miércoles, 27 de mayo de 2020

El Nuevo Estado del yo Padre o el Nuevo hombre




Una sucesión de crisis financieras, humanitarias y sanitarias,  han desdibujado la sociedad tal y como venía gestándose en el S.XX. 

Si en la crisis financiera del 2008 benefició a los más ricos y hundió a la clase media, la crisis del Covid 19 enviará, definitivamente, a una legión de gente a la marginalidad. Puede ser ésta una de las posibilidades que todos tememos en esta época incierta.  Tememos tener que sufrir o cargar con una enorme marginalidad que el sistema no podrá atender, o que se atenderá de manera muy deficiente. La falta de especialización tecnológica, la imposibilidad de acceder al mercado de trabajo crearán ingentes legiones de parados crónicos, por tanto, pobres crónicos.

Tendremos entonces una masa de población que no puede integrarse en un sistema capitalista, puesto que éste basa su funcionamiento en la propiedad privada de los medios de producción, en la importancia del capital como generador de riqueza y en la asignación de los recursos a través del mecanismo del mercado. Esta nueva humanidad queda, por tanto, fuera del sistema, un sistema que cada vez protege a menos gente y que puede contener al resto.

Los gobiernos, por tanto, no tendrán recursos para proteger a esta nueva clase social excluida.

El Estado del yo Padre del Estado ya no tiene mensajes para él, ésta nueva clase excluida tiene que recrearse, redibujarse, generar un nuevo Estado del yo Padre. Este huérfano de figuras parentales ha de resurgir desde su creatividad, desde la creatividad que el Estado del Yo Niño desarrolla ante la necesidad, la ausencia de modelos o libertad, desde su instinto de supervivencia.

Lejos del papel que se le ha otorgado de “protector” y “nutritivo” al Padre Estado, ahora la nueva humanidad excluida sólo contará con la solidaridad, la ayuda mutua, la cooperación, la reciprocidad, la compasión y empatía que inspirarán a todos estos nuevos movimientos hasta generar un sistema parental nutritivo y protector. Estos movimientos probablemente vendrán dirigidos por las necesidades emocionales del Estado Niño vulnerable, desvalido y vital. De ahí que algunos de ellos puedan resultar inviables hasta que alcancen una madurez necesaria para que el Estado Adulto otorgue la viabilidad necesaria a cualquier proyecto.

La nueva humanidad excluida, son hombres y mujeres formados, con acceso más o menos fácil a la información, a las redes sociales y muy bien comunicados. Deberán desarrollar un pensamiento crítico ante la desinformación que se intenta crear desde los grupos que pretenden el poder.

Esta masa, si finalmente queda excluida del sistema, desarrollará su propio paradigma, lejos del sometimiento a las soluciones propuestas por el viejo sistema. El viejo sistema resistirá hasta fagocitarse a sí mismo.

Ahí está el reto del siglo XXI. Crear un sistema más equitativo, que pueda sostener a toda la humanidad o asistir a una nueva clase social, mantenida por las migajas desde el sistema o, porqué no,  una capaz de generar un nuevo sistema paralelo al tradicional que funcione de otro modo. Al fin y al cabo los sistemas económicos y sociales solo funcionan cuando todos estamos incluidos.

Tener la suerte de que tanta gente vaya a estar excluida es poder aceptar la invitación a crear inevitablemente un sistema nuevo.

Las crisis implican cambios. El ser humano es básicamente creativo.


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