martes, 13 de agosto de 2024

Empatía + neurodiversidad: una combinación ganadora


El Análisis Transaccional, una herramienta fascinante que nos permite desentrañar las complejas interacciones humanas, abre una ventana única al intrincado mundo emocional de las personas autistas. A través de este prisma, se revelan los matices de los diferentes estados del yo (Padre, Adulto, Niño) que, entrelazados, tejen experiencias emocionales de una profundidad insospechada, mostrando una singularidad extraordinaria en su forma de relacionarse con el mundo. Comprender cómo estos estados del yo operan en el contexto del autismo no es solo revelador, sino esencial para apreciar plenamente el universo emocional autista:

Estado Padre: Normas y Cuidado

El Padre Crítico Interno en las personas autistas puede ser asombrosamente severo. La autocrítica emerge con fuerza, juzgando con dureza sus propias respuestas emocionales, sobre todo cuando sienten que estas no encajan dentro de las estrictas normas sociales neurotípicas. Este estado del yo puede desencadenar una tormenta interna, un conflicto entre la autenticidad de su ser y la abrumadora presión por conformarse a lo que se espera. Por otro lado, el Padre Nutritivo se manifiesta en la búsqueda incansable de seguridad. Rutinas, espacios seguros, y comportamientos como el “stimming” se convierten en más que simples hábitos: son expresiones profundas de autocuidado, un diálogo interno que busca encontrar un refugio en un mundo que, con frecuencia, se presenta como un caos incomprensible.

Estado Adulto: Razonamiento y Realidad

En el estado Adulto Analítico, las personas autistas exhiben una capacidad casi sobrenatural para descomponer y analizar situaciones con una lógica impecable. No obstante, esta misma habilidad puede ser tanto una bendición como una trampa peligrosa. El enfoque riguroso en la lógica, aunque valioso, puede desconectarlos de la experiencia emocional subyacente, creando un vacío donde la razón prevalece pero las emociones quedan relegadas a un segundo plano. Aquí, la Negociación con la Realidad se vuelve una danza delicada. Este Adulto que negocia es quien evalúa cómo interactuar con el mundo exterior, buscando un equilibrio que respete sus necesidades internas y las exigencias externas. Sin embargo, navegar por los códigos sociales neurotípicos puede ser como intentar descifrar un enigma sin pistas claras, resultando en una batalla constante para encontrar un terreno común.

Estado Niño: Emociones y Espontaneidad

El Niño Natural emerge con una intensidad emocional que a veces puede parecer arrolladora. En este estado, las emociones se viven en su forma más pura y desbordante, una autenticidad que puede desconcertar a quienes no están acostumbrados a una franqueza tan desinhibida. Esta intensidad, por supuesto, es un regalo y un desafío en igual medida, dependiendo de cómo sea recibida y gestionada por su entorno. No obstante, el Niño Adaptado se enfrenta a una lucha distinta. La presión por conformarse puede obligarlo a reprimir o modificar sus emociones genuinas, encajando en un molde que no se ajusta a su verdadera naturaleza. Esta tensión constante, este tira y afloja entre ser auténtico y ceder a las expectativas externas, es una fuente inagotable de estrés emocional.

Interacciones Transaccionales: Conexión y Desconexión

Las Transacciones Complementarias y Cruzadas entre personas autistas y neurotípicas están cargadas de desafíos. Mientras las primeras pueden tener dificultades para alcanzar un entendimiento mutuo debido a las diferencias tanto en su percepción como en su expresión emocional, las segundas pueden encontrar que la comunicación se convierte en un campo minado de incomprensiones y frustraciones. Desde el análisis transaccional, el problema de la Doble Empatía cobra una nueva dimensión, volviéndose una cuestión de estados del yo que chocan entre sí. El Niño autista, con su emotividad pura y sin filtros, puede no ser comprendido por el Adulto neurotípico, quien responde desde la lógica más fría, o viceversa. Este desencuentro no es una falta de empatía per se, sino una desconexión entre los niveles de comunicación en los que cada uno opera.

Estrategias de Autocuidado y Regulación

El Padre Nutritivo se erige como un guía esencial en las estrategias de regulación emocional, como el "stimming" o la creación de espacios seguros. Estas prácticas no solo proporcionan equilibrio, sino que también demuestran un alto grado de autoconciencia y cuidado personal. Mantener Refugios del Niño Natural es vital para la salud emocional. Estos espacios permiten una expresión libre y auténtica de las emociones, una necesidad fundamental para el bienestar general de las personas autistas.

Construcción de Relaciones Empáticas

Desde el Adulto Comprensivo, adoptar una postura libre de juicios, llena de curiosidad, facilita una conexión más profunda y efectiva con el mundo emocional de las personas autistas. La Validación desde el Padre Nutritivo debe ser un acto de reconocimiento y respeto hacia las experiencias emocionales del otro, sin intentar cambiarlas ni juzgarlas. Crear Espacios para el Niño en cada persona, autista o no, es esencial para relaciones sólidas y significativas, permitiendo que las emociones fluyan y se comprendan en toda su profundidad.

Reflexión Final

El análisis transaccional nos ofrece una lente que nos permite ver más allá de lo evidente, desvelando las complejas dinámicas internas que rigen el mundo emocional de las personas autistas. Al comprender estas interacciones, no solo aprendemos a apreciar la riqueza y diversidad de sus emociones, sino que también nos acercamos a una comunicación más empática y efectiva. Este entendimiento mutuo, en última instancia, construye puentes que trascienden las diferencias, creando un entorno donde cada transacción emocional es valorada y respetada en toda su singularidad.

La transferencia: cuando el pasado se disfraza de presente


Nuestra percepción de los demás no surge de la nada; se construye con las huellas complejas  de personas que alguna vez conocimos y las experiencias frescas con quienes ahora nos rodean. En el análisis transaccional, esta dinámica se descompone en un baile continuo entre los estados del Yo: el Padre, el Adulto y el Niño. Es casi imposible percibir a alguien como una entidad completamente nueva; en realidad, lo que vemos es una amalgama intrincada de nuestras expectativas preexistentes, esquemas latentes y la esencia de la persona en cuestión.

Esta fusión ineludible de pasado y presente en nuestra vida cotidiana se debe a la rapidez implacable de los procesos de memoria implícita, que operan casi de forma automática, tejiendo la memoria explícita y la experiencia consciente. Así, cuando nos encontramos ante alguien, nuestra percepción ya ha sido esculpida, tal vez sin que lo notemos, por las sombras de encuentros previos, activando respuestas desde los rincones del Yo Niño o del Yo Padre, en lugar de un enfoque equilibrado desde el Yo Adulto.

Cuando reaccionamos de manera que no encaja del todo con la realidad del momento, muchas veces se debe a un fenómeno llamado transferencia. Desde la óptica del análisis transaccional, esto se manifiesta como una distorsión de la realidad del otro, coloreada por nuestras propias vivencias pasadas, despertando reacciones automáticas que emergen desde el Yo Niño o el Yo Padre.

El ritmo vertiginoso de la memoria implícita, en contraste con el más lento y deliberado procesamiento de la memoria explícita, permite que la amígdala, con su urgencia instintiva, nos alerte de posibles peligros y desencadene una reacción fisiológica antes de que podamos comprenderla conscientemente. Este trasfondo afectivo moldea entonces nuestra percepción consciente, influyendo en cómo interpretamos a quienes nos rodean y guiando, sutilmente, nuestras transacciones y los estados del Yo que se activan en cada interacción.

La transferencia ocurre cuando recuerdos sociales implícitos del pasado, cargados de sensaciones y emociones, resurgen y se reflejan en nuestras relaciones actuales. Esas memorias, ligadas a personas importantes en nuestras vidas, no se quedan en el pasado; se cuelan en el presente y moldean nuestras interacciones. Imagina, por ejemplo, a una clienta que, debido a experiencias de abuso con cuidadores y figuras de autoridad, anticipa que su terapeuta se involucrará sexualmente con ella. O considera a otro cliente que, buscando manipular al terapeuta, lo empuja a asumir el rol de su madre sobreprotectora y controladora, esperando consejo y cuidado constante.

Estos recuerdos, que pueden despertar en cualquier relación, se intensifican aún más dentro del contexto terapéutico, donde la dinámica de poder y la intimidad juegan un papel crucial. El cliente puede llegar a sentir que sus emociones son provocadas directamente por el terapeuta, aunque estas tengan raíces profundas en su pasado.

La transferencia es un elemento clave en la psicoterapia porque revela las primeras luchas del cliente, esas batallas internas por amor, seguridad y supervivencia, que a menudo están ocultas en la memoria explícita. Recuerdo a un cliente que, tras una avalancha de comentarios críticos hacia mí, tuvo un momento de claridad y dijo: "Sabes, no es personal; simplemente me encanta herir a la gente por no amarme lo suficiente." Esa frase encapsula la esencia de la transferencia, un proceso donde las heridas del pasado se proyectan en el presente, distorsionando la realidad del aquí y ahora.

La transferencia no se limita a las paredes de un consultorio terapéutico. En realidad, es un fenómeno que se entrelaza en la cotidianidad, emergiendo en diferentes relaciones y situaciones. ¿Dónde, exactamente? 

Es fácil que puedas imaginar a un empleado que, sin darse cuenta, proyecta sus emociones y expectativas en su jefe, viéndolo como una figura paternal o maternal. Tal vez busca, de manera constante, la aprobación de su superior, casi como si estuviera reviviendo la vieja necesidad de recibir un reconocimiento que alguna vez esperó de un padre distante. Y cuando el jefe, en lugar de ofrecer ese tan ansiado reconocimiento, se muestra crítico o frío, el empleado podría sentir un rechazo que le lleva a reaccionar de manera exagerada. Una simple corrección, entonces, se convierte en una herida profunda, anclada en el pasado.

En el terreno de las relaciones románticas, la transferencia juega sus cartas de manera sutil, pero poderosa. Alguien que ha sufrido una traición en una relación anterior podría, sin siquiera ser consciente de ello, esperar lo mismo de su nueva pareja. Esto podría explicar los celos irracionales y la desconfianza, no tanto porque el presente lo justifique, sino porque las cicatrices del pasado tiñen la percepción del ahora. Las heridas no sanadas siguen susurrando, alimentando reacciones basadas más en el temor que en la realidad.

Y qué decir de las amistades. En vínculos cercanos, uno puede comenzar a ver a su amigo como un apoyo incondicional, casi como un hermano o hermana. Pero si la infancia estuvo marcada por una relación conflictiva con un hermano mayor, esos viejos sentimientos podrían resurgir, proyectados sobre el amigo. De repente, la persona se siente abandonada o traicionada si no recibe la atención esperada. Y así, nacen conflictos que, en verdad, están profundamente enraizados en la niñez, más que en la realidad actual de la amistad.

