Si hubiéramos nacido en un mundo
ideal, rodeados de cuidadores ideales y en sociedades ideales, quizás podríamos
experimentar y comunicar las emociones adecuadamente, podríamos haber aprendido
sus significados y cómo han de ser expresados, comprenderíamos su importancia
para la buena salud de nuestras relaciones y, todo ello, de una forma aceptada
y comprendida por todos. Seríamos en el área emocional, como el hablante-oyente
ideal, para Chomsky, que sabe su lengua perfectamente, y aplica su conocimiento
lingüístico en el uso real (performance), sin verse afectado por ninguna
condición "gramaticalmente irrelevante", tales como las limitaciones
de la memoria o las pequeñas distracciones o errores (Chomsky).
La comunicación ideal de la emoción, entonces, ha de poder ser reconocida y compartida. Sin embargo a diferencia del lenguaje, que
responde más o menos a las reglas del paradigma de la lengua en el que los
signos adquieren su función y su significado a través de la práctica social y
el intercambio humano, las emociones tienen unas reglas paradigmáticas mucho
menos sociales y más personales.
Saussure considera al lenguaje
como un objeto doble donde cada una de sus partes no vale sino en función de la
otra, es decir que las partes no valen por sí mismas ni por su realidad
sustancial, sino por el hecho de oponerse a otras. Habla de Dicotomía que, en términos generales,
es la división de un objeto o concepto en dos partes
complementarias pero separadas.
Vamos a suponer los paralelismos de ambos lenguajes. Estás partes son:
Lenguaje
y lengua, siendo el lenguaje la facultad natural, multiforme y heteróclito, y la lengua el sistema de signos usado;
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Sistema
límbico, como totalidad emocional, y sistemas
de signos verbales y no verbales (universales)
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Lengua
y habla, siendo el habla el acto para realizar la facultad del lenguaje por
medio de la lengua;
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Sistemas
de respuestas verbales y no verbales (universales) y respuestas emocionales aprendidas
propias
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Significante
y significado, donde el significante es el signo que se utiliza para dar
sentido al significado.
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El
significante, como me muestro, la
forma como lo expreso o no expreso (verbal y no verbal), y el significado, la
necesidad a la cual responde que será respuesta a la representación mental o
idea que tenemos sobre algo.
Por
ejemplo, la ira ante un comportamiento del otro:
Significante:
elevo la voz, levanto las manos, entorno los ojos, palidezco, etc.
Significado:
Me siento desvalorizado ante el comportamiento del otro.
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Chomsky distingue entre
competencia (conocimiento interiorizado de una lengua) y performance (la evidencia externa de la competencia lingüística) Esta misma división también es aplicable a la comunicación emocional.
Si las partes que comunican no se complementan se produce un fallo, por tanto, la incomunicación o la ruptura de la
comunicación.
En la comunicación emocional la competencia y la performance se adquieren desde
la infancia, igual que el lenguaje, pero, a diferencia de la lengua, carecemos
de unas reglas o normas culturales y sociales explicitas, tan definidas y
aceptadas.
La expresión emocional se rige
por un sistema de reglas implícitas aprendidas en cada familia e impresas en
nuestro inconsciente. De ahí lo difícil de comunicar emociones. Los
significantes pueden ser diferentes en cada persona, por lo que el significado
puede quedar confuso o inaccesible para en receptor. Así, ante un mismo
significante, el receptor puede atribuirle significados opuestos e incluso incoherentes
entre sí.
Las consecuencias de esta gran dificultad
en la comunicación emocional tendrán consecuencias que dificultaran más el
vínculo interpersonal:
- Reproches, críticas
- Huida, retirada, silencio
- Discusiones y quejas interminables / contraargumentos en un juego de poder para descubrir quién tiene razón y quién está equivocado
- Desprecio, sarcasmo, ironía
En síntesis, si ya en la
comunicación verbal y no verbal podemos malinterpretarnos, en la comunicación
emocional este riesgo se eleva de forma exponencial. Cada persona puede utilizar
distintos significantes (verbales y no verbales) para hacerse entender, consiguiendo, la
mayoría de las veces, graves fallos en la comunicación emocional
Y es que, al contrario que en el
signo, en el que Saussure define la conexión entre el significado y el
significante como arbitraria, es decir, convencional, socialmente construida, detrás
de nuestra reacción emocional se encuentra una historia que es sólo personal.
