miércoles, 29 de julio de 2020

Competencia y actuación emocional



Si hubiéramos nacido en un mundo ideal, rodeados de cuidadores ideales y en sociedades ideales, quizás podríamos experimentar y comunicar las emociones adecuadamente, podríamos haber aprendido sus significados y cómo han de ser expresados, comprenderíamos su importancia para la buena salud de nuestras relaciones y, todo ello, de una forma aceptada y comprendida por todos. Seríamos en el área emocional, como el hablante-oyente ideal, para Chomsky, que sabe su lengua perfectamente, y aplica su conocimiento lingüístico en el uso real (performance), sin verse afectado por ninguna condición "gramaticalmente irrelevante", tales como las limitaciones de la memoria o las pequeñas distracciones o errores (Chomsky).

La comunicación ideal de la emoción, entonces, ha de poder ser reconocida y compartida. Sin embargo a diferencia del lenguaje, que responde más o menos a las reglas del paradigma de la lengua en el que  los signos adquieren su función y su significado a través de la práctica social y el intercambio humano, las emociones tienen unas reglas paradigmáticas mucho menos sociales y más personales.

Saussure considera al lenguaje como un objeto doble donde cada una de sus partes no vale sino en función de la otra, es decir que las partes no valen por sí mismas ni por su realidad sustancial, sino por el hecho de oponerse a otras.  Habla de Dicotomía que, en términos generales, es la división de un objeto o concepto en dos partes complementarias pero separadas.

Vamos a suponer los paralelismos de ambos lenguajes. Estás partes son:

Lenguaje y lengua, siendo el lenguaje la facultad natural, multiforme y heteróclito,   y la lengua el sistema de signos usado;

Sistema límbico, como totalidad emocional,  y sistemas de signos verbales y no verbales (universales)

Lengua y habla, siendo el habla el acto para realizar la facultad del lenguaje por medio de la lengua;

Sistemas de respuestas verbales y no verbales (universales) y respuestas emocionales aprendidas propias

Significante y significado, donde el significante es el signo que se utiliza para dar sentido al significado.

El significante, como me muestro,  la forma como lo expreso o no expreso (verbal y no verbal), y el significado, la necesidad a la cual responde que será respuesta a la representación mental o idea que tenemos sobre algo.

Por ejemplo, la ira ante un comportamiento del otro:

Significante: elevo la voz, levanto las manos, entorno los ojos, palidezco, etc.
Significado: Me siento desvalorizado ante el comportamiento del otro.


Chomsky distingue entre competencia (conocimiento interiorizado de una lengua) y performance (la evidencia externa de la competencia lingüística) Esta misma división también es aplicable a la comunicación emocional.

Si las partes que comunican no se complementan se produce un fallo, por tanto,  la incomunicación o la ruptura de la comunicación.

En la comunicación emocional la  competencia y la performance se adquieren desde la infancia, igual que el lenguaje, pero, a diferencia de la lengua, carecemos de unas reglas o normas culturales y sociales explicitas, tan definidas y aceptadas.

La expresión emocional se rige por un sistema de reglas implícitas aprendidas en cada familia e impresas en nuestro inconsciente. De ahí lo difícil de comunicar emociones. Los significantes pueden ser diferentes en cada persona, por lo que el significado puede quedar confuso o inaccesible para en receptor. Así, ante un mismo significante, el receptor puede atribuirle significados opuestos e incluso incoherentes entre sí.

Las consecuencias de esta gran dificultad en la comunicación emocional tendrán consecuencias que dificultaran más el vínculo interpersonal:
  • Reproches, críticas
  • Huida, retirada, silencio
  • Discusiones y quejas  interminables / contraargumentos en un juego de poder para descubrir quién tiene razón y quién está equivocado
  • Desprecio, sarcasmo, ironía

En síntesis, si ya en la comunicación verbal y no verbal podemos malinterpretarnos, en la comunicación emocional este riesgo se eleva de forma exponencial. Cada persona puede utilizar distintos significantes (verbales y no verbales)  para hacerse entender, consiguiendo, la mayoría de las veces, graves fallos en la comunicación emocional

Y es que, al contrario que en el signo, en el que Saussure define la conexión entre el significado y el significante como arbitraria, es decir, convencional, socialmente construida, detrás de nuestra reacción emocional se encuentra una historia que es sólo personal.