Finalmente, en una reunión familiar, una persona puede proyectar en un primo o un tío emociones que, en realidad, pertenecen a la relación con su padre o su madre. Quizás un tío que tiene un comportamiento o una apariencia similar a la del padre se convierte, sin razón aparente, en el receptor de la hostilidad o la distancia que originalmente estaban dirigidas al progenitor.

En todos estos ejemplos, la transferencia actúa como un lente distorsionador, haciendo que las personas respondan a su presente como si estuvieran reviviendo su pasado. Sin embargo, al reconocer estos patrones, se abre la puerta para entender mejor nuestras reacciones y, con ello, mejorar nuestras relaciones interpersonales.


Fuente: The Neuroscience of Human Relationships: Attachment and the Developing Social Brain (2nd ed.) Autor: Louis Cozolino Editorial: W. W. Norton & Co.

sábado, 10 de agosto de 2024

Cuento para Lena: nadie es tan sábio como todos juntos




Había una vez un pequeño pueblo llamado Armonía, allí vivían unas personas que, aunque con mucho talento en sus propias áreas, debían enfrentar retos y dificultades que hacía necesario que colaboraran entre ellos para encontrar soluciones. Cada uno de ellos era muy bueno en un área y se habían especializado: Elena, la ingeniera; Carlos, el agricultor; Marta, la maestra; Pedro, el médico; y Ana, la cuidadora.

Elena era muy admirada por su capacidad para resolver problemas complejos con soluciones ingeniosas. Cuando una tormenta azotó el pueblo dejandolos aislados del pueblo vecino, ella sugirió construir un puente para poder volver a tener comunicación con sus vecinos. Con su inteligencia lógica-matemática diseño un puente estable, incluso aunque el terreno era inestable. Su habilidad para realizar cálculos precisos y para la planificación de estructuras permitió la construcción de un puente seguro y duradero.

Carlos, era un apasionado de la naturaleza y el cultivo de plantas, conocía cómo adaptar los métodos de cultivo a las nuevas condiciones del suelo después de la tormenta. Por ello, propuso cultivar los vegetales adecuados para crecer rápidamente en un suelo tan dañado. Su inteligencia naturalista le permitió identificar las plantas adecuadas y enseñar a los demás cómo cultivarlas para que crecieran de forma adecuada.

Marta era una experta en historia y literatura, y además era una excelente comunicadora. Les contó a todos una historia de una antigua civilización que superó una catástrofe, similar a la que ellos estaban padeciendo, mediante la unión de todo el pueblo. Su inteligencia lingüística le permitió organizar a los voluntarios, manteniéndoles motivados e inspirándolos con sus palabras, guiándolos en la busqueda de materiales necesarios para la construcción del puente y para la siembra de nuevos cultivos.

Pedro era valorado no solo por sus habilidades curativas, sino también por su gran empatía y capacidad para comunicarse con los demás. Decidió crear un pequeño centro de salud para cuidar a los que se enfermaban o se lesionaban durante los trabajos de reconstrucción. Su inteligencia interpersonal garantizaba que se pudiera formar un eficaz equipo de trabajo y crear un ambiente de apoyo y cooperación.

Ana, muy destacada por su capacidad de autoconciencia y comprensión de las emociones, organizó un refugio para los ancianos, enfermos y niños, asegurándose de que tuvieran comida, agua y cuidado constante. Utilizó su inteligencia intrapersonal para mantener la calma y para ofrecer consuelo a los más vulnerables, siempre asegurandose de que nadie se sintiera solo o desatendido.

Fueron pasando los días y los habitantes de Armonía vieron cómo sus esfuerzos daban frutos. El puente quedó terminado, de manera que el suministro de alimentos y medicinas pudo llegar de nuevo al pueblo. Paralelamente, los campos comenzaron a florecer con los nuevos cultivos, y la salud de los habitantes mejoraba gracias al centro de salud de Pedro y los cuidados constantes de Ana.

Así fue como el pueblo Armonía aprendió una valiosa lección: aunque cada uno tenía sus propias habilidades y conocimientos, solo la combinación de estas fuerzas fue lo que realmente les permitió superar la adversidad. Pudieron experimentar como el trabajo conjunto, la colaboración y la unión de sus talentos había demostrado que, en verdad, ninguno de ellos era tan inteligente como lo fueron todos juntos.

Armonía, a partir de entonces, presumía de un lema:  "La sabiduría de uno es buena, la sabiduría de todos es mejor". Este lema nunca lo olvidaron, y cada vez que enfrentaban un nuevo desafío, recordaban la importancia de unir sus fuerzas y trabajar en equipo, siempre contando con el inquebrantable apoyo de Ana, quien cuidaba de los más vulnerables, asegurándose de que nadie se quedara atrás.


Disonancia cognitiva o cuando el Niño la lía parda

Seguramente, te habrás encontrado en una situación en la que te has dejado llevar por los impulsos del Niño e, inmediatamente después, has sentido la voz crítica de tu Padre, que te reprocha no haberte mantenido en el camino correcto de las normas y valores que debes seguir, de manera que tu Adulto intenta reparar la disonancia cognitiva que se produce, construyendo un argumento lo más lógico posible que justifique lo ocurrido.

Por ejemplo, has contestado airado y sarcásticamente a un comentario crítico, no importa si fue constructivo o no, sobre tu modo de vida, porque te has sentido atacado. Rápidamente, te sientes muy incómodo con la situación, que ahora te hace pensar que tu respuesta ha sido desproporcionada e injusta. La imagen que has mostrado de ti choca frontalmente con la imagen de persona justa y equilibrada que tienes de ti mismo. Para salir de esta incomodidad y volver a la coherencia interna, buscas una justificación a tu acción que permita mantener tu autoimagen intacta. Y la encuentras.

Si analizamos los estados del yo, podríamos describirlos de la siguiente manera:

Niño (N): Te sientes herido y descontado. Impulsivamente respondes con sarcasmo para defenderte.

Padre (P): A continuación, tu Padre te riñe internamente: "No debes hacer eso. No es correcto atacar a alguien solo porque tú te has sentido herido".

Adulto (A): Al sentir la disonancia entre tu acción y tu autoimagen, buscarás justificar la acción para neutralizar el malestar. Tu Adulto racionalizará el comportamiento buscando alinearlo con tus creencias, porque, si no lo hace, la disonancia entre tu autoimagen/creencia (persona justa) y tu comportamiento agresivo/injusto te producirá angustia emocional. Esta racionalización te permitirá convencerte de que la otra persona merecía el trato recibido. Por tanto, el culpable es el otro.

Un Adulto sano podría resolver objetivamente la situación y pedir disculpas o expresar sus emociones y sentimientos con humildad, recuperando el equilibrio de la situación. Sin embargo, cuando se produce la disonancia cognitiva, las altas energías en el Niño o el Padre facilitarán una contaminación del Adulto:

  • Adulto contaminado por el Padre: "Era necesario para mantener la autoridad". No es un pensamiento objetivo, sino que es una norma del Padre interiorizada.
  • Adulto contaminado por el Niño: La racionalización podría adoptar la forma de: "Necesito responder así porque he sido tratado injustamente antes". No es una justificación lógica, sino emocional.

Si este comportamiento se produce frecuentemente en ti, probablemente seas un jugador del juego psicológico NIGYSOB, que suele detectar con facilidad a un compañero “patéame”. Si quieres saber más de estos juegos entra aquí.

sábado, 3 de agosto de 2024

Dinámica de grupo para el aula: reprogramando respuestas condicionadas con AT

 


Esta actividad de grupo específica persigue el objetivo de ayudar a los estudiantes a desensibilizarse y recondicionar sus respuestas. Para ello, aprovecharemos los principios del condicionamiento clásico en combinación con el análisis transaccional.  

¿Por qué es importante?

Los maestros a menudo vemos que los estudiantes actúan de cierto modo debido a experiencias pasadas. A veces, lo que empezó con la intención de ser un estímulo positivo se convierte en algo negativo. Por ejemplo, si un estudiante fue repetidamente regañado por no entregar trabajos a tiempo, puede sentir ansiedad al entrar al aula. Esto afecta su bienestar académico y emociona

Comprendiendo el condicionamiento clásico

El condicionamiento clásico es un proceso de aprendizaje mediante el cual un estímulo originalmente neutro llega a provocar una respuesta condicionada después de asociarse repetidamente con un estímulo incondicionado. Este tipo de aprendizaje puede influir de manera significativa en las respuestas emocionales y conductuales de los estudiantes.

El ejemplo que todos conocemos:

 El condicionamiento clásico implica asociar un estímulo previamente incondicionado con un estímulo incondicionado que de nuevo despierta la respuesta incondicionada. Así sabemos que un estímulo incondicionado (EI) provoca una respuesta incondicionada (RI), como, por ejemplo, al presentar un plato de comida  se desencadena la salivación de un perro. Se llama incondicionado porque, sin la necesidad de aprendizaje, la comida realizará una salivación automática en el perro . Ahora, cuando se usa un estímulo neutral, como hacer sonar un campana cada vez que se muestra la comida al perro, el perro al cabo de un tiempo empezará a salivar al escuchar la campana, sin necesidad de ver la comida. Por tanto, el estimulo neutral, pasará a ser estímulo condicionado. Y la respuesta del perro será una respuesta condicionada.

Aplicando el condicionamiento al contexto del aula:

  • Estímulo incondicionado (EI): regañina por no hacer las tareas.
  • Respuesta incondicionada (RI): ansiedad.
  • Estímulo neutro (EN): entrar al aula.
  • Estímulo condicionado (EC): entrar al aula genera ansiedad.
  • Respuesta condicionada (RC): ansiedad al entrar al aula.

El papel del Análisis Transaccional (AT) en el descondicionamiento

El AT nos brinda un marco conceptual para comprender y modificar estas respuestas condicionadas. A través de técnicas de desensibilización y reprogramación, los estudiantes pueden aprender a:

  • Reconocer: Identificar sus respuestas condicionadas y entender cómo estas influyen en su comportamiento.
  • Reflexionar: Utilizar el estado del Yo Adulto para analizar y cuestionar estas respuestas.
  • Reemplazar: Sustituir comportamientos ineficaces por respuestas más saludables y efectivas.

La dinámica de grupo: Reprogramando respuestas condicionadas con AT

Esta dinámica es interactiva y práctica, permitiendo a los estudiantes experimentar el proceso de descondicionamiento en un entorno controlado y seguro.

A través de ejercicios estructurados, como role-playing, discusiones y reflexiones, los estudiantes podrán:

  • Practicar: Escenarios que desencadenen respuestas condicionadas.
  • Desensibilizar: Exponerse de forma gradual a estos desencadenantes en contextos positivos.
  • Reforzar: Respuestas alternativas y más adecuadas a la situación presente.
  • Reestructurar: Pensamientos negativos mediante el uso del Yo Adulto.

Al ofrecer a los estudiantes estas herramientas, no solo mejoramos su bienestar y rendimiento, sino que también fomentamos un ambiente de aprendizaje más positivo y constructivo.

