Maluisse: Vaya, Velle, veo que te sientes decepcionada con tu amiga
porque crees que no ha sido sincera contigo. Crees que la sinceridad o lógica
como dices tú es necesaria siempre ¿no?
Velle: Si, claro. ¿O acaso me vas a decir que la mentira es buena?
Maluisse: El concepto de bueno y malo, bien o mal, es un concepto
complejo, tiene muchas aristas y límites no demasiado definidos. Normalmente, lo
ético, lo correcto, lo moral está registrado en nuestro estado del yo Padre.
Las reglas y normas sobre lo correcto o incorrecto las vamos adquiriendo por
cultura, familia y entorno. Lo que es correcto en unos sitios, puede no serlo
en otros. Los principios que rigen en una familia, pueden no ser admitidos en
otras. En fin, es una discusión filosófica muy interesante, pero vayamos a lo
concreto, a tu emoción.
Velle: Ya sé que me vas a preguntar cuál ha sido mi diálogo interno
cuando me he sentido mal.
Maluisse: Muy bien, chica lista, te escucho.
Velle: He pensado que ella tendría que decirme la verdad, tener la
suficiente confianza en mí. Y me he sentido decepcionada pensando que me oculta
cosas.
Maluisse: Es decir, es posible que hayas sentido que al no decirte “la
verdad” no mereces para ella su confianza y eso, además de decepcionarte, te ha disgustado y te ha llevado a desconfiar de
ella?
Velle: Bueno…. Sí, me he disgustado con ella y desde luego creo que
no voy a poder volver a confiar en lo que me diga a partir de ahora.
Maluisse: Vale, vale. No puedes confiar en ella, porque ella ha
elegido no compartir su tiempo contigo, sin importar si ha sido por causas de
salud o de necesidad de su propio espacio. ¿Crees realmente que tú necesitas
ser informada de su gestión del tiempo?
Velle: No, claro que no. Lo que me duele es la mentira.
Maluisse: Si, claro, la mentira puede ser muy dañina. Sin embargo,
algunas mentiras son incluso necesarias en algunas sociedades. No se si te he hablado
del Honne y el Tatemae, son palabras japonesas que se traduce como
"opinión verdadera" y "opinión pública". La idea es que,
muchas veces, tienes que ocultar tu verdadera opinión para evitar conflictos. De
modo que, en su cultura, los japoneses deben expresar sus opiniones y
comportamientos conforme a lo que su sociedad entiende como «adecuado» a la
hora de relacionarse en cualquier ámbito. Esta visión está dentro de otro
concepto que define su cultura: el “wa”, que significa armonía. Para ellos una
confrontación es una falta de respeto y de educación hacia el otro. Por ello,
dirán aquello que sea mejor aceptado por el otro, guardando sus propios
pensamientos y emociones para ellos mismos. Los valores y el bienestar del
grupo se consideran más importantes que las ambiciones o deseos individuales.
Ellos entienden que elevarse por encima de los sentimientos personales por el
bien de la sociedad en su conjunto es una virtud muy valiosa. Esto que
aquí, en occidente, puede parecernos una pose hipócrita o insincera, para ellos
es corrección y garantía de paz y armonía.
A veces, también lo hacemos
nosotros sin ánimo de ser hipócritas, sólo por evitar dar una serie de
explicaciones incómodas o por no “dañar” al otro.
Imagínate que ella te hubiera expresado
abiertamente sus sentimientos, por ejemplo: “no me apetece salir contigo hoy.
Me apetece estar sola, ir a pasear por el parque y llegar a casa a leer un
libro. Lo siento, hoy tengo que anteponer mis necesidades a las tuyas”. Tendría
todo su derecho, habría sido muy asertiva y, quizás, tú lo hubieras aceptado
con naturalidad o no. Sin embargo, es posible que su Padre Crítico le diga que
no debe ser tan directa y sincera con las personas que le solicitan algo. Quizá
ha aprendido a que las excusas son la forma más adecuada de no decepcionar o herir
a la gente cuando se rechaza una propuesta. Probablemente lo ha experimentado
en casa cuando su padre o su madre rechazaban una petición para salir o para
quedar con alguien. De modo que para ella, al contrario que para ti, que priorizas
el valor de la sinceridad, puede estar siguiendo una regla de educación y de
respeto, lejos de considerarlo una falta de confianza en ti.
Velle: Si, visto así, tiene todo su derecho a decirme lo que considere,
no está obligada a rendirme cuentas de lo que hace. Pero prefiero la sinceridad.
Maluisse: Tienes tú la suficiente confianza en ella para que,
aunque se tome su tiempo y gestione sus asuntos sin informarte de ello, pueda
seguir siendo la amiga con los valores y vínculos que te unían a ella? ¿Hay
algo más que no esté funcionando bien en esa relación?
Velle: Quizá la estoy agobiando un poco. Últimamente solo me
relaciono con ella y doy por hecho que siempre estará ahí cuando la necesito.
Maluisse: ¿Cómo si fuera una madre?
Velle: jajajajajaja, sí es verdad, como si fuera una madre.
Maluisse: Incluso las madres tienen derecho a su propio tiempo, ya
lo experimentarás cuando tus hijos dependan de ti.
Velle: ¿Quieres decir que quizás estoy dependiendo de ella?
Maluisse: ¿Tenías ese día más opciones para disfrutar de tu día cuando
ella rechazó la cita?
Velle: No, la verdad es que me quedé sin planes.
Maluisse: ¿Qué puedes hacer para disponer de más opciones disfrutables
que no dependan siempre de otros?
Velle: Ya me vas a poner a trabajar de nuevo.
Maluisse: De momento a pensar.
Velle: Ya te vale!
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