Una situación, una palabra o un gesto nos hacen reaccionar, porque reactivan una situación pasada que a menudo es inconsciente. Nuestra reacción emocional es alimentada por nuestro pasado, y en particular por emociones o sentimientos que en ese momento no podíamos expresar, especialmente en nuestra infancia. A veces, podemos ser como bombas de relojería esperando a explotar con la señal adecuada.

Ante tal realidad, sólo nos queda hacer un trabajo personal para identificar las emociones que nos atraviesan (competencia) y una vez entendidas, podremos domesticarlas o socializarlas, si queremos expresarlas adecuadamente (performance).

La competencia ideal necesita de conocer el significante, reconocer sus sensaciones, puesto que la emoción siempre se activa en el cuerpo. Es en el cuerpo donde tenemos acceso a las emociones. Cuando un sentimiento reprimido quiere surgir, puede aparecer como una sensación física, una contracción, una tensión. Puede ser útil tratar de localizar esta sensación incómoda: ¿dónde está sucediendo en el cuerpo? ¿Cómo la notas por dentro? ¿Qué me dice este sentimiento?

Al mantener una atención benevolente en esta parte del cuerpo, le abrimos la puerta y le damos permiso para manifestarse. Y si es bienvenida y vivida plenamente, no dura, pasa, a diferencia de las emociones elásticas en las que podemos quedarnos atrapados durante días.
Tendremos que aprender el vocabulario de las emociones.

Si queremos una vida más armoniosa con los demás, es muy interesante aprender a reconocer las sensaciones que acompañan y anuncian las emociones, pero también saberlo complementar con las palabras precisas sobre lo que se experimenta en el interior.

 La ira no es lo mismo que una simple irritación. Saber diferenciar y luego expresar la emoción que se siente de una manera adecuada permite una mejor comprensión (de uno mismo y del otro) y una mejor adaptación (frente a una persona enfadada, tal vez sea mejor pedir un descanso y alejarse para dejar que la emoción disminuya; y cuando me enfrento a una persona irritada, puedo sentir empatía y preguntarle a qué necesita).

Una forma útil de salir de la reactividad emocional es separarse físicamente, debido a esta tendencia a atacar, contraatacar, criticar, despreciar o incluso evitar. No se trata de salir para escapar o castigar al otro, sino porque debes cuidarte y tener tiempo para acoger, reconocer y domar la emoción. Lo principal es salir de la intoxicación emocional o del secuestro amigdalar.

Una vez que reconocemos y comprendemos la emoción, necesitamos hacer la catarsis, dar salida a la energía que contiene. Esta energía necesita ser liberada, dejarla ir. Es importante expresar a los demás  sobre nuestra emoción. A estas alturas la otra persona habrá leído el significante en tu cara, en tu postura corporal, en tu tono de voz. Pero no tendrá ni idea del significado; o le puede añadir significados que tienen más que ver con sus emociones que con las tuyas.

Es el acceso a lo que uno siente en profundidad lo que marca el final de la crisis. Cuando ya no tratamos de discutir, pero logramos compartir con los demás lo que estamos pasando (las sensaciones, las emociones sentidas, las aspiraciones, las necesidades sin atacar o criticar al otro), solo entonces nos mostramos como somos y la conexión con el otro, en una relación empática de comprensión mutua, puede reconstruirse.

En el momento en que accedemos a nuestro verdadero sentimiento, emergemos de las garras de una emoción devastadora. Si bien nuestras palabras (significante) pueden ser tóxicas e hirientes cuando somos emocionales, compartir nuestros sentimientos (significado) puede ser liberador para nosotros y para la otra persona.

Si en el lenguaje la conexión entre significante y significado sería producto de la interacción humana.

En la comunicación emocional sería producto del autoconocimiento y la autorregulación.



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