domingo, 9 de septiembre de 2018

La vergüenza y la arrogancia, el Sumiso y el Rebelde



Si has desarrollado un Niño Adaptado Sumiso en el que reconoces que la vergüenza es la emoción más activa, o por el contrario tienes un Niño Adaptado Rebelde que se activa rápidamente blandiendo la espada de su arrogancia, entonces, muy posiblemente, estos Niños son el resultado de la relación que estableciste con una o mas figuras parentales que se comunicaban de una forma no amorosa.  En esta comunicación se pudo haber utilizado de manera frecudente la crítica, el ridículo, la culpa, las etiquetas, o te ignoraban o descontaban o realizaban otras conductas humillantes hacia tu persona. Estas figuras quizá lo habían aprendido de sus propias figuras parentales y formaba parte de sus "creencias" de que la "letra con sangre entra" o "quién bien te quiere te hará llorar". Quizá incluso, ahora formen parte de tus creencias y de tu contaminado Adulto y también lo estés utilizando para educar o relacionarte con los que dependen de ti.

Ambas, vergüenza y arrogancia, fueron las defensas que creamos para protegernos en el futuro de volver a experimentar el inmenso dolor de sentirnos heridos e impotentes ante ese ataque, y lo peor, evitar sentirnos desconectados de esa relación parental tan básica para nuestra supervivencia.

Eskiner diferencia las finalidades de ambas emociones, mientras la vergüenzan mantiene una esperanza inconsciente de que la otra persona asumirá la responsabilidad de reparar el daño producido en la relación, la arrogancia conlleva la negación de la necesidad de una relación.

El guión es un plan de vida basado en introyecciones y/o reacciones defensivas hechas bajo presión, a cualquier edad del desarrollo, que inhiben la espontáneidad y limitan la flexibilidad en la solución de problemas y en la relacion con la gente.

 Desde la perspectiva del guión, la vergüenza se compone de la creencia del guión: "Algo me pasa o hay algo malo en mi", que se formó como resultado de esos mensajes parentales.  Además, desde la perspectiva del estado del yo, la vergüenza implica un autoconcepto disminuido complementario a la crítica, un desplazamiento defensivo de la tristeza , miedo y una negación de la ira. La necesidad de contacto en la relación permanece como una esperanza inconsciente de reestablecimiento de la realción y de una total aceptación por el otro. Es como si el estado Niño (quizás el Pequeño Profesor) estuviera diciendo a aquellos que le ridiculizaron, “si me vuelvo lo que tú defines que soy, entonces ¿me querrás?”

Los niños necesitan sentirse queridos incondicionalmente por cada uno de sus padres, unos padres que demuestren verbal y no verbamente este amor. Esta incondicionalidad va a crear en el niño un sentimiento de autovalía, una confianza básica,  un puente interpersonal con "el otro" que le permitirá responder mejor a los diferentes retos emocionales con otras relaciones. Este puente o confianza básica formará una base segura, confiable y no amenazante también en su estructura psicológica interna (diálogos internos).
Sin embargo cuando esto no ha sido así y la persona ha crecido arrastrando las humillaciones infantiles puede estar funcionando hoy desde una muy debilitadora vergüenza o con una arrogancia defensiva que, lejos de crear puentes, son ahora la fuente de su dolor y aislamiento.
Afortunadamente la solución ya no va a provenir desde afuera, ahora el trabajo lo podemos hacer nosotros mismos, con la autoreparentalización. Sólo tenemos que preguntarnos:

Cómo me trato a mi mismo?
Qué me digo cuando fracaso?
Qué siento cuando....
Etc.

Describir nuestro Crítico negativo interno es el primer paso y reemplazarlo por un Padre Normativo y Nutritivo positivo y un Adulto Mindful centrado en el aquí y Ahora es el segundo.

No es fácil al principio y es largo el camino, sin embargo son tan agradables las sensaciones cuando vamos consiguiendo un amoroso Padre interno que con cada pequeño triunfo nuestra motivación a seguir avanzando está asegurada.

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