Espero que esta dinámica os brinde, como educadores, una comprensión más profunda de cómo apoyar a vuestros estudiantes en la gestión de comportamientos desalentadores y en la adopción de respuestas más saludables y efectivas.

Puedes descargar 📥 aquí la dinámica completa.

domingo, 23 de junio de 2024

Decisión cuántica: navegando entre elecciones y posibilidades


Fran: Maluise, tengo un problema.  Mi amiga Liz me ha invitado a pasar el fin de semana con ella, pero estoy indeciso sobre si debo hacerlo. Me encuentro en una encrucijada que me mantiene paralizado: si voy, siento que no disfrutaré; pero si no voy, sé que luego lamentaré no haber ido. ¿Qué debo hacer?

Maluise: Esa situación suena complicada, Fran. Permíteme contarte algo que quizás te ayude a ver las cosas desde otro ángulo, algo inspirado en la física cuántica.

Fran: ¿Física cuántica? ¿En serio? ¿Cómo puede eso ayudarme en mi decisión de visitar a Liz?

Maluise: La física cuántica aborda un concepto casi mágico llamado superposición. Básicamente, un sistema cuántico puede existir en múltiples estados simultáneamente hasta que es observado. Vamos a considerar tu dilema como una superposición de elecciones o posibilidades.

Fran: No estoy seguro si entiendo. ¿Quieres decir que mi elección entre ir o no ir a ver a Liz es como un electrón que se encuentra en varios lugares al mismo tiempo?

Maluise: Exactamente. Mientras no tomes una decisión, te encuentras en una superposición entre “asistir al evento” y “quedarte en casa". Ambas posibilidades coexisten al mismo tiempo en tu mente. Y al igual que ocurre en la física cuántica, esta superposición se resuelve hacia un único estado cuando finalmente decides.

Fran: Entonces, si tomo una decisión, ¿se desvanecerá la incertidumbre?

Maluise: Correcto. Imagina que optas por ir. En ese instante, la realidad se reduce a una única posibilidad: visitar a Liz. Después solo vivirás un desenlace: disfrutar de la visita o no. De manera similar, si optas por no ir, te adentrarás en otra realidad y deberás enfrentar las consecuencias de esa elección.

Fran: Pero, ¿cómo me ayuda eso a decidir? Sigue sin resolver mi dilema.

Maluise: La clave aquí es aceptar la incertidumbre y estar listo para cualquier resultado. Piensa en esto: ninguna decisión es perfecta y ambas tienen sus consecuencias.

Decides asistir a la fiesta. En ese momento, todo se define y experimentas un solo resultado:

  • Si disfrutas en la fiesta: Fue una buena decisión.
  • Si no disfrutas en la fiesta: Se cumple la predicción de “no disfrutar".

Por otro lado, si optas por quedarte en casa, te adentras en otra realidad:

  • Si te arrepientes de no haber ido: Se cumple la predicción de “arrepentirse".
  • Si disfrutas quedándote en casa: Fue una buena elección.

Lo importante es estar preparado mentalmente para aceptar lo que venga, en lugar de paralizarte intentando prever el resultado perfecto.

Fran: Hmm, eso tiene sentido. Supongo que debería aceptar que no hay decisiones completamente correctas o incorrectas.

Maluise: Exactamente. Además, desde el punto de vista del Análisis Transaccional, tus distintos estados del Yo (Padre, Adulto, Niño) pueden influir en cómo percibes esta situación.

Fran: ¿Cómo?

Maluise: Cuando estás en tu papel de Adulto, puedes analizar los datos disponibles y tomar una decisión basada en la información actual, aceptando las posibles consecuencias.  Por otro lado, tu estado del Niño puede tener en cuenta tus deseos y emociones, mientras que el estado del Padre evalúa las normas y expectativas sociales que tienes en mente.

Fran: Entonces, pienso que debería tomarme un tiempo para pensar en mis verdaderos deseos a nivel emocional, en lo que tiene sentido desde un punto de vista lógico y en las expectativas sociales que recaen sobre mí.

Maluise: Genial. Al equilibrar estos aspectos internos, podrás tomar una decisión que esté más alineada contigo mismo. No importa la elección que hagas, estarás preparado para enfrentar las consecuencias.

Fran: Eso me da tranquilidad, Maluisse. Es una posible salida a mi impasse. Creo que voy a explorar mis sentimientos genuinos para tomar una decisión consciente y asumir cualquier resultado.

Maluise: Me alegra escuchar eso, Fran. Recuerda siempre que la vida está llena de incertidumbres y aceptarlas te ayudará a manejar mejor tus decisiones y sus consecuencias.

Fran: Gracias por tu apoyo, Maluisse. Siento un gran alivio; creo sinceramente que esta perspectiva me será de gran ayuda para tomar mi decisión.

Maluise: De nada, Fran. ¡Te deseo mucha suerte con tu elección!

miércoles, 19 de junio de 2024

Relación entre la vulnerabilidad a las adicciones y la falta de Caricias o el exceso de Caricias negativas



El reconocimiento y la atención social son elementos fundamentales para el bienestar emocional y psicológico. En el marco del Análisis Transaccional (AT), a estos actos se les denomina "caricias", que pueden ser positivas o negativas. 

La falta de caricias positivas y el exceso de caricias negativas pueden tener un impacto profundo en una persona, aumentando su vulnerabilidad a desarrollar adicciones. 

Hay cuatro tipos de caricias:

  • positivas condicionales, por hacer las cosas correctamente
  • positivas incondicionales, por ser simplemente tú
  • negativas condicionales, por hacer algo mal
  • negativas incondicionales, atención negativa por ser tú mismo. Son las más lesivas, socavan la autoestima y no me siento bien conmigo mismo ni con mi mundo.

Berne considera la caricia como una necesidad biológica básica con profundas implicaciones motivacionales ( Berne E. (2001). Análisis transaccional en psicoterapia: el manual clásico de sus principios).  Así, para sobrevivir y desarrollarse, las personas necesitan tener satisfecha esta "ansia" de reconocimiento. La palabra "caricia" se deriva del hecho de que la primera forma de reconocimiento que recibimos es el tacto.

Reglas:

  • Toda transacción es un intercambio de caricias
  • Cualquier tipo de caricia es mejor que ninguna
  • Una caricia condicional se relaciona con lo que haces
  • Una caricia incondicional se relaciona con quién eres
  • Es mejor recibir una caricia negativa que ninguna caricia

Por lo tanto, una caricia es una forma de estímulo que reconoce nuestra existencia. Damos y recibimos caricias a diario y estas forman parte de nuestras interacciones con nosotros mismos y con los demás.

Sistema de recompensa y su relación con las caricias

El sistema de recompensa del cerebro es una red de estructuras neuronales que se activa en respuesta a estímulos placenteros o reforzantes. Este sistema es crucial para la motivación, el placer y el aprendizaje, y se basa en la liberación de neurotransmisores como la dopamina. 

Las caricias positivas activan este sistema, generando bienestar y reforzando comportamientos positivos. Cuando una persona recibe caricias positivas, como elogios, afecto y reconocimiento, su cerebro libera dopamina, creando una sensación de placer y satisfacción. Este refuerzo positivo motiva a la persona a buscar más interacciones y comportamientos que resulten en más caricias positivas.

Por otro lado, las caricias negativas, como críticas y desprecios, pueden activar el sistema de estrés en el cerebro, liberando hormonas como el cortisol. Aunque estas caricias también pueden activar partes del Sistema de Recompensa, generalmente resultan en sentimientos de malestar y aversión. 

La ausencia de caricias, o la falta de reconocimiento y atención, puede llevar a un estado de deprivación emocional. Sin la liberación regular de dopamina que las caricias positivas proporcionan, una persona puede sentir un vacío emocional y buscar otras formas de llenar ese vacío.

Vulnerabilidad a las adicciones

Las adicciones pueden surgir cuando una persona busca formas de compensar la falta de caricias positivas o el exceso de caricias negativas. Los mecanismos neurobiológicos y psicológicos involucrados incluyen la búsqueda de placer alternativo, el alivio del estrés y la ansiedad, y el escapismo y la evasión. Cuando una persona no recibe caricias positivas puede buscar fuentes alternativas de placer y recompensa. Las sustancias adictivas, como el alcohol, las drogas y la nicotina, pueden proporcionar una liberación rápida y potente de dopamina, supliendo temporalmente la carencia de reconocimiento positivo.

Por otro lado, el exceso de caricias negativas aumenta los niveles de estrés y ansiedad. Por lo que la peersona puede recurrir a sustancias adictivas para aliviar estos sentimientos negativos, ya que estas sustancias les permite reducir temporalmente la ansiedad y producen una sensación de calma. 

Si la combinación de ausencia de caricias y el exceso de caricias negativas pueden llevar a una persona a sentir un profundo malestar emocional y una falta de conexión social, podemos deducir que las adicciones pueden servir como una forma de escapismo, ayudando a la persona a evadir sus problemas emocionales y la realidad de sus circunstancias.

Factores de riesgo psicológicos y sociales

La baja autoestima y la autoeficacia son factores de riesgo significativos en el desarrollo de adicciones debido a su impacto en el sistema de recompensa cerebral, la regulación del estrés y la ansiedad, la resiliencia, el control inhibitorio, y las interacciones sociales. 

La baja autoestima y la autoeficacia baja lo entendemos como patrones de pensamiento y comportamiento que tienen su raíz en los "Estados del Yo" de la persona, particularmente en el Yo Niño Adaptado y en las grabaciones del Yo Padre Crítico.

Cuando una persona tiene baja autoestima, significa que su Yo Niño Adaptado ha internalizado mensajes negativos del Yo Padre Crítico. Estos mensajes pueden ser del tipo "No soy lo suficientemente bueno", "Nunca haré nada bien" o "No merezco ser feliz". Estas creencias limitantes generan una percepción de insuficiencia y una constante autocrítica.

La autoeficacia baja es la creencia de que no se es capaz de manejar o enfrentar situaciones de manera efectiva. Desde el AT, esto puede estar relacionado con la falta de un Yo Adulto fuerte que pueda analizar la realidad de manera objetiva y encontrar soluciones prácticas. El Yo Niño Adaptado puede sentirse impotente o sin recursos.

El Yo Niño asocia el comportamiento adictivo con una recompensa inmediata, como un alivio temporal del dolor emocional. Este ciclo de buscar alivio en la adicción se refuerza cada vez que se recurre a ella.

Las personas que no reciben suficientes caricias positivas pueden no desarrollar adecuadamente las habilidades de afrontamiento necesarias para manejar el estrés y las dificultades de la vida. Las sustancias adictivas aparecen entonces como una forma de manejar el estrés y las emociones negativas.

