Cuando finalmente decides liberarte de las relaciones tóxicas, es normal sentir un vacío. Ese espacio que alguna vez ocuparon personas que no estaban preparadas para amarte puede parecer abrumador al principio, pero ese vacío es una oportunidad.
Al dejar atrás conversaciones difíciles y alejarte de aquellos que no valoran tu presencia, estás despejando espacio para algo nuevo y saludable. Es el momento de reconocer las necesidades de tus estados del Yo: "Padre", "Adulto" y "Niño", y dejar de participar en juegos psicológicos para conseguir caricias envenenadas.
No eres compatible para todos, y eso está bien. No todos son compatibles contigo, y eso también está bien. Este es el punto de partida para salir del triángulo dramático, liberándote del papel de salvador, perseguidor o víctima, y permitiéndote vivir sin la carga de convencer a otros de mejorar.
Ese vacío es la oportunidad de estructurar tu tiempo de manera diferente. Al dejar ir a personas nocivas para ti, estás protegiendo tu tiempo y energía. Este es tu momento para crear un espacio seguro donde solo permitas relaciones compatibles.
Al dejar ir a quienes no están listos para acompañarte, no estás perdiéndo relaciones, estás comprobando que la conexión se sostenía solo con la energía que tú dabas.
Así que, en lugar de temer al vacío, abrázalo como una oportunidad. Un espacio limpio y libre de relaciones tóxicas es la plataforma perfecta para construir nuevas amistades auténticas, compromisos significativos y un amor completo con personas saludables.
El vacío que dejan las relaciones tóxicas no es el final; es tu oportunidad de comenzar de nuevo con nuevos aprendizajes.
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