El desarrollo de un Padre Nutritivo Positivo interno es tan importante para la autogestión emocional como el Adulto. Un Padre Nutritivo Positivo interno que cumple con las funciones de permiso y protección del Niño interno nos proporciona una base segura interna necesaria para enfrentarnos a todas las adversidades inevitables de la vida y también para sortear las evitables.
Ante estas adversidades, el PNPi nos ayuda a atravesar con el menor coste posible los eventos dolorosos externos, las frustraciones y las emociones "negativas" internas. Es nuestro padre emocional, como buen padre su objetivo es el máximo beneficio con el menor coste posible, donde el beneficio es el bienestar y el coste es el sufrimiento. El PNPi hace suya la afirmación de Buda: «El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional».
El Padre Nutritivo sabe que un espacio seguro interno nos permite tomar mejores decisiones, mantener los proyectos y descubrir oportunidades; puede seleccionar que críticas aceptamos adecuadas en el camino de crecimiento, nos garantiza la coherencia y nos permite la creatividad. También conoce que cuando el estado interno es inseguro nos focalizamos en el problema y en sus pequeños detalles, alejándonos de las soluciones, haciendo más profundo el hoyo del que pretendemos salir. Y sobre todo que, fuera de una base segura, perdemos el sentido de lo importante, nuestra salud física y mental y calidad de nuestras relaciones con los demás, con comportamientos de evitación, de agresión o de pasividad (internos o externos).
El Padre Nutritivo Positivo interno comprende las necesidades del Niño interno y las cubre. Por eso no reprime las emociones del Niño ni las evita o ignora, si no que escucha sus mensajes y le ofrece salidas nutritivas. Sabe que detrás de la inquietud, el Niño busca la claridad, detrás de
la cólera busca ser protegido y defendido, que con la tristeza el Niño expresa su necesidad de tiempo para la introspección, con la desesperación indica su pérdida de
sentido y su necesidad de recuperarlo, que con la culpa señala su necesidad de replantearse
creencias y comportamientos; el PNPi conoce el proceso que necesita cada
emoción, un proceso interno de reconocimiento de la situación emocional y de búsqueda
e implementación de las acciones dirigidas a encontrar o crear las soluciones.
Cuando el PNPi acepta los estados emocionales del Niño interno el sufrimiento es menor y la información que le aporta es esencial para nuestra calidad de vida y nuestro desarrollo personal. El PNPi acoge la emoción del Niño con amor, ternura y compasión. Empatizando con su dolor y aportándole vías de salida, de superación y de reparación. A veces, no se puede hacer nada más que aceptar el dolor del Niño y nutrirlo acompañándole, otras le puede señalar acciones adecuadas y claras para atravesarlo.
El PNPi “abraza los
sufrimientos”, más que “los acepta” pues la aceptación puede ser asociada fácilmente
a la resignación del Niño Sumiso, asustado y confuso. El Padre Nutritivo sigue activo,
cuidando, protegiendo y filtrando o reformulando aquello que está acogiendo del
dolor emocional, separando el dolor real del sufrimiento erróneo.
Acoger, nutrir y asegurar al Niño
que sufre es la acción necesaria para mantener el equilibrio interno.
Veamos cómo esto sucede en la práctica cotidiana desde una perspectiva interpersonal, que puede representar a la relación de nuestros estados del yo internos:
Un niño jugando con la pelota tropieza y cae al suelo, se tuerce un tobillo, no puede apenas caminar hasta su casa, el dolor es muy fuerte. Al llegar a casa, su madre le reprocha su torpeza, también su afición por la pelota, le dice que al día siguiente no podrá ir al campo a jugar con sus primos, como a él tanto le gusta, que todo es por ser tan bruto y que va a tener que estar encerrado todo el tiempo por culpa de su inutilidad, que ella ahora no va a poder ir a la boda de su mejor amiga, cuando ya había comprado un vestido que le había costado un dineral.
Claramente comprenderás que al dolor físico se sumará todo un sufrimiento emocional y relacional que persistirá incluso cuando el pie se haya recuperado.
Veamos como de opcional es el sufrimiento cuando un Padre Nutritivo, en este caso hacia el otro, actúa:.
Imaginemos al mismo niño con el mismo dolor en el tobillo después
de su accidente. Al llegar a casa su madre lo abraza, le pregunta cómo se
siente, qué le ha pasado, donde le duele y lo escucha atentamente, le
tranquiliza con palabras tiernas y serenas, empatiza con su dolor y con sus necesidades de ser calmado y cuidado. Mientras le lava y le aplica un antinflamatorio
le dice que ahora tiene que estar unos días con el pie en reposo, que al día siguiente podrá ir al campo a ver a
sus primos y que podrá seguir su reposo viendo sus programas favoritos en la
casa, que ella organizará un juego de mesa muy divertido para que todos lo
puedan pasar bien juntos y él pueda estar participando. Le cuenta que ella
también se cayó de pequeña cuando jugaba con su prima a subirse a caballito en
sus hombros y se rompió un brazo, que se lo escayolaron y estuvo todo el verano
utilizando una aguja de tricotar para introducirla en el hueco de la escayola
poder calmar sus picores. Qué suerte, le dice, si no te tienen que escayolar,
no tendrás esa incomodidad! Le prepara una silla cómoda y un taburete para
poner su pie en reposo y después le dice que le va a preparar una sopa caliente
que le va a sentar muy bien. Siguen hablando de su día y de sus cotidianidades
con la serenidad del vínculo seguro. Él le pregunta por la boda de su amiga, si
ella podrá ir. Ella le responde que todavía hay tiempo, que decidirán como lo
harán cuando llegue el momento, que todo irá bien, mirándolo a los ojos con
todo su amor le dice que lo importante ahora es que él esté tranquilo y que su
pie se recupere.
Apenas que te pongas en el lugar del niño podrás notar nítidamente las diferencias de su dolor en ambos casos.
Y si bien no
elegimos a nuestros padres y sus capacidades para asegurarnos el cuidado y la
protección ante el dolor, sí tenemos la capacidad de aprenderlas si no han sido
modeladas adecuadamente durante la infancia.
Cuál es tu primer reflejo ante el dolor físico o emocional: ¿perseguirte o perseguir a otro? o ¿Cuidarte? ¿Qué hacían contigo ante el dolor físico? y ¿ante el dolor emocional? Quizás hacían lo mismo ante los dos tipos de dolor, descontarlos, hacerte culpable o hacerse las víctimas, o reaccionaban de forma diferente, cuidando uno y rechazando el otro. O tuviste suerte y te sentías arropado y cuidado en ambos casos.
En cualquier caso ahora, ya adulto, eres tú el que respondes a tus dolores físicos y emocionales. Quizás sería bueno preguntarte si sigues aquellos patrones vividos o has ido aprendiendo gracias a nuevas experiencias o por un “darse cuenta” a evitar y modificar la parte que añade sufrimiento.
Desarrollar nuestro Padre Nutritivo Positivo Interno consiste en estar atento a los propios sufrimientos en lugar de evitarlos u ocultarlos con actos distractorios, es conectarnos con ellos para aliviarlos en lugar de castigarnos o perseguirnos, es ser amable y comprensivo con uno mismo.
Darnos cuenta de cómo
distorsionamos el dolor añadiéndole sufrimiento con nuestros diálogos internos durante las pequeñas cosas en
el día a día, en los pequeños detalles, incluso en los insignificantes, nos
ayudará a prepararnos para atravesar los grandes dolores.
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