Los entornos familiares y sociales donde abundan las caricias negativas o la falta de caricias positivas son un buen caldo de cultivo para el riesgo de adicciones. La exposición constante a críticas, desprecios y falta de apoyo emocional crea un ambiente donde el desarrollo de adicciones se convierte en una forma de lidiar con el entorno adverso.

Ejemplos de situaciones de riesgo

Durante la adolescencia, los jóvenes buscan activamente el reconocimiento y la aceptación social. La falta de caricias positivas de los padres o el exceso de críticas puede llevar a los adolescentes a buscar validación en grupos de pares que promuevan el uso de sustancias. 

En entornos de trabajo donde los empleados no reciben reconocimiento por sus logros o están sujetos a críticas constantes, puede haber una mayor propensión a buscar alivio en el alcohol o las drogas como una forma de manejar el estrés.

En relaciones personales donde predominan las caricias negativas, como el abuso emocional o la negligencia, las personas pueden recurrir a sustancias adictivas para escapar del dolor emocional y la soledad.

Prevención y estrategias de intervención

Fomentar un entorno donde las caricias positivas sean frecuentes es crucial. Reconocer y elogiar los logros, expresar afecto y brindar apoyo emocional pueden ayudar a construir una autoestima saludable y reducir la necesidad de buscar recompensas alternativas. 

Las críticas deben ser constructivas y expresadas de manera que no dañen la autoestima. Es importante equilibrar las críticas con comentarios positivos y reconocimiento genuino para evitar el impacto negativo de las caricias negativas.

Enseñar y fomentar habilidades de afrontamiento saludables puede ayudar a las personas a manejar el estrés y las emociones negativas sin recurrir a sustancias adictivas. Esto incluye técnicas de manejo del estrés, habilidades de resolución de problemas y estrategias de autocuidado. El apoyo social y la terapia pueden ser cruciales para aquellos que ya están luchando con adicciones. La terapia puede ayudar a abordar las causas subyacentes de la adicción, incluyendo la falta de caricias positivas y el exceso de caricias negativas, y proporcionar estrategias para el cambio.

Conclusión

Comprender los mecanismos neurobiológicos y psicológicos detrás de esta relación es crucial para desarrollar estrategias de prevención e intervención efectivas. Fomentar entornos donde el reconocimiento positivo y el apoyo emocional sean la norma puede reducir la necesidad de buscar recompensas alternativas y ayudar a construir un bienestar emocional más sólido y resiliente.


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martes, 18 de junio de 2024

Del dolor al reconocimiento: El cambio de valencia en las caricias que alimentan la adicción

 


Alejandro siempre había sido un hombre en busca de reconocimiento y amor. Desde niño, su vida estuvo marcada por una constante lucha por obtener caricias positivas, esas señales de aceptación y afecto que todos necesitamos. Sin embargo, en su hogar, estas caricias eran escasas. Su padre, un hombre severo y crítico, rara vez ofrecía palabras de aliento. En su lugar, las caricias negativas, críticas y desaprobaciones, eran el pan de cada día. Su madre, atrapada en su propia batalla con la depresión, no podía ofrecer el apoyo emocional que Alejandro necesitaba desesperadamente.

A medida que crecía, Alejandro comenzó a buscar fuera de su hogar esas caricias positivas que tanto anhelaba. En la escuela, trabajaba incansablemente para obtener buenas calificaciones, esperando que el éxito académico le brindara el reconocimiento y la aceptación que no encontraba en casa. Pero, por cada éxito que lograba, su padre siempre encontraba una falla, una imperfección que subrayar, manteniendo así a Alejandro en un estado constante de insatisfacción y ansiedad.

El alcohol entró en su vida como un refugio, una manera de adormecer el dolor de las caricias negativas y la ausencia de caricias positivas. Al principio, una copa de vino después del trabajo ofrecía una breve sensación de alivio y relajación. Pero pronto, una copa no era suficiente. El alcohol se convirtió en su principal fuente de caricias, aunque estas eran ilusorias y destructivas.

Las caricias negativas continuaron aumentando a medida que su adicción al alcohol se profundizaba. Perdió su trabajo debido a su comportamiento errático y su falta de productividad, una consecuencia directa de sus noches de embriaguez. Su familia, cansada y herida por sus promesas incumplidas y su incapacidad para cambiar, comenzó a distanciarse. Alejandro se encontró solo, rodeado por un mar de críticas y desaprobación, tanto internas como externas.

El punto de inflexión llegó una noche oscura, cuando Alejandro, mirando su reflejo en el espejo, no vio más que a un hombre derrotado. En ese momento de claridad dolorosa, reconoció que había estado buscando caricias en los lugares equivocados. Decidió buscar ayuda, consciente de que necesitaba aprender a obtener y dar caricias positivas de manera saludable.

Alejandro ingresó a un centro de rehabilitación, un entorno que, a diferencia de su hogar y su entorno laboral anterior, estaba lleno de apoyo y comprensión. Allí, encontró terapeutas y compañeros que ofrecían caricias positivas genuinas: elogios por sus pequeños logros, palabras de aliento y comprensión ante sus recaídas. Estos gestos comenzaron a llenar el vacío emocional que había estado tratando de llenar con alcohol.

A través de su terapia, Alejandro comenzó a entender sus patrones de comportamiento. Reconoció cómo su Niño interior había estado clamando por caricias positivas y cómo su Padre Crítico interno había perpetuado un ciclo de auto-reproches y búsqueda de caricias negativas. Aprendió a nutrir su estado del Adulto, tomando decisiones más saludables y equilibradas, y a desarrollar un Padre interno más cariñoso y comprensivo.

Con el tiempo, Alejandro comenzó a participar en actividades que le brindaban caricias positivas auténticas. Se unió a un grupo de apoyo, donde podía compartir sus experiencias y recibir el reconocimiento y la aceptación que siempre había deseado. Comenzó a hacer ejercicio y a practicar hobbies que le proporcionaban satisfacción y una sensación de logro.

Alejandro también trabajó en reconstruir sus relaciones familiares. Aprendió a comunicarse de manera más abierta y honesta, buscando y ofreciendo caricias positivas auténticas con sus seres queridos. Poco a poco, comenzó a sanar las heridas del pasado, reemplazando las críticas y desaprobaciones con comprensión y apoyo mutuo.

Hoy, Alejandro es un hombre transformado. Ha aprendido a buscar y valorar las caricias positivas en su vida diaria, mientras maneja de manera constructiva las caricias negativas que inevitablemente surgen. Ha dejado atrás el alcohol y ha encontrado en su lugar una vida llena de significado y propósito. Su historia es un testimonio del poder de las caricias positivas y del análisis transaccional para sanar y transformar vidas.

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El poder de las caricias positivas: Un antídoto emocional y psicológico contra la adicción


Las caricias positivas, según el análisis transaccional, son el pilar de nuestra salud emocional y psicológica. Actúan como el cimiento sobre el cual se construye el bienestar y un desarrollo saludable, ya que cubren esa necesidad fundamental de reconocimiento que todos tenemos. Pero hay algo más: en el contexto de la adicción, estas caricias positivas no solo son importantes, sino que pueden ser el arma secreta en la recuperación y la prevención, un auténtico antídoto.

El sistema de recompensa y las caricias positivas (CP)

En ocasiones, tu cerebro, ese intrincado laberinto de impulsos y conexiones, se ilumina como un espectáculo de fuegos artificiales en la oscuridad. Todo empieza con una caricia positiva (CP), un gesto que podría parecer trivial: un elogio inesperado, un abrazo que desarma cualquier barrera, una palabra que lleva consigo el peso de un cariño genuino. Pero si no sucumbes a la tentación de restarle importancia, si no caes en la trampa de esos insidiosos "descuentos" que intentan diluir su impacto, tu cerebro captura esa caricia con una claridad que roza lo sobrenatural.

Entonces, esa CP se convierte en un viajero electrizante, recorriendo a toda velocidad los sinuosos caminos de tu sistema neuronal. Como un rayo que busca tierra, alcanza las regiones más cruciales del sistema de recompensa: el núcleo accumbens, la corteza prefrontal, el área tegmental ventral, esos misteriosos enclaves donde se determina, casi de manera caprichosa, cómo te sientes.

Y en un instante, tu cerebro responde con una oleada de dopamina. Este neurotransmisor, el alquimista del placer, inunda tu sistema, desatando una tormenta de bienestar que se siente como ganar un premio inesperado. Es una sensación que te envuelve, un abrazo químico que te arrastra hacia un estado de euforia.

Pero no se detiene ahí. La dopamina, en su baile silencioso, refuerza el recuerdo de la conducta que te llevó a recibir esa CP. Se cierra así un ciclo virtuoso, un bucle dorado que te impulsa, casi sin que lo notes, a repetir esos comportamientos que te trajeron reconocimiento, afecto, y esa conexión tan anhelada.

Efectos de las caricias positivas (CP)

Imagina, por un momento, que recibes una caricia positiva (CP): un elogio inesperado, un abrazo cálido, una expresión sincera de cariño. Si tu mente no la evade ni la minimiza, evitando caer en esos engañosos “descuentos” que la diluyen, tu cerebro la capta con una precisión casi asombrosa. Esa caricia, pequeña en apariencia, inicia un viaje electrizante a través de tus neuronas, encendiendo caminos ocultos hasta llegar a los rincones más profundos de tu sistema de recompensa.

En ese laberinto neuronal, la CP alcanza puntos clave como el núcleo accumbens, la corteza prefrontal, y el área tegmental ventral, esos lugares misteriosos donde se define, casi al azar, cómo te sientes. Y entonces, como si un interruptor invisible se accionara, tu cerebro responde con una explosión de dopamina, el mensajero del placer. Esa dopamina, que se despliega como una ola sobre tus sentidos, te envuelve en una sensación de bienestar tan intensa que casi parece que has ganado un premio.

Pero esto no se detiene ahí. La dopamina, con su magia silenciosa, refuerza en tu mente el recuerdo del comportamiento que te llevó a recibir esa CP. Se cierra así un ciclo virtuoso, un bucle dorado de refuerzo positivo que te impulsa, casi sin darte cuenta, a repetir esa conducta que te trajo reconocimiento, afecto, y una conexión tan ansiada.

Las caricias positivas, sin embargo, no son meras muestras de afecto pasajero; son agentes de cambio profundo, cargados de un poder que va más allá de lo evidente. ¿Te has dado cuenta de cómo te elevan? Mejoran tu autoestima, haciéndote sentir valorado, fortalecen ese delicado equilibrio de la autoconfianza. Además, no actúan en solitario: crean lazos más sólidos con quienes te las ofrecen, tejen un entramado de relaciones interpersonales más fuertes y significativas.

Pero hay más. Al recibir una recompensa, sientes cómo la motivación surge con renovada energía, empujándote a repetir esos comportamientos positivos y productivos que te hicieron merecedor de ese gesto. Y en medio de todo esto, el estrés, ese enemigo omnipresente, retrocede. Gracias a la liberación de oxitocina y endorfinas, los niveles de ansiedad y estrés se reducen, mientras que el cortisol, esa hormona que a veces te asfixia, se desvanece. El sistema nervioso parasimpático se activa, envolviéndote en una sensación de seguridad y calma que transforma el caos en serenidad.

