La simbiosis narcisista de carencia es una dinámica relacional compleja donde la madre busca llenar sus propias carencias emocionales a través de la relación con su hijo/a. La respuesta emocional de la madre puede estar marcada por el amor y el apego hacia el hijo/a, pero también por la ansiedad y el miedo ante la posibilidad de perder el control o enfrentarse a sus propias carencias.
Había una vez una madre llamada Elena, que había pasado por muchas dificultades en su vida y había desarrollado un fuerte narcisismo como mecanismo de defensa. Elena siempre se esforzaba por mantener una imagen de fortaleza y perfección frente a los demás, ocultando sus propias inseguridades y vulnerabilidades.
Elena tenía una hija llamada Sofía, que desde pequeña había sido el centro de atención de su madre. Elena dedicaba todo su tiempo y energía a cuidar de Sofía, proyectando en ella sus propias necesidades no satisfechas de cuidado y amor. Aunque Elena estaba presente físicamente para Sofía, emocionalmente estaba ausente, era incapaz de ofrecerle el apoyo emocional y la conexión que tanto necesitaba.
Sofía creció en este ambiente de simbiosis narcisista y de carencia, donde su madre sobreprotegía y controlaba cada aspecto de su vida. A medida que Sofía entraba en la adolescencia, comenzó a sentirse sofocada por la sobreprotección de su madre y a resentirse por su falta de independencia y autonomía.
A pesar de los intentos de Sofía por establecer su propia identidad y tomar decisiones por sí misma, su madre veía estos esfuerzos como una amenaza a su propia identidad. Elena se aferraba a la idea de que su papel en la vida era cuidar de Sofía y que cualquier intento de la hija por ser independiente era una traición a ese papel.
La relación entre Elena y Sofía se volvió cada vez más tensa y disfuncional, con constantes enfrentamientos y conflictos. Sofía se sentía atrapada en un ciclo de dependencia emocional hacia su madre, incapaz de aceptar ayuda o apoyo de otras personas debido a la profunda influencia narcisista de su madre.
Finalmente, Sofía se dio cuenta de que necesitaba buscar ayuda profesional para romper el ciclo de dependencia y desarrollar una identidad propia separada de la de su madre. A través de la terapia, aprendió a establecer límites saludables, a aceptar ayuda de los demás y a cultivar su propia autoestima y autonomía emocional. A medida que Sofía se liberaba de las cadenas de la simbiosis narcisista y de carencia, encontraba la libertad para ser ella misma y vivir una vida más auténtica y satisfactoria.
La catexis emocional fluye a través de los estados del yo en la relación de simbiosis narcisista de carencia, afectando la identidad, la autonomía y el bienestar de ambos.
Estado del Yo Padre:
Madre: El Padre Crítico de la madre puede estar activo. Busca satisfacer sus propias necesidades narcisistas a través de la hija. La madre puede juzgar y controlar las acciones de la hija para mantener la simbiosis.
Hija: El Padre Nutritivo de la madre también puede estar presente en la hija. La hija internaliza las expectativas maternas y se siente obligada a cumplir con ellas.
Estado del Yo Adulto:
Madre: El Adulto de la madre es no funcional debido a que está nublado por su narcisismo. No puede ver objetivamente las necesidades reales de la hija y, en cambio, proyecta sus propias carencias en ella.
Hija: El Adulto de la hija está atrapado en la dinámica. Puede reconocer la disfunción, pero siente dificultad para establecer límites debido a la culpa y la lealtad hacia la madre.
Estado del yo Niño:
Madre: El Niño Adaptado de la madre busca satisfacción a través de la hija. Puede mostrar una actitud lastimera y de víctima para manipular emocionalmente a la hija.
Hija: El Niño Adaptado de la hija también está activo. Se siente responsable de cuidar a la madre y sacrifica su propia alegría y descanso para mantener la relación.
Un diálogo entre madre e hija nos puede ayudar para ilustrar la simbiosis, en este diálogo los mensajes son explícitos y verbales, pero podrían darse de forma no verbal.