Una
situación, una palabra o un gesto nos hacen reaccionar, porque reactivan una
situación pasada que a menudo es inconsciente. Nuestra reacción emocional es
alimentada por nuestro pasado, y en particular por emociones o sentimientos que
en ese momento no podíamos expresar, especialmente en nuestra infancia. A
veces, podemos ser como bombas de relojería esperando a explotar con la señal
adecuada.
Ante tal realidad, sólo nos queda
hacer un trabajo personal para identificar las emociones que nos atraviesan (competencia)
y una vez entendidas, podremos domesticarlas o socializarlas, si queremos
expresarlas adecuadamente (performance).
La competencia ideal necesita de conocer
el significante, reconocer sus sensaciones, puesto que la emoción siempre se
activa en el cuerpo. Es en el cuerpo donde tenemos acceso a las emociones. Cuando
un sentimiento reprimido quiere surgir, puede aparecer como una sensación
física, una contracción, una tensión. Puede ser útil tratar de localizar esta
sensación incómoda: ¿dónde está sucediendo en el cuerpo? ¿Cómo la notas por
dentro? ¿Qué me dice este sentimiento?
Al mantener una atención
benevolente en esta parte del cuerpo, le abrimos la puerta y le damos permiso
para manifestarse. Y si es bienvenida y vivida plenamente, no dura, pasa, a
diferencia de las emociones elásticas en las que podemos quedarnos atrapados
durante días.
Tendremos que aprender el vocabulario
de las emociones.
Si queremos una vida más
armoniosa con los demás, es muy interesante aprender a reconocer las sensaciones
que acompañan y anuncian las emociones, pero también saberlo complementar con
las palabras precisas sobre lo que se experimenta en el interior.
La ira no es lo mismo que una simple
irritación. Saber diferenciar y luego expresar la emoción que se siente de una
manera adecuada permite una mejor comprensión (de uno mismo y del otro) y una
mejor adaptación (frente a una persona enfadada, tal vez sea mejor pedir un
descanso y alejarse para dejar que la emoción disminuya; y cuando me enfrento a
una persona irritada, puedo sentir empatía y preguntarle a qué necesita).
Una forma útil de salir de la
reactividad emocional es separarse físicamente, debido a esta tendencia a
atacar, contraatacar, criticar, despreciar o incluso evitar. No se trata de
salir para escapar o castigar al otro, sino porque debes cuidarte y tener
tiempo para acoger, reconocer y domar la emoción. Lo principal es salir de la
intoxicación emocional o del secuestro amigdalar.
Una vez que reconocemos y
comprendemos la emoción, necesitamos hacer la catarsis, dar salida a la energía
que contiene. Esta energía necesita ser liberada, dejarla ir. Es importante
expresar a los demás sobre nuestra
emoción. A estas alturas la otra persona habrá leído el significante en tu
cara, en tu postura corporal, en tu tono de voz. Pero no tendrá ni idea del
significado; o le puede añadir significados que tienen más que ver con sus
emociones que con las tuyas.
Es el acceso a lo que uno siente
en profundidad lo que marca el final de la crisis. Cuando ya no tratamos de
discutir, pero logramos compartir con los demás lo que estamos pasando (las
sensaciones, las emociones sentidas, las aspiraciones, las necesidades sin
atacar o criticar al otro), solo entonces nos mostramos como somos y la
conexión con el otro, en una relación empática de comprensión mutua, puede
reconstruirse.
En el momento en que accedemos a
nuestro verdadero sentimiento, emergemos de las garras de una emoción
devastadora. Si bien nuestras palabras (significante) pueden ser tóxicas e
hirientes cuando somos emocionales, compartir nuestros sentimientos
(significado) puede ser liberador para nosotros y para la otra persona.
Si en el lenguaje la conexión
entre significante y significado sería producto de la interacción humana.
En la comunicación emocional sería producto del autoconocimiento y la autorregulación.
En la comunicación emocional sería producto del autoconocimiento y la autorregulación.
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