Las caricias positivas, en su aparente simplicidad, desencadenan un torrente de efectos que resuenan en lo más profundo de tu ser.

El sistema de recompensa y las caricias negativas (CN)

Pero no todo es positivo en el sistema de recompensa. También puede verse impactado por estímulos negativos, como críticas o descalificaciones. Sorprendentemente, aunque son adversas, estas interacciones negativas también capturan nuestra atención.

Imagina que una caricia negativa (CN) irrumpe en tu percepción como un golpe inesperado, una sombra que se despliega sobre tus sentidos. Al instante, tu sistema de alerta se dispara, encendiendo una reacción emocional tan inmediata que no puedes escapar de su impacto. Es como si, de repente, todos los engranajes de tu maquinaria mental se pusieran en movimiento, respondiendo a esa amenaza percibida.

Tu cuerpo, atrapado en este aluvión de emociones, activa el temido eje HPA (hipotálamo-hipófisis-suprarrenal). Como si un ejército de mensajeros químicos marchara al campo de batalla, se liberan cortisol y otras hormonas del estrés, sumiendo a tu mente en un estado de tensión y alerta. El estrés, ese enemigo persistente, se filtra en cada rincón, intensificando la presión hasta que parece que todo podría colapsar en cualquier momento.

Pero aquí viene la paradoja: el mismo sistema de recompensa, ese santuario que normalmente se asocia con el placer y la gratificación, también puede verse activado por las CN. El núcleo accumbens y la amígdala, lugares donde se registra tanto el placer como el dolor, se iluminan con una intensidad inquietante. Es un recordatorio de que el cerebro no solo celebra los momentos de gozo, sino que también se estremece ante el castigo.

Esta activación no viene sola. Como una reacción en cadena que no puedes detener, se libera un torrente de neurotransmisores. Cortisol, noradrenalina y otras sustancias químicas del estrés inundan tu sistema, amplificando la sensación de malestar. Es un torrente químico que no deja espacio para la calma.

Y así, el refuerzo negativo entra en escena. Tu cerebro, siempre aprendiendo, siempre adaptándose, registra este malestar como una lección que no debe olvidarse. El dolor se convierte en un maestro severo, moldeando tu conducta para evitar que en el futuro vuelvas a enfrentarte a consecuencias tan desagradables. Se cierra un ciclo sombrío, un bucle de refuerzo negativo que te impulsa a modificar tus acciones, no por deseo, sino por la necesidad de escapar del sufrimiento.

Efectos de las caricias negativas (CN)

Las caricias negativas (CN) pueden abrir heridas que parecen invisibles pero que sangran profundamente:

Una vez que la CN te toca, es como un veneno lento que se filtra en las grietas de tu autoestima, erosionándola de adentro hacia afuera. Cada palabra mordaz, cada gesto de desdén, te talla con la precisión de un escultor cruel, dejando la sensación de que nunca serás suficiente, de que tus esfuerzos son inútiles y no mereces reconocimiento.

Las relaciones, antes sólidas como rocas, comienzan a desmoronarse bajo el peso de estas CN. El resentimiento se acumula, formando un muro que separa, la desconfianza se arraiga, y lo que una vez fue cercano se convierte en un campo de batalla de silencios incómodos y miradas de reproche. Las conexiones humanas, en lugar de fortalecerse, se debilitan hasta romperse.

El estrés, ese huésped indeseado, se instala en tu mente y cuerpo. Cada CN se convierte en un ladrillo más en la muralla de ansiedad que construyes alrededor de ti. El cortisol se dispara, la tensión se enrosca en tu ser, y el impacto en tu salud mental y física es innegable: es como si te estuvieras ahogando en un mar de inquietud constante.

Y entonces llega la evitación. Para protegerte de más CN, empiezas a trazar límites, a construir barreras, a evitar situaciones que puedan herirte. Pero en esa protección también te encadenas, restringiendo tu crecimiento, cerrando puertas a oportunidades y confinado a un espacio cada vez más estrecho, donde el miedo a ser lastimado controla cada uno de tus movimientos.

Comparación y contraste entre caricias positivas y negativas

Las caricias positivas (CP) y negativas (CN) son como dos fuerzas opuestas en un campo de batalla psicológico, cada una librando su guerra con tácticas radicalmente distintas:

Cuando una CP toca tu vida, es como un rayo de sol que penetra la niebla. Motiva, eleva, empuja a la acción constructiva, haciendo que te muevas con propósito y energía. Es un combustible que enciende la creatividad, la ambición y el deseo de avanzar. En cambio, una CN es como una tormenta oscura, azotando tus motivaciones, empujándote hacia un comportamiento dictado por el miedo y la ansiedad. Es un látigo invisible que te obliga a actuar, no por deseo, sino por la necesidad desesperada de evitar el dolor.

Las emociones que desatan son tan diferentes como el día y la noche. Una CP es pura alegría, una chispa de contentamiento que ilumina cada rincón de tu ser. Pero una CN, en su crueldad, siembra tristeza, enojo, y una preocupación que se agarra a ti como una sombra persistente, robándote la paz.

El impacto en tu salud es igualmente dicotómico. Las CP son aliadas de tu bienestar, forjando una mente y un cuerpo en armonía, creando un refugio de salud mental. Las CN, en contraste, abren la puerta al caos. Incrementan la probabilidad de que los trastornos del estado de ánimo te acechen, y el estrés crónico, ese enemigo silencioso, comienza a desgastar tu salud física, dejando una estela de desgaste y enfermedad.ç

¿Cuál es la razón por la que las caricias positivas (CP) podrían erigirse como la solución deseable ante la adicción?

Es un misterio entrelazado con la satisfacción de necesidades emocionales. La adicción, ese pozo oscuro que atrapa a muchos, suele atraparte como un intento desesperado por llenar un vacío emocional insondable. Las personas, en su búsqueda de evasión, se entregan al alcohol, a las drogas, al juego, como si estos fueran portales hacia un alivio momentáneo del dolor, la soledad o la inseguridad que los acosa. Pero, ¿qué ocurre cuando, en lugar de caer en este ciclo autodestructivo, se les ofrece algo tan sencillo y a la vez tan poderoso como la atención positiva y la aceptación? La respuesta es tan intrigante como reveladora: se abre una puerta hacia un desarrollo saludable, capaz de romper las cadenas de la adicción.

En otro rincón de esta ecuación, encontramos el impacto en la confianza en uno mismo. Un simple gesto de afecto, una caricia cargada de positividad, actúa como un bálsamo sobre la autoestima, reforzándola de manera silenciosa pero contundente. De repente, la necesidad de buscar en sustancias externas un consuelo se desvanece, porque el individuo empieza a sentirse bien consigo mismo, desde adentro.

Pero no es todo. Las CP, con su toque casi mágico, pueden también desarmar al estrés y la ansiedad, esos titanes invisibles que con frecuencia empujan a las personas hacia las adicciones. En un entorno donde la seguridad emocional se vuelve palpable, el estrés se disuelve, la ansiedad se mitiga, y el impulso de buscar refugio en sustancias adictivas se reduce drásticamente.

Aún más fascinante es el papel que juegan en el tejido social. La adicción, a menudo, nace en el desierto del aislamiento, donde el ser humano se siente desconectado y perdido. Sin embargo, las CP tejen puentes hacia conexiones sociales saludables, basadas en el respeto y el apoyo mutuo, creando así una red que sostiene y previene la caída en el abismo adictivo.

Y, como si esto fuera poco, las CP también se revelan como maestras en el arte de reforzar comportamientos positivos. Un elogio, un reconocimiento oportuno, puede ser el empujón necesario para mantener la sobriedad, para seguir cultivando nuevos hábitos que conduzcan a una vida más saludable y plena.

Por si todo esto fuera poco las CP actúan como una especie de reprogramación, un ajuste profundo en la manera en que percibimos y respondemos a nuestras propias necesidades emocionales. Así, el camino hacia comportamientos saludables se despeja, alejándonos de las elecciones adictivas.

Finalmente, pero no menos importante, está la resiliencia. Las CP no solo ayudan a desarrollar esta capacidad crucial, sino que la fortalecen, convirtiéndola en una aliada poderosa en la recuperación sostenida de cualquier adicción.

En suma, las caricias positivas son mucho más que simples gestos. Son una intervención profunda que satisface las necesidades emocionales, refuerza la autoestima, disipa el estrés, fomenta relaciones saludables, y transforma patrones internos. Se erigen, así, como un antídoto multifacético contra la adicción, ofreciendo una alternativa saludable, una base sólida sobre la cual todos podemos construir un sentido de reconocimiento, amor y apoyo que, en última instancia, puede cambiar vidas.

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sábado, 18 de mayo de 2024

Taller de emociones para Danai y Lena

Cada oveja con su pareja




Las cajas de emociones



El ahorcado en la biblioteca




Primavera de emociones

 


Eficacia y efectividad del Análisis Transaccional en psicoterapia: una revisión científica


El Análisis Transaccional (AT) ha emergido como una herramienta terapéutica de gran relevancia en el ámbito de la psicoterapia. Su eficacia en el tratamiento de diversos trastornos mentales y problemas interpersonales ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de su historia. 

Como resultado de lo anterior, la revista de Análisis Transaccional expone una revisión sistematizada realizada por los investigadores José Manuel Martínez Rodríguez, Verónica Aguado Rodríguez, Sabina Mateo León y Blanca Fernández Rodríguez en el periodo de 1961 hasta 2020.



Metodología y hallazgos

 La revisión destaca por su singular rigor metodológico, seleccionando solo aquellos estudios que cumplen con estrictos estándares de calidad científica, con metodologías experimentales y de grupos de control, aleatorización. También se consideraron aquellos estudios que comparaban el AT con otras terapias, lo que permite evaluar su relativa efectividad.

Los hallazgos de la revisión son categóricos y dan cuenta de la efectividad del AT en el tratamiento de diversas condiciones: adicciones, depresión, ansiedad, trastornos de la personalidad, entre otras.

En cuanto a las adicciones, el AT ha demostrado ser efectivo tanto en la reducción de la severidad de la adicción como en la prevención de recaídas. Zadeh et al. encontraron resultados positivos en el tratamiento de parejas con historial de drogodependencia a través de la mejora en la comunicación, la capacidad de resolución de conflictos y la satisfacción marital.

En el caso de la depresión, se muestra una mejora importante en la sintomatología depresiva post tratamiento Kanyongo & Tengeh.

En cuanto a la ansiedad, el AT ha demostrado efectividad en su manejo y sus diferentes tipos.

El AT ha sido aplicado con éxito en trastornos de la personalidad. Erksine et al. compararon la efectividad del AT con otras terapias y encontraron resultados equitativos.

