lunes, 13 de enero de 2020

Autoliderazgo para salir de la zona de confort

A qué nos referimos cuando hablamos de salir de la zona de confort

Ay, qué fácil es decirlo y qué difícil salir de esa famosa zona. Tienes que “salir de tu zona de confort” te dicen, y tú te quedas mirando con los ojos de búho, y esa cara de como cuando te dicen “sé tú mismo” o “déjalo ir”.

Como si decirlo y hacerlo fuera todo uno. Son frases que lo dicen todo y nada a la vez. Un amigo mío respondía aterrado cuando yo le invitaba a ser “él mismo”: “Yo mismo? Pero quién soy yo mismo? Qué significa ser tú mismo? Qué se supone que debería ser yo mismo? Y así seguía angustiado de su poco autoconocimiento y del vacío y la angustia que le producía esa invitación a ser alguien desconocido para él.



En realidad tenemos una idea de lo que significa, vaga o concretamente, pero básicamente, realmente no queremos de ninguna manera saberlo, ni ponernos a revisar esos armarios cargados de cosas pendientes por ordenar ... Ponemos excusas, nos comprometemos. ¡Pero tendemos a procrastinar (otra palabra de moda)!

A mí me está pasando ahora, acabo de regresar a un lugar en el que ya no tengo apenas red social, he estado viviendo fuera el suficiente tiempo para que las pocas o muchas personas, que logré tener cerca cuando también vine de nuevas hace años, se hayan esfumado de una forma o de otra. He decidido que tengo que reconstruir esa red social tan exigua, remendar sus agujeros y coser con nuevos hilos.

Hasta ahora me ha sido suficiente con visitar y recibir las caricias emocionales, un par de veces al año, de aquellos incondicionales que siempre estaban cuando volvía a España, pero ahora no puedo cargar en ellos/as el día a día de mi nueva vida, ellos/as ya tienen su día a día.

Necesito ampliar mi red social, nutrirla y tejarla de nuevo. Pero eso supone salir de la zona de confort. Arriesgarte a salir a eventos, en los que no conoces a nadie, compartir con gente que quizás no querrás repetir, asumir rechazos, sorprenderte agradable y desagradablemente. En definitiva ser vulnerable, salir de la zona y relaciones que más o menos controlas, aceptar que las experiencias sucedan, tanto si te gustan como si no, y tener la suficiente apertura a lo nuevo como para enriquecerte con todo ello.

Ufffffff puede un proceso muy agotador en un principio. Las dudas te asaltan ¿Va a merecer la pena tanto esfuerzo? Los diálogos internos quejumbrosos, lastimeros, rebeldes, etc. se suceden. ¡Creo que nunca he buscado tantas excusas para evitar enfrentarme con la asistencia a estos eventos sola!

Dejar el control es muy duro. Hace falta auto-motivarte, buscar que ciertas acciones tengan la suficiente regularidad que se pueda convertir en hábito o parte de tu nueva vida, darte una de cal y otra de arena. Pocas exigencias que te aseguren logros y poco a poco ir avanzando.



Tu auto-liderazgo para salir de la zona de confort ha de ser firme pero con mano izquierda. Un Padre Normativo que garantice que cubres tus necesidades y no huyes de nuevo a tu zona de confort. Un Padre Nutritivo que te aliente a buscar cosas que puedas disfrutar y que te escuche con compasión y empatía cuando estés decepcionado o frustrado, y que después sepa ayudarte a volver a construir de nuevo la ilusión y la motivación.

Y un Adulto consciente de que, acción tras acción, se irá construyendo esa red social que se convertirá en parte del paisaje de tu nueva zona de confort.

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