miércoles, 5 de marzo de 2025

Almoadas para el imsomnio

 


Pudiera suceder que dar una pastilla a alguien que no entiende su vida sea como darle una almohada a alguien que tiene insomnio: la solución real está en comprender lo que le impide dormir, no en cubrirlo con algo que no lo hará descansar.


Desequilibrio químico o desequilibrio emocional: desde el Análisis Transaccional

Durante décadas, se ha mantenido la idea de que la depresión es una condición puramente biológica, un mal funcionamiento del cerebro que se soluciona con medicación. Muchos psiquiatras y profesionales de la salud mental defienden esta teoría, equiparando los trastornos mentales con enfermedades físicas que tienen causas y tratamientos bien definidos. 

Sin embargo, esta visión reduce el sufrimiento humano a un simple "desequilibrio químico" y omite un aspecto esencial: la forma en que las personas experimentan, gestionan y dan sentido a sus emociones a lo largo de su vida y a lo que les ocurre. ¿Y si, en lugar de un "desequilibrio químico", se tratara de un "desequilibrio emocional"? (Algo así como cuando el café se acaba por la mañana y sientes que el mundo pierde sentido).

Desde el  Análisis Transaccional (AT) podemos dibujar una realidad diferente. En lugar de ver la depresión como un "error biológico", el AT se enfoca en estudiar el desequilibrio  emocional a través de los Estados del Yo: el Padre, el Adulto y el Niño. Desde esta óptica, el sufrimiento mental no es el resultado de un mal funcionamiento cerebral, sino el producto de dinámicas emocionales y psicológicas que se han aprendido y repetido a lo largo de la vida.

Veamos como serían estos estados del yo que nos provocan sufrimiento:


1. El Padre Crítico y el autocastigo (El Monstruo mete-miedo)

Muchas personas que atraviesan una depresión han internalizado mensajes críticos desde su infancia. Frases como "No eres suficiente" o "Debes ser fuerte y no quejarte" provienen del Estado del Yo Padre Crítico. Este modo de funcionamiento genera un diálogo interno negativo que contribuye a la autodesvalorización y a una profunda sensación de culpa. La psiquiatría tradicional, al centrarse exclusivamente en lo biológico, no suele considerar estas influencias emocionales. (Es como ese compañero de trabajo que siempre te recuerda lo que hiciste mal, pero nunca menciona cuando lo haces bien).

2. El Niño Adaptado y la sumisión emocional (El aguante patológico)

Otro componente esencial en el sufrimiento emocional es el Niño Adaptado, que, en un intento de ser aceptado, reprime sus propias necesidades y emociones. Las personas que crecen en entornos donde no se les permite expresar emociones como la tristeza o el enojo, pueden desarrollar un malestar profundo que, en ocasiones, es diagnosticado como depresión. Sin embargo, no se está abordando la verdadera raíz de este malestar. (Es como cuando finges que te gusta la ensalada en una cita, pero por dentro solo deseas una hamburguesa). 

3. El Adulto y la regulación emocional (El ausente)

 En el AT, el Adulto es el estado del Yo que evalúa la realidad de manera objetiva, sin la influencia de mandatos impuestos por el Padre Crítico o respuestas automáticas del Niño. Un desequilibrio emocional ocurre cuando el Adulto queda eclipsado por un Padre excesivamente crítico o un Niño reprimido. 

Restaurar el equilibrio emocional implica permitir que el Adulto tome el control, cuestionando las creencias limitantes, validando las emociones y tomando decisiones conscientes. (Básicamente, necesitamos que el Adulto tome el mando antes de que el Niño decida pedir cuatro pizzas familiares para "llenar el vacío existencial").

Ahora súmale, a todas estas variables internas, algunas externas, es decir, las cosas que nos pasan a diario y de las que no tenemos ningún control. O si, pero no sabemos como gestionarlas.