También se encontró, una reducción en la reincidencia criminal en jóvenes delincuentes, según el estudio de Daldrup y Schachner (2017). Cabe destacar que la revisión mencionada se basa en estudios realizados hasta 2020.

Desde entonces, nuevas investigaciones han demostrado que AT funciona bien en muchas áreas.

Monajem y Aghayousefi (2015) encontró en su estudio que la psicoterapia de grupo con AT mejoró la regulación emocional, los estilos de apego y las creencias relacionadas con el anhelo por la sustancia en los adictos en tratamiento.

El estudio de Sinclair-Brown (1982), aunque realizado antes de la revisión mencionada, proporciona evidencia temprana sobre la posible eficacia del AT en el tratamiento de algunos síntomas de los trastornos del espectro autista.

También, el estudio de Karterud et al. (2018) complementa la evidencia del estudio de Erskine et al. (2010), ya que descubrió que el AT era tan efectivo como la terapia cognitivo-conductual en el tratamiento de la depresión y los trastornos de la personalidad.

Por último, esta revisión exhaustiva, junto con los estudios más recientes, brinda un sólido respaldo científico a la eficacia del Análisis Transaccional como terapia para el tratamiento de una variedad de trastornos mentales y problemas interpersonales. 

Relevancia y consideraciones para el porvenir

La importancia del AT no puede subestimarse; se ha establecido como una terapia no solo viable, sino también sorprendentemente eficaz, a menudo superando a opciones más convencionales. Este hecho pone de manifiesto la relevancia crítica de la evidencia científica para fundamentar las prácticas en la clínica.

Sin embargo, los autores no se detienen ahí. Enfatizan la necesidad urgente de seguir investigando para profundizar aún más en la comprensión de la eficacia del AT, y para fortalecer el respaldo empírico que lo sustenta. Además, se recomienda explorar nuevas fronteras, llevando el AT a distintos contextos clínicos y poblaciones diversas, mientras se desentrañan los mecanismos que hacen posible su efectividad.

lunes, 15 de abril de 2024

Caminando por el Noble Sendero Óctuple con los Estados del Yo: Un viaje hacia la transformación personal


El Noble Sendero Óctuple, legado del Buda Gautama, traza un camino hacia la liberación del sufrimiento, hacia la paz interior. A su vez, el Análisis Transaccional (AT) abre una ventana al entendimiento de los estados del yo —Niño, Adulto, Padre— que habitan en nosotros y modelan nuestras vivencias y acciones.

En este recorrido, desvelaremos cómo estos dos enfoques, aparentemente distantes, pueden fusionarse para guiarnos en un viaje de transformación personal. Mediante ejemplos vívidos y reflexiones profundas, veremos cómo esta combinación nos impulsa a una mayor autoconciencia, mejora nuestras relaciones y nos conduce a un bienestar más pleno.

1. Entendimiento Correcto a través del AT:

El primer eslabón del Noble Sendero Óctuple nos desafía a ver la realidad tal cual es, a comprender el sufrimiento y sus raíces. Aquí, el AT nos revela cómo las cicatrices del pasado y los estados del yo deforman nuestra percepción del mundo.

Conscientes de que vivimos en una danza constante entre el Niño, el Adulto y el Padre, descubrimos que nuestras reacciones no son al azar; están teñidas por estos aspectos de nuestra personalidad.

Ejemplos:

Ante una crítica, la ira o la tristeza (estados del Niño) pueden emerger con fuerza. Pero si reconocemos esta tendencia, podemos optar por una respuesta más serena, desde el Adulto, evaluando la situación sin dejarnos arrastrar por la marea emocional.

En el torbellino de una discusión con la pareja, el AT nos ofrece claridad: ¿Es el Niño herido quien habla, o el Padre crítico quien juzga? Al reconocerlo, podemos elegir hablar desde el Adulto, buscando comprensión y resolución en lugar de perpetuar el conflicto.

2. Pensamiento Correcto con AT:

El cultivo del pensamiento correcto implica cortar de raíz las distorsiones cognitivas y los pensamientos sombríos. Aquí, el AT es nuestro aliado, ayudándonos a identificar cuándo el Niño vulnerable o el Padre crítico toman el control, para así fortalecer el estado del Adulto, lúcido y racional.

Ejemplos:

En medio de un conflicto, cuando la defensiva surge como un reflejo del Niño, podemos detenernos, pensar desde el Adulto, y ver todas las perspectivas antes de actuar.

Frente a una decisión que pesa, el AT nos invita a detenernos, a activar el Adulto, a analizar opciones y consecuencias con calma, eligiendo con sabiduría en lugar de dejarnos llevar por la ansiedad.

3. Palabra Correcta y AT:

La palabra es un puente o un abismo. En la construcción de relaciones saludables, el AT nos enseña a expresar nuestras necesidades con claridad y respeto, siempre desde el Adulto, sin ceder a los impulsos del Niño o las críticas del Padre.

Ejemplos:

En una conversación difícil, en lugar de arremeter con ataques personales (estado del Niño o del Padre crítico), podemos articular nuestras necesidades desde un Adulto asertivo, construyendo puentes en lugar de muros.

En una reunión de trabajo, cargados de emoción, el AT nos ayuda a comunicar nuestras ideas con respeto y firmeza, sin caer en el Niño impulsivo o en el Padre dominante.

4. Acción Correcta en AT:

Actuar con integridad significa alinear nuestras acciones con nuestros valores más profundos. Aquí, el AT nos permite identificar y desafiar los patrones negativos que emergen de estados del yo desadaptativos, y elegir el Adulto como guía en nuestras decisiones.

Ejemplos:

Si detectamos que repetimos conductas destructivas (estado del Niño), podemos comprometernos a cambiarlas, actuando de acuerdo con nuestros valores desde el Adulto.

En el compromiso de hacer ejercicio, si encontramos excusas para evitarlo, el AT nos ayuda a identificar si es el Padre crítico quien nos sabotea, o el Niño que busca la gratificación inmediata. Con este entendimiento, podemos desarrollar estrategias para mantenernos fieles a nuestras metas.

5. Modo de Vida Correcto con AT:

Elige un camino que resuene con tus valores, que alimente tu propósito. El AT te invita a explorar tus pasiones y habilidades, liberándote de guiones de vida impuestos, para encontrar un camino que realmente te llene.

Ejemplos:

Si sientes que tu carrera actual te vacía, puedes tomar la decisión consciente de cambiar de rumbo, buscando algo que realmente encienda tu pasión, que alimente tu ser desde el Adulto.

Reflexiona: ¿Es tu trabajo una fuente de insatisfacción? El AT te invita a explorar nuevas opciones, alineando tu vida profesional con lo que realmente importa, creando una vida plena y significativa.

6. Esfuerzo Correcto y AT:

El esfuerzo consciente es la semilla del cambio. El AT nos ayuda a identificar áreas de mejora y a establecer metas realistas para cultivar hábitos positivos, siempre desde el estado del Adulto.

Ejemplos:

Luchas contra pensamientos negativos que te atormentan. El AT te permite desafiar estos pensamientos, reemplazándolos por otros más positivos y realistas. Esto requiere un esfuerzo continuo, pero te conduce hacia la claridad y la calma.

7. Atención Plena Correcta con AT:

La atención plena es estar aquí, ahora, observando sin juzgar. El AT nos enseña a reconocer cuándo estamos operando desde estados del yo desadaptativos, y nos invita a centrarnos en el presente, desde el Adulto.

Ejemplos:

El estrés te abruma. Con el AT, puedes practicar la atención plena, conectándote con el momento presente, liberándote de las reacciones automáticas del Niño o las críticas del Padre.

8. Concentración Correcta en AT:

La concentración es la clave para avanzar con claridad. El AT nos ayuda a identificar las distracciones internas y a entrenar la mente para mantenernos enfocados en nuestras metas.

Ejemplos:

Intentas meditar, pero tu mente vaga. El AT te guía para establecer un ambiente propicio y técnicas que mejoren tu concentración, profundizando en tu práctica y fortaleciendo tu enfoque.


martes, 9 de abril de 2024

Caricias en el aula


Una de las mejoras principales para la salud psicológica de una clase es asegurarse de que haya una cultura rica de caricias. Eric Berne (1964) describe una caricia como "una unidad de reconocimiento humano". Las caricias son esenciales para la salud mental y física.

Hay cuatro tipos de caricias:

- positivas condicionales, por hacer las cosas correctamente;

- positivas incondicionales, por ser simplemente tú;

- negativas condicionales, por hacer algo mal; y

- negativas incondicionales, atención negativa por ser tú mismo.

Las caricias son tan vitales para nuestra salud que si no recibimos las caricias positivas que necesitamos, buscaremos obtener caricias negativas. Como las caricias refuerzan el comportamiento, los niños probarán diferentes formas de comportarse para ver cuál recibirá caricias. Si hay una falta de caricias en el aula, el comportamiento de los niños a menudo se intensifica en alboroto.

Por lo tanto, es esencial que las caricias se integren en la cultura del aula. Dado que todos los niños quieren caricias, este es el concepto más fácil de enseñar, por lo que generalmente comienzo mi programa enseñando primero la teoría de las caricias.

Comienzo preguntando qué significa "acariciar". Los niños comprenden fácilmente la acción física. Luego pregunto qué o quién acariciamos. Un niño generalmente ofrece que una madre acaricia a su bebé. En este punto, inicio una discusión sobre el contacto apropiado, y los niños, sin falta, deciden que no les gustaría ser acariciados físicamente por la mayoría de las personas ahora que están creciendo. La siguiente pregunta que hago es "¿Cómo obtienes el reconocimiento que necesitas?" La clase encuentra fácil hacer una lista de formas de dar caricias. En este punto, averiguo qué tipo de caricia prefiere cada niño, explicando que si no recibes tu tipo de caricia preferido tiendes a descartarlo. Para esto uso:

Hoja de Trabajo A 

Pon una carita sonriente ☺ junto a la oración que más te gustaría que sucediera.

Me gusta que mis amigos:

1. . . . me digan que están contentos de verme.

2. . . . me elijan para jugar porque soy bueno en los juegos.

3. . . . no me hagan un alboroto.

4. . . . me digan que me vaya.


En el aula me gusta que el maestro:

1. . . . bromee conmigo y me sonría.

2. . . . me pida que haga un trabajo.

3. . . . me deje solo.

4. . . . me reprenda cuando no es mi culpa.


Me gusta que mi mamá y papá:

1. . . . me den un abrazo.

2. . . . me digan que están orgullosos de cómo me comporto.

3. . . . me digan cuando estoy haciendo algo mal.

4. . . . me den una palmada.


Cuando conozco a personas me complace cuando:

1. . . . quieren estar conmigo.

2. . . . me dicen que soy inteligente.

3. . . . me notan cuando estoy portándome mal.

4. . . . dicen cosas desagradables sobre mí.


