su autoestima.
9. Mantener el brillo.
La duda y el miedo nos opacan. Cuando nuestro Niño confía en que nuestros estados del yo están lo suficientemente equilibrados y sintonizados, se siente protegido, entonces no le importa destacar y atreverse a ser diferente.
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