Madre:(con voz lastimera) "Hija, siempre me siento tan sola. Nadie me entiende como tú. Eres mi única fuente de alegría." (Estado del yo Niño Adaptado)
Hija: (con voz cansada) "Lo sé, mamá. Siempre estoy aquí para ti. Pero a veces, me siento agotada. Necesito un poco de espacio para mí misma." (Estado del yo Adulto)
Madre:(con tono manipulador) "¿Espacio? ¿Por qué necesitas espacio? Deberías estar agradecida de tenerme. Con lo que he hecho por tí. Sin ti, no sé qué haría." (Estado del yo Padre Crítico)
Hija:(con culpa) "Lo siento, mamá. No quise decirlo así. Solo... a veces me gustaría tener tiempo para mí misma, para ser feliz sin sentirme culpable." (Estado del yo Niño Adaptado)
Madre:(con lágrimas en los ojos) "¿Feliz? ¿Cómo puedes pensar en tu propia felicidad cuando yo estoy tan sola? No deberías ser egoísta." (Estado del yo Niño Adaptado)
Hija:(suspirando) "Lo entiendo, mamá. Pero también necesito cuidarme. No puedo ser tu única fuente de alegría todo el tiempo." (Estado del yo Adulto)
Madre:(con voz temblorosa) "¿Y si te vas? ¿Qué haré sin ti? No puedo soportarlo." (Estado del yo Niño Adaptado)
Hija:(con tristeza) "No me iré, mamá. Pero necesito encontrar un equilibrio. No puedo seguir sacrificando mi propia alegría por ti." (Estado del yo Adulto)
Madre:(con voz entrecortada) "Está bien, hija. Pero recuerda que siempre te necesito. Eres mi todo." (Estado del yo Niño Adaptado)
Hija:(con resignación) "Sí, mamá. Siempre estaré aquí para ti." (Estado del yo Niño Adaptado)
En esta conversación, la madre busca satisfacer sus necesidades narcisistas a través de la hija, mientras que la hija se siente atrapada entre su deseo de cuidar a la madre y su necesidad de cuidarse a sí misma.
Para que la hija pueda establecer límites de manera efectiva en la relación de Simbiosis Narcisista de Carencia, aquí hay algunas estrategias que puede trabajar:
Autoconciencia:
La hija debe reconocer sus propias necesidades y límites. Esto implica comprender cuándo se siente agotada o resentida debido a la dinámica con su madre.
Comunicación clara y asertiva:
La hija debe expresar sus límites de manera directa y sin culpas. Por ejemplo:
“Mamá, necesito tiempo para mí misma esta tarde. No puedo estar disponible todo el tiempo.”
“No puedo seguir sacrificando mi propia felicidad por complacerte constantemente.”
Practicar decir “No”:
La hija debe aprender a decir “no” cuando sea necesario. Esto no es egoísta, sino una forma de cuidarse a sí misma.
“Lo siento, mamá, pero no puedo hacer eso por ti hoy.”
Establecer consecuencias:
Si los límites se cruzan, la hija debe establecer consecuencias claras. Por ejemplo:
“A pesar de que no te guste, voy a tomar mi tiempo y no responderé a los mensajes durante unas horas.”
Buscar apoyo externo:
La hija puede hablar con un terapeuta o un amigo de confianza sobre sus desafíos para establecer límites. A veces, obtener una perspectiva externa ayuda.
Reconocer la culpa y la manipulación:
La madre puede intentar manipular emocionalmente a la hija para que no establezca límites. La hija debe reconocer esto y no ceder ante la culpa.
Practicar el autocuidado:
La hija debe priorizar su propia felicidad y bienestar. Esto no significa abandonar a la madre, sino encontrar un equilibrio saludable.
Recuerda que establecer límites es un proceso gradual. La hija debe ser paciente consigo misma y recordar que cuidarse a sí misma no es egoísta, sino esencial para mantener una relación sana y sostenible.
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