Me complace cuando mi familia:

1. . . . me da un abrazo o un mimo.

2. . . . me recompensa por ser bueno.

3. . . . me nota cuando hago un alboroto.

4. . . . prefiere a mi hermano o hermana.


Las cosas que más me gustan de mí mismo son:

1. . . . soy una persona agradable.

2. . . . soy bueno en el trabajo o en los juegos.

3. . . . sigo haciendo tonterías.

4. . . . no me gusto a mí mismo.


Puntuación

Mayoría de 1s: prefiere caricias positivas incondicionales

Mayoría de 2s: prefiere caricias positivas condicionales

Mayoría de 3s: prefiere caricias negativas condicionales

Mayoría de 4s: prefiere caricias negativas incondicionales

Las caricias positivas son necesarias en abundancia. Las caricias negativas condicionales pueden usarse CON CUIDADO para enseñar de antemano, o para corregir errores. Nunca se deben dar caricias negativas incondicionales.


Primero, los niños aprenden cómo dar y recibir caricias. Esto se hace en cuatro etapas:

  1. - En el Círculo de Compartir, un niño elige a otra persona para darle una caricia. Lo hace en tercera persona, sin contacto visual.
  2. - El mismo niño, en otra ocasión, da una caricia a alguien en primera persona sin contacto visual.
  3. - El mismo niño, más tarde, da una caricia en primera persona, con contacto visual.
  4. - El destinatario dice "gracias".

Se les permite a los niños decir "no, gracias" si no quieren una caricia. Se desalienta a los niños a descartar una caricia que alguien les haya dado.

Otra ayuda útil para enseñar las caricias es leer "A Fuzzy Tale" de Claude Steiner (1977). Esto explica la teoría de las caricias en forma alegórica.

Para reforzar las caricias, elevando aún más la autoestima del niño, hay muchas actividades que no requieren mucha preparación ni equipo costoso:

- Cuento de "Peluches Cálidos" - ya mencionado en el proceso de duelo.

- Buzón de correos: esta es una actividad de clase o de toda la escuela. Dígales a los niños que van a proporcionar un buzón de correos (tenemos uno grande, rojo y de madera en la escuela) y déjenlo en una posición accesible durante una semana. Durante esa semana, los niños pueden escribir una caricia en una postal a un amigo. Las postales se entregan la semana siguiente (Hoja de Trabajo B, Apéndice 2).

- Los niños hacen un recuento de caricias durante el transcurso de un día de todas las caricias que han recibido.

- Organice un "círculo de caricias". Los niños se sientan en círculo y dan una caricia a la siguiente persona (asegúrese de colocarse frente a una persona que pueda no recibir ninguna caricia).

- Si un niño está privado de caricias, colóquelo en el centro del círculo y pida a cada niño que le dé una caricia hasta que haya recibido suficientes.

- Para niños más pequeños, un Tablero de Cumpleaños funciona con el mismo principio. Cuando un niño cumple años, su nombre y fotografía van en el tablero especial. El maestro escribe las caricias de los otros estudiantes para la persona especial. Estos se le presentan al final del día. Durante el día tendrá privilegios especiales.


Peluches Cálidos

 


Había una vez, hace mucho tiempo, dos personas felices llamadas Tim y Maggie, con sus dos hijos, John y Lucy. Para entender cuán felices eran, hay que comprender cómo eran las cosas en aquellos días.

Verás, en aquellos días felices a todos se les daba una pequeña bolsa suave de Peluches al nacer. Cada vez que alguien metía la mano en esta bolsa, podía sacar un Peluche cálido. Los Peluches cálidos eran muy solicitados porque cada vez que alguien recibía uno, se sentía cálido y agradable por dentro.

En aquellos días era muy fácil conseguir Peluches cálidos. Cada vez que a alguien le apetecía, podía acercarse a ti y decir: "Me gustaría tener un Peluche cálido". Entonces tú metías la mano en tu bolsa y sacabas un Peluche del tamaño de la mano de un niño. Tan pronto como el Peluche veía la luz del día, sonreía y se transformaba en un gran y peludo Peluche cálido. Cuando colocabas el Peluche cálido en la cabeza, el hombro o el regazo de la persona, se acurrucaba y se derretía contra su piel, haciéndola sentir bien por completo.

La gente siempre se estaba pidiendo Peluches cálidos, y como siempre se daban libremente, conseguir suficientes nunca fue un problema. Siempre había muchos para repartir, y así todos estaban felices y se sentían cálidos y agradables la mayor parte del tiempo.

Un día, una mala bruja que hacía ungüentos y pociones para personas enfermas se enfadó porque todos estaban tan felices y se sentían bien que nadie compraba pociones ni ungüentos. La bruja era muy astuta y tramó un plan muy malvado. Una hermosa mañana, mientras Maggie jugaba con su hija, la bruja se acercó sigilosamente a Tim y le susurró al oído:

"Mira, Tim, mira todos los Peluches que Maggie está dando a Lucy. Sabes, si sigue así, se le van a acabar y luego no quedará ninguno para ti".

Tim estaba asombrado. Se volvió hacia la bruja y le preguntó: "¿Quieres decirme que no hay un Peluche cálido en nuestra bolsa cada vez que metemos la mano?"

Y la bruja respondió: "No, absolutamente no, y una vez que se te acaben, se acabaron. No tienes más". Con esto, la bruja voló en su escoba, riendo y cacareando todo el camino.

Tim se lo tomó muy en serio y empezó a fijarse cada vez que Maggie regalaba un Peluche cálido. Se preocupó mucho porque le gustaban mucho los Peluches cálidos de Maggie y no quería renunciar a ellos. Desde luego, no creía que estuviera bien que Maggie gastara todos sus Peluches cálidos en los niños y en otras personas.

Tim comenzó a quejarse o a enfurruñarse cuando veía a Maggie dando Peluches cálidos a otra persona, y como Maggie lo quería mucho, dejó de dar Peluches cálidos a otras personas con tanta frecuencia, y reservó la mayoría para él.

Los niños observaban esto y pronto comenzaron a entender que estaba mal dar Peluches cálidos en cualquier momento que se les pidiera o tuvieran ganas de hacerlo. Ellos también se volvieron muy cuidadosos. Observaban de cerca a sus padres y cada vez que sentían que uno de sus padres estaba dando demasiados Peluches a otras personas, se ponían celosos y se quejaban e incluso a veces hacían berrinches. Y aunque encontraban un Peluche cálido cada vez que metían la mano en su bolsa, empezaron a sentirse culpables cada vez que los regalaban, así que metían la mano cada vez menos y se volvían cada vez más tacaños con ellos.

Antes de la bruja, la gente solía reunirse en grupos de tres, cuatro o cinco, sin importar mucho quién le daba Peluches cálidos a quién. Después de la llegada de la bruja, la gente empezó a emparejarse y a reservar todos sus Peluches cálidos exclusivamente el uno para el otro. Cuando la gente se olvidaba de ser cuidadosa y le daba un Peluche cálido a cualquiera, se preocupaba porque sabía que alguien probablemente resentiría compartir sus Peluches cálidos.

La gente empezó a dar cada vez menos Peluches cálidos, y se sintió menos cálida y menos agradable. Empezaron a marchitarse y, ocasionalmente, algunas personas incluso morían por falta de Peluches cálidos. La gente se sentía peor y peor, y más y más personas acudían a la bruja para comprar pociones y ungüentos, aunque parecía que no funcionaban realmente.

Bueno, la situación se estaba volviendo muy seria de verdad. La mala bruja, que había estado observando todo esto, no quería realmente que la gente muriera (ya que los muertos no podían comprar sus pociones y ungüentos), así que se ideó un nuevo plan. A todos se les entregó, de forma gratuita, una bolsa muy similar a la bolsa de Peluche, excepto que ésta era fría mientras que la bolsa de Peluche era cálida. Dentro de la bolsa de la bruja había Pinchos Fríos. Estos Pinchos Fríos no hacían que la gente se sintiera cálida y agradable; de hecho, los hacía sentir fríos y punzantes en su lugar. Pero los Pinchos Fríos eran mejores que nada y evitaban que la espalda de las personas se marchitara.

Así que, a partir de entonces, cuando alguien pedía un Peluche cálido, las personas que estaban preocupadas por agotar su suministro decían: "No puedo darte un Peluche cálido, ¿quieres un Pincho Frío en su lugar?"

A veces, dos personas se acercaban pensando que tal vez podrían conseguir un Peluche cálido esta vez, pero uno de ellos cambiaba de opinión y terminaban dándose Pinchos Fríos en lugar de eso. Así que, el resultado final fue que la gente ya no se estaba muriendo, pero mucha gente estaba muy infeliz y se sentía muy fría y punzante de hecho.

La situación se complicó mucho desde la llegada de la bruja, porque había cada vez menos Peluches cálidos y los Peluches cálidos, que solían ser tan libres como el aire, se volvieron extremadamente valiosos.

Esto hizo que la gente hiciera todo tipo de cosas para conseguir Peluches cálidos. Las personas que no podían encontrar un compañero generoso tenían que comprar sus Peluches cálidos y tenían que trabajar largas horas para ganar dinero.

Algunas personas se volvieron "populares" y recibieron muchos Peluches cálidos sin tener que devolver ninguno. Estas personas luego vendían sus Peluches cálidos a personas "impopulares" que los necesitaban para sentir que la vida valía la pena.

Otra cosa que sucedió fue que algunas personas tomaban Pinchos Fríos, que estaban por todas partes y eran de libre acceso, y los cubrían de blanco y esponjoso para que parecieran Peluches cálidos. Estos Peluches falsos eran realmente Peluches de Plástico, y causaron problemas adicionales.

Por ejemplo, dos o más personas se juntarían y se darían Peluches de Plástico libremente. Esperaban sentirse bien, pero terminaban sintiéndose mal en su lugar. La gente se confundía mucho y nunca se daba cuenta de que sus sentimientos fríos y punzantes se debían a que les habían dado muchos Peluches de Plástico.

Así que la situación era muy, muy sombría y todo comenzó por la llegada de la bruja, que hizo que la gente creyera que algún día, cuando menos se lo esperara, podría meter la mano en su bolsa de Peluche y no encontrar más.

No hace mucho tiempo, una mujer joven con caderas anchas llegó a esta tierra infeliz. Parecía no haber oído hablar de la mala bruja y no estaba preocupada por quedarse sin Peluches cálidos. Los entregaba libremente, incluso cuando no se le pedía. La llamaron la Mujer de las Caderas y la desaprobaron porque estaba dando a los niños la idea de que no deberían preocuparse por quedarse sin Peluches cálidos. A los niños les gustaba mucho porque se sentían bien a su alrededor y empezaron a seguir su ejemplo, regalando Peluches cálidos siempre que les apetecía.