Imaginemos a una persona que ha perdido su empleo. No solo enfrenta la sensación de fracaso, intensificada por la voz crítica de su Padre Interno, sino que también tiene un alquiler que pagar, hijos que alimentar y gastos que no sabe cómo cubrir. Y sin pretender ser exagerados, sumemosle que vínculos afectivos escasos o difíciles. Su Niño Adaptado, condicionado por años de mensajes de sumisión y sacrificio, le impide expresar su angustia y pedir ayuda. Mientras tanto, su Adulto está paralizado por la ansiedad y no puede encontrar soluciones prácticas. Se siente atrapado en una espiral de desesperanza, donde su mente repite constantemente que "no hay salida". 

Como comprenderas, existirá un "desequilibrio químico" (Un cocktel de cortisol, adrenalina (epinefrina), noradrenalina (norepinefrina), ACTH (hormona adrenocorticotropa), vasopresina, prolactina) pero en el que su sufrimiento no se podrá superar  con medicación. 

El estres y la depresión por tanto es una respuesta emocional normal profundamente enraizada en un contexto real y complejo, donde la medicación puede suponer una solución ficticia, como cuando tu cuenta bancaria está en rojo y el banco solo te ofrece un préstamo con intereses impagables, en lugar de una solución real.

Es cierto que el cerebro juega un papel importante en la regulación emocional, pero reducir la depresión a un simple "desequilibrio químico" ignora las complejas interacciones entre nuestras experiencias y la manera en que las procesamos. 

El Análisis Transaccional nos ayuda a comprender que el sufrimiento emocional no es un problema biológico a "corregir" con medicamentos, sino una oportunidad para revisar que nos está produciendo el sufrimiento. 

Algunos autores han alzado y siguen alzando la voz, como Peter Hacker y Max Bennett que, desde una perspectiva filosófica y neurocientífica,  han cuestionado la reducción de la mente a un mero fenómeno cerebral. Dicen que frases como "el cerebro piensa" o "el cerebro está deprimido" son absurdas, del mismo modo que sería absurdo decir "las piernas caminan" en lugar de "la persona camina". Según Hacker y Bennett, las experiencias humanas, incluidas las emocionales, no pueden explicarse solo en términos de neuroquímica, ya que forman parte de un entramado complejo de lenguaje, cultura y relación social. El sufrimiento emocional no es una "avería" en el cerebro, sino una expresión de la condición humana, influenciada por el significado que otorgamos a nuestras vivencias. Ellos efuerzan la idea de que el verdadero enfoque debe centrarse en la comprensión de la experiencia subjetiva, en lugar de reducirla a un mero "desequilibrio químico". (Porque, seamos honestos, nadie ha arreglado su vida solo con pastillas, pero muchos han encontrado alivio con una buena conversación y un poco de autoconocimiento).

Otros autores y científicos contemporáneos también cuestionan la perspectiva del modelo biomédico en la salud mental y la teoría del desequilibrio químico como causa principal de trastornos como la depresión. 

Estos son algunos de ellos:

Thomas Szasz: El el 1961 el psiquiatra y académico conocido por su obra "El mito de la enfermedad mental", ya argumenta que las enfermedades mentales no son enfermedades en el sentido médico tradicional, sino problemas de la vida que han sido medicalizados. 

Peter Breggin: Un psiquiatra crítico con el uso excesivo de medicamentos psicotrópicos y defensor de enfoques terapéuticos que enfatizan la empatía y la comprensión en el tratamiento de trastornos mentales.

David Healy: Otro psiquiatra y psicofarmacólogo que ha cuestionado la eficacia y seguridad de ciertos antidepresivos y ha criticado la influencia de la industria farmacéutica en la psiquiatría moderna.

Allen Frances: Presidió el comité de redacción del DSM-IV y ha advertido sobre la expansión excesiva de categorías diagnósticas en salud mental, lo que puede conducir a la medicalización de problemas cotidianos.

Joanna Moncrieff: La que me ha inspirado este artículo, psiquiatra e investigadora que ha cuestionado la teoría del desequilibrio químico y aboga por una comprensión más amplia de los trastornos mentales, considerando factores sociales y psicológicos.