Esto preocupó mucho a los adultos. Para proteger a los niños de agotar sus suministros de Peluches cálidos, aprobaron una ley. La ley convertía en delito dar Peluches cálidos de manera imprudente o sin licencia. Sin embargo, muchos niños parecían no preocuparse; y a pesar de la ley, seguían dándose Peluches cálidos entre ellos siempre que les apetecía y siempre que se les pedía. Como había muchos, muchos niños, casi tantos como adultos, comenzó a parecer que tal vez conseguirían lo que querían.

En la actualidad, es difícil decir qué pasará. ¿Las leyes de los adultos detendrán la imprudencia de los niños? ¿Los adultos se unirán a la Mujer de las Caderas y a los niños arriesgándose a que siempre haya tantos Peluches cálidos como se necesiten?

¿Recordarán los días que sus hijos están tratando de recuperar cuando los Peluches cálidos eran abundantes porque la gente los regalaba libremente?

La lucha se extendió por todo el país y probablemente está ocurriendo justo donde tú vives. Si quieres, y espero que sí, puedes unirte regalando y pidiendo Peluches cálidos libremente y siendo lo más amoroso y saludable posible.

Trabajando los sentimientos en el aula


Actividades extraidas del libro: "Walking the Talk: How transactional analysis is improving behaviour and raising self-esteem" son Giles Barrow y Trudi Newton.

 Estas actividades están dirigidas principalmente a niños en edad escolar, específicamente a aquellos en transición de la escuela primaria a la secundaria.

Actividades que utilizan el arte para permitir que los niños identifiquen sentimientos

Para facilitar que los niños experimenten sus sentimientos auténticos, o para comenzar a identificarlos, utilizo actividades de arte y drama con gran éxito.

  • Dibujar o pintar mientras se escucha música

- Elija una pieza de música que probablemente sugiera un sentimiento específico a los niños;

- Deje que los niños elijan su propio tamaño de papel;

- Proporcione una variedad de herramientas para marcar para que los niños las usen (la pintura, los pasteles al óleo o los rotuladores parecen ser los más exitosos);

- Reproduzca la música, mientras los niños escuchan;

- Dígales a los niños que la próxima vez que reproduzca la música, desea que hagan un dibujo del sentimiento que la música crea en ellos. (No discuto qué pueden ser los sentimientos, ya que he descubierto que los niños que tienen dificultades para acceder a sus sentimientos simplemente tomarían las sugerencias o copiarían las de alguien más. Si dicen que no saben qué hacer, les digo "No importa, solo dibuja un imagen". Muy amenudo, surge un sentimiento auténtico o puedo identificar su sentimiento sustituto).

Cuando los dibujos están terminados, a los niños les gusta mostrar y hablar sobre sus imágenes.

  • Dirección del público

Al estilo de un director de cine, el público dirige las acciones y respuestas de las personas en el rol. Se les puede ofrecer a los niños un escenario o una historia para que la interpreten. Durante la interpretación o la actuación, el público puede intervenir en cualquier momento y pedir al personaje que sienta o se comporte de manera diferente. Una vez, cuando estaba usando esta técnica con mi clase, les había dado la historia de Cenicienta para cambiarla. Fue bastante lento hasta que un niño pequeño sugirió esta intervención: "[Sugiero que] Cenicienta se levante, deje de quejarse, consiga un trabajo y luego pueda comprar su propio vestido de baile". Después de eso, las sugerencias vinieron rápidamente y en abundancia.

  • Cuadro congelado

El público puede hacer una señal para detener la acción y los "actores" se congelan al estilo de una fotografía, una escultura o el cuadro congelado en un video. Esto permite hacer cambios o explorar sentimientos en cualquier punto de la acción.

  • Seguimiento de pensamientos

Invita a los niños a revelar públicamente los pensamientos y sentimientos privados de sus roles en momentos específicos de la acción. En conjunto con esto, puedes preguntarle al personaje qué estaba sintiendo en el momento anterior, qué podría sentir a medida que avanza la escena o cuál cree que será la causa y el efecto de esta acción. Si el personaje no puede pensar en una respuesta, se permite que otro niño exprese el pensamiento o sentimiento en palabras.


El uso de la arcilla

La arcilla es otro recurso útil cuando se trabaja con sentimientos.

• Puede usarse para mostrar sentimientos auténticos y de ruido en forma de una cabeza tridimensional "Janus". (Janus era el dios romano del Año Nuevo que miraba hacia atrás en el pasado y hacia adelante en el futuro). Los niños pueden hacer una cabeza de dos caras (como Janus), una cara mostrando un sentimiento auténtico y la otra un sentimiento de ruido.

• Se pueden hacer máscaras que muestren diferentes tipos de sentimientos.

• Simplemente golpear una masa de arcilla puede ser catártico para algunos niños. Por lo general, les permito hacerlo hasta que ya no quieran hacerlo más.

Otros usos de los marcadores

• Al usar un estímulo como un poema o una historia, los niños pueden acceder a sentimientos de una manera segura. Después de usar el estímulo, se les pide a los niños que hagan un dibujo del sentimiento que se ha expresado.

• El drama puede usarse en conjunto con la creación de imágenes. Primero, usa una de las técnicas descritas en la sección de drama, luego pide a los niños que capturen el sentimiento en una imagen.


Aplicando el trabajo con los 'sentimientos'

Trabajando con la ira

En mi experiencia, muchos niños piensan que no se les permite mostrar ira de ninguna forma. Otros están acostumbrados a expresar la ira de manera violenta, por lo que gran parte de mi trabajo consiste en enseñarles a los niños que está bien sentir ira, pero que la ira debe expresarse de una manera que no dañe a nadie ni dañe la propiedad. 

Hay una variedad de métodos que pueden usarse en un aula de primaria:

• dar a los niños montones de periódicos para que los rasguen y los tiren a un cubo de basura;

• garabatear con un crayón grueso y negro sobre periódicos: cuanto más fuerte presionen, más satisfactorio será; luego el niño puede rasgar esto si lo desea;

• dibujar un dibujo de lo que les ha molestado, o una persona que los haya molestado; luego pueden garabatear sobre esto, desgarrarlo, pisotearlo, cortarlo o desecharlo como deseen;

• algunos niños prefieren hacer ruido fuerte; les doy permiso para salir al exterior para pisotear, gritar, vociferar y correr alrededor del patio hasta que se deshagan de su ira;

• un cojín grande en el suelo o un saco de frijoles es útil cuando se trabaja con la ira. Los niños, bajo supervisión de un adulto, pueden quitarse los zapatos y saltar, dar patadas o puñetazos al saco. Pueden golpear el saco con un bate de plástico, pueden lanzarlo por la habitación o pueden fingir que la persona con la que están molestos, pero a quien no es seguro decirles sus sentimientos, está en el saco. Luego pueden decirle a la persona exactamente lo que piensan de él o ella.

Todas estas actividades deben ser supervisadas de cerca por el maestro o un miembro conocedor del personal de apoyo que les enfatice a los niños que no está bien lastimarse a sí mismos ni a nadie más ni dañar la propiedad.

Para niños que deben ser 'buenos' en casa

Algunos niños no pueden ser alborotadores en casa; de hecho, a algunos niños no se les permite hacer ruido. Para estos niños, introduje el 'tiempo tonto'. Esto tuvo lugar inmediatamente después del almuerzo cada día.

• El niño elige a un amigo para divertirse juntos.

• El niño luego sugiere cosas que le gustaría hacer.

• El maestro proporciona el equipo necesario.

• Cada día, al niño se le da 15 minutos después del almuerzo para hacer tonterias.

• Los accesorios sugeridos son pistolas de agua, ropa para juegos de roles, serpentina loca, espuma loca, cojín para pedos, libros de chistes, silbatos de fiesta, etc.

Los niños son supervisados, pero no dirigidos, por un adulto para garantizar su seguridad. Se les permite estar fuera del aula durante los 15 minutos acordados.


Muerte de un miembro de la familia

La muerte de un miembro de la familia es traumática para un adulto, y aún más para un niño. A menudo, el niño piensa que él/ella es culpable de la muerte o está confundido porque no le han dicho que la persona está muerta, sino que simplemente se ha ido. El Tiempo en Círculo puede ser muy útil para un niño que está de duelo, ya que se pueden llevar a cabo actividades especiales. Algunas sugerencias para rituales de duelo apropiados para la escuela son:


• Crear un libro de recuerdos de la persona. Si es posible, comience esto cuando sepan que la persona va a morir, para que pueda ser un libro de recuerdos compartidos. Incluya fotografías y otros recuerdos en esto.

• Escribir una carta a la persona que está muerta (o muriendo), diciendo cuánto la extrañarás y qué es específicamente lo que extrañarás de ella.

• Preguntar, en el Círculo de Compartir, qué apoyo necesita el niño. Si el niño no lo sabe, haga que los otros niños hagan sugerencias; el niño afligido puede entonces elegir.

• Asegúrese de que el niño tenga un lugar al que ir si necesita estar a solas, o para hablar en voz baja con un adulto.

• Encienda una gran vela de iglesia en el centro del círculo y pida a todos los niños que piensen en alguien a quien aman, o han amado. Pregunte si hay voluntarios para contar al resto del círculo sobre esa persona.

• Si hay dos niños con experiencias similares, pueden apoyarse mutuamente en el sentido de que pronto se dan cuenta de que no son anormales en la forma en que se sienten.

• Explique a los niños cómo es esencial para nuestra salud que lamentemos una pérdida. Explique brevemente las etapas del duelo, luego los niños comienzan a entender que cómo se sienten es parte del proceso.

• Permita que el niño esté triste y llore.


El duelo

Hasta hace poco en mi carrera como maestro se pensaba que los niños no comprenden la pérdida y que por lo tanto no necesitan lamentarse. Esta era una idea muy equivocada. He enseñado a muchos niños que han tenido problemas de duelo no resueltos que los han dejado incapaces de aprender o relacionarse satisfactoriamente con otras personas. Es esencial que estos problemas se reconozcan en la escuela.

El duelo ocurre siempre que hay una pérdida, no solo cuando alguien muere. En la escuela en la que trabajé comenzamos el duelo unas semanas antes del final del año escolar. Esto facilitó que los niños se movieran a una nueva clase, una nueva escuela, un maestro diferente y a veces un nuevo grupo de amigos. Hicimos este proceso en tres etapas:

• Discutimos nuestros triunfos durante el último año y contamos anécdotas sobre algo que nos había hecho reír o entristecer. Muchos niños hablaron sobre sus momentos especiales con sus amigos. Da caricias a todos los niños; ellos me dieron caricias a mí. Los niños hicieron libros de 'Peluches Cálidos' en los que sus amigos escribieron caricias para ellos.

• La siguiente etapa es dar a los niños la oportunidad de mencionar las cosas que extrañarán y que no serán iguales el próximo año.

• La etapa final es expresar cómo se sentirá cada niño el próximo año, de qué tienen miedo y qué esperan con ilusión.

El duelo no resuelto puede causar innumerables dificultades a un niño.