También en España podemos escuchar, entre otros,  a Jose Luis Marín, experimentado psiquiatra  y Fundador y Presidente de Honor de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (SEMPyP), que nos habla de la psiquiatrización de las emociones.

Así pues, podríamos concluir que el verdadero equilibrio no se encuentra en los neurotransmisores, sino en la capacidad de integrar nuestras emociones, pensamientos y experiencias de manera saludable. El Análisis Transaccional nos facilita el vocabulario para reconstruir nuestra narrativa interna desde un lugar de comprensión y autonomía emocional. 

lunes, 3 de marzo de 2025

Diálogos con Maluisse: el peso de la perfección



Velle: Abuela, a veces siento que no puedo más. Quiero hacer todo bien, pero me angustia pensar que no voy a poder.

Maluisse:Es normal querer hacerlo bien, pero ¿qué es lo que más te asusta de fallar?

Velle: Que la gente se decepcione. Que piensen que no soy lo suficientemente buena. Incluso a decepcionarme yo misma.

Maluisse: ¿Y tú qué piensas de alguien que comete errores?

Velle: Depende. Si alguien se esfuerza y se equivoca, no me parece grave.

Maluisse: Entonces, ¿por qué eres tan dura contigo misma?

Velle: No lo sé. Es como si tuviera una voz en mi cabeza que me dice: “Si fallas, fracasaste”.

Maluisse: Esa voz la aprendiste con el tiempo. Tal vez escuchaste muchas veces que un error era un problema.

Velle: Sí, desde niña sentí que tenía que ser impecable. Recuerdo que en la escuela se castigaba cualquier error, o los compañeros se reían de ellos, solo se reconocían los éxitos. Y en casa también se aplaudía el éxito y se temía el error.

Maluisse: Claro, posiblemente has formado una creencia de que solo serás valiosa si nunca te equivocas. Pero dime, ternura, si alguien de tu entorno comete un error, ¿dirías que esa persona ya no vale nada?. 

Velle: ¡No, claro que no! Todo el mundo se equivoca.

Maluisse: Entonces, ¿por qué tú no puedes permitírtelo?

Velle: No lo sé… Nunca lo había mirado desde esa perspectiva.

Maluisse: Y ¿Qué pasaría si vieras los errores como parte del aprendizaje?

 Velle: Quizá me sentiría menos presionada. Tal vez sentiría menos miedo.

Maluisse: Claro. Fallar no es fracasar. Es aprender. Cuando un niño aprende a caminar, ¿se queda en el suelo si se cae?...  No, se levanta. No deja de intentarlo porque nadie le ha dicho que caerse es un problema. Para el niño los errores no son fracasos, son mensajes o parte de su aprendizaje. Si solo vives para evitar equivocarte, nunca descubrirás cosas nuevas, no avanzarás. Cuando el Padre Crítico domina, el Niño Libre se esconde… pero si fortalecemos al Adulto, aprendemos a crecer sin miedo.

Velle: Entonces, ¿cómo dejo de tener tanto miedo?

Maluisse: Dejando de ser injusta contigo . No necesitas ser perfecta para ser valiosa. La próxima vez que sientas que tu Padre Crítico te presiona, respira y pregúntale a tu Adulto: ¿Es verdad que un error me hace menos valiosa? Y deja que tu Niño Libre juegue un poco con la vida. Acepta el error y pregunta después descubre: 

  •  ¿Qué salió bien?
  •  ¿Qué aprendí para la próxima vez?
  •  ¿Cómo me hablé a mí misma durante el proceso?

Si hubo errores, úsalos como aprendizaje, no como prueba de incompetencia.

La clave está en encontrar un punto medio entre la calidad y la flexibilidad.

Velle: Voy a intentarlo. Ya te contaré como me va abuela, de momento ya me siento mejor.

Velle respira hondo. Por primera vez en mucho tiempo, siente que puede soltar un poco el peso que